Ni cis, ni “personas menstruantes”, ni nada de su jerga posmo: Mujeres y Hombres
- Profesor Andrés Freire
- 7 oct 2020
- 3 Min. de lectura

Foto: elviejotopo.com
El lenguaje -lo hemos escrito muchas veces siguiendo a Voloshinov- es “arena de la lucha de clases”, todo signo, toda letra, toda palabra es ideología, y toda ideología es palabra, a su vez cada clase social intenta cargar de distintos significados y significantes cada término que usa.
Dice el especialista soviético “El carácter multiacentuado del signo ideológico es su aspecto más importante. En realidad, es tan solo gracias a este cruce de acentos que el signo permanece vivo, móvil y capaz de evolucionar. […] Cualquier injuria puede llegar a ser elogio, cualquier verdad viva inevitablemente puede llegar a ser para muchos la mentira más grande. En las condiciones normales de vida social esta contradicción implícita en cada signo ideológico no puede manifestarse plenamente, porque un signo ideológico es, dentro de la ideología dominante, algo reaccionario y trata de estabilizar el momento inmediatamente anterior en la dialéctica del proceso generativo social, pretendiendo acentuar la verdad de ayer como si fuera la de hoy”.
Ahora bien, veamos cómo la ideología dominante opera, pretendiendo imponer sus categorías de análisis, y sí, la ideología queer es parte de la ideología dominante, no en vano poderosas fundaciones y bancos desde el Norte impulsan y financian esta nueva moda académica, comprada rápidamente por el progresismo ya que la Nueva Agenda de Derechos, es el sucedáneo ideal para una Vieja Agenda de Derechos que dormirá por siempre el sueño de los justos, que como se sabe es profundo y pesado.
Contando con su vanguardia combativa, un sector de la Academia, el mundo de la “diversidad” no tan diversa, y un sector del movimiento feminista (al resto se lo disciplina al grito de “fuera Terf”, el señalamiento constante de que todo lo que digan es transfobia, campañas de repudio y acoso en las redes sociales, e incluso en otros países agresión física directa), van imponiendo sus conceptualizaciones del mundo, logrando por ejemplo que se acepte con demasiada pasividad una doctrina que niega la esencia de lo que es un ser humano, una unidad bio-psico-social.
Para esta ideología posmoderna, el sexo biológico no existe, la materia es negada, lo único que importa es el lenguaje y la representación uno es como se auto percibe, por lo que no son las condiciones materiales de existencia, no es la materia la que determina la conciencia, sino al revés, mi conciencia es la que determina el resto. Esto -ya lo hemos señalado- es un altísimo grado de idealismo filosófico, solo igualable al más rancio fanatismo religioso, y de hecho opera como este.
Y como todo culto religioso tiene su lenguaje para sus iniciados, el que se quiere imponer a todos, así ya no somos mujeres, tampoco somos hombres, sino que somos “cisgénero”, es decir personas adaptadas al género que se “nos asignó” al nacer. Este concepto se construye en oposición al concepto de trans, por eso se vuelve insultante, ellos reclaman que se respete su identidad auto percibida, pero a su vez, pretenden etiquetar las identidades ajenas, nombrándolas a su imagen, gusto y agrado.
La biología existe, aunque se pretenda negar una y otra vez; por eso cuando una legisladora del Partido Colorado presenta un proyecto de canasta para higiene menstrual, no utiliza el término mujer, sino "todas las personas menstruantes”, esto es porque en nuestro país la mitad de la población son mujeres, y a su vez existe un pequeñísimo número de varones trans, es decir personas que nacieron mujeres y son trans, por lo que jurídicamente son considerados de acuerdo a su identidad autopercibida, pero biológicamente siguen siendo mujeres, para no “ofenderlos” se usa el término “persona menstruante” y se opta por borrar a la mitad de la población.
Porque además en el discurso queer todo es transfobia, si por ejemplo un hombre heterosexual se niega a tener relaciones sexuales con una mujer trans, sería transfóbico, una lesbiana que haga lo mismo sería también acusada de transfóbica.
Así como el sujeto político del feminismo, que no puede ser otro que las mujeres, es desplazado por el mundo de la diversidad, de la misma forma que ya no podemos hablar de mujer, o de madre, porque “discrimina” a las que serían más mujeres que las propias mujeres en la mitología a la que nos referimos, tampoco el sujeto histórico de los cambios serán la clase trabajadora y sus aliados, para estos sectores, una niña trans de siete años es la vanguardia revolucionaria.
Conste que somos partidarios de respetar las identidades auto percibidas y los derechos humanos de todo el mundo, lo que no estamos dispuestos a aceptar bajo ningún concepto que se nos imponga un neo lenguaje ad hoc, que implica la imposición de una ideología, la queer, que rechazamos ex profeso, por reaccionaria, irracional, y que atenta contra las bases mismas de lo que es un ser humano.
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