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Es urgente y necesario un cambio en el modelo | De San José al Mundo

  • Darío Camilo
  • 30 may 2020
  • 4 Min. de lectura

En junio los maragatos recordamos el aniversario de la fundación de San José de Mayo. También el natalicio de José Artigas máximo líder de la revolución Oriental, ejemplo de lucha inclaudicable contra los imperios de la época quien nos legó su formidable ideario.

Pero junio también está asociado naturalmente al medio ambiente ya que a partir de una resolución de la ONU por el año 1972 pero que se instaura en realidad a partir de 1974, se establece el 5 de junio como el Día Mundial del Medio Ambiente.

Por definición el medio ambiente es un sistema formado por elementos naturales y artificiales que están interrelacionados y que son modificados por la acción humana. Se trata del entorno que condiciona la forma de vida de la sociedad y que incluye valores naturales, sociales y culturales que existen en un lugar y tiempo determinado.

Si bien la educación ambiental tiene un rol fundamental en la formación y capacitación de las personas para elegir modos de vida compatibles con el entorno, este tema se ha instalado en las aulas y de hecho es algo convencional y muy común que ese día se plante algún árbol en alguna escuela. Y si bien además por esta época por algunos días la prensa en general y distintos medios se enfocan en la problemática medioambiental, es necesario establecer una perspectiva más amplia y más profunda en la responsabilidad que tienen grandes empresas multinacionales y grandes corporaciones con referencia al "cambio climático".

El poder que ejercen estas grandes corporaciones es visible en los acuerdos que imponen a gobiernos débiles (por llamarlos decorosamente), con la aplicación de modelos económicos neoliberales y a través de organismos financieros multinacionales de muy dudosa moral, donde el lucro desmedido termina finalmente afectando delicados equilibrios en la naturaleza y cuando los desastres se producen estas grandes corporaciones no se hacen cargo de la responsabilidad que les cabe.

Hoy estamos asistiendo a eventos extremos como lo son las grandes sequías, seguidas a veces de inundaciones, huracanes, olas de calor, acidificación oceánica y derretimiento de glaciares; estos fenómenos son evidentes y estas circunstancias muchas veces afectan a diversos rubros de la producción, haciendo que suban los precios de los alimentos afectando a la población más vulnerable que termina padeciendo el hambre, la pobreza y la destrucción de su entorno.

Pero la problemática del cambio climático no es un tema objetivamente ambiental o físico de la naturaleza que esté disociado del ser humano, es además un problema ético y político.

A partir del impulso dado por los últimos gobiernos al modelo productivo conocido como "agronegocio", es decir de la agricultura a gran escala, basada en extensos monocultivos, con uso masivo de insumos químicos, sobre todo plaguicidas y fertilizantes con modificación genética de las semillas y altos niveles de mecanización, se ha generado un impacto negativo en el suelo produciendo agotamiento y salinización.

También ha afectado el agua, ya que la alta concentración de nutrientes en los cursos y espejos de agua ha generado problemas de hipereutrofización; una muestra elocuente del daño ambiental la vimos el verano anterior cuando una impresionante marea verde de cianobacterias afectó toda la costa uruguaya.

Hace ya algo más de una década que el deterioro de las fuentes de agua tanto superficial como subterránea y esto está vinculado al uso del suelo, ha mostrado sus consecuencias; el Río Santa Lucía, la Laguna del Sauce y la Laguna del Cisne son lugares donde OSE tiene tomas y donde la calidad del agua está seriamente comprometida.

En relación a la defensa del agua, un bien finito, vulnerable y esencial para la vida debemos decir que dimos nuestra lucha en contra de la Ley de Riego, promovida por el Banco Mundial entre otros, para favorecer al agronegocio.

Entendemos que es urgente y necesario un cambio en el modelo, en la matriz productiva para asegurar la preservación de los recursos naturales y para promover la soberanía alimentaria, con la producción de alimentos sanos y de calidad que alcancen de manera suficiente a toda la población; porque dentro de las consecuencias del agronegocio ha estado la pérdida de miles de puestos de trabajo, el campo se despuebla, lo sufre la lechería, la granja, la apicultura y hasta la pesca artesanal, ocasiona deterioros en la salud ya que hay plaguicidas en nuestro organismo en el agua y en la comida y definitivamente este modelo no ha contribuido a la erradicación del hambre en el mundo, sino todo lo contrario.

De manera que de continuar aplicando políticas que lo beneficien estará peligrando el patrimonio medioambiental del planeta y también nuestra salud.

El año pasado, el día internacional del medio ambiente hizo hincapié en el cuidado del aire ya que el 90% de la población mundial vive en lugares en donde los niveles de contaminación atmosférica superan los niveles de seguridad, y por estas consecuencias mueren alrededor de siete millones de personas.

Este año el slogan es un poco ingenuo y falto de inteligencia... "Siete mil millones de sueños. Un solo planeta. Consume con moderación"... apuntando según se ha indicado al uso eficiente de los recursos, la producción y consumo sostenible.

Siguen haciendo gárgaras con la eficacia y la eficiencia, pero siguen sin cuestionar el nefasto modelo. Evidentemente deben ser muy diferentes los sueños de los mil millones de personas que a nivel mundial tienen consumos nutricionales básicos insatisfechos, es decir que pasan hambre, al del 1% de la población mundial que acapara por lo menos el 50% de la riqueza total mundial.


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