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Turismo en casa

  • María Ángela Pereira Ramírez
  • 26 oct 2020
  • 2 Min. de lectura

Es el colapso de las economías del mundo. Todos los analistas más o menos serios sabían que el turismo era uno de los sectores afectados. Resulta extraño que los empresarios de los lugares turísticos más caros del país, se vean sorprendidos por la medida del gobierno nacional de realizar una temporada con fronteras cerradas debido a la pandemia.

Y desde luego, se producen efectos en cadena que van desde la paralización de hoteles, casi nula actividad del tranporte vinculado al turismo y reducción notoria de los puestos de trabajo para los uruguayos de todas partes del país que aumentaban sus ingresos “haciendo la temporada”.

En algún momento las burbujas se rompen. En los lugares de turismo vip los precios se disparan de manera anormal y escandalosa. Un “Martín Fierro” (emparedado de pan con queso y dulce de membrillo) se vende como exclusividad uruguaya y a precios astronómicos. La gente que labura en verano lo sabe. Y sabe el sudor de los pesos que hacen, que implican larguísimas jornadas.

Pero en los balnearios no tan privilegiados que adornan nuestras costas los precios de los productos que se venden en los comercios se disparan también.

Sé de algunos comerciantes indignados “porque el veraneante uruguayo se lleva la comida”. Y es el recurso de los “pichecitos”. ¿Cómo piensan que va a actuar el turista uruguayo que suda cada peso que labura para poder salir con su familia?

En mi experiencia de turista dentro de mi país, siempre tuve la sensación de que era “turista de cuarta”. Eso se siente particularmente cuando no se dispone de auto.

Entonces, usamos el ómnibus local que hace el recorrido Barra del Chuy - Ciudad del Chuy. Ahí va el pueblo que veranea como puede.

Recuerdo en el 2011, haber tenido un percance de salud en ese balneario: en la policlínica me decían que si me atendían, me tenían que cobrar la consulta. Y tampoco había un servicio de urgencia. Es el engendro del FONASA.

Me tuve que dirigir a ciudad del Chuy donde “estaba mi prestador de salud” en ese ómnibus local con cólicos nefríticos. Viví la insolidaridad del turista de a pie, del “pichecito”.

Hoy los grandes operadores turísticos ya no pueden ganar las cifras astrónomicas que ganaban. Y piden ayuda al gobierno a gritos.

Se terminó el jolgorio de los espectáculos, el despilfarro obsceno de la farándula ávida de lujuria, escándalos, adicciones y todos los exesos que permite la plata.

¿Salvaremos la temporada los turistas de cuarta? ¿O el gobierno dará una marcha atrás en sus decisiones para que de alguna manera ingresen los turistas que nos salvan la temporada? ¿Se abre una lucecita para los que no pueden veranear?


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