Los grandes desafíos de la Unidad Popular | Columna
- Gonzalo Abella
- 22 may 2020
- 3 Min. de lectura

Alguien nos sugirió que una organización política numéricamente pequeña, como la UP, debería proponerse metas de acuerdo a su tamaño. Eso significaría, en la lógica del parlamentarismo burgués, disminuir la radicalidad de su Programa, negociarlo, y buscar así alianzas mayores.
No descartamos alianzas para temas o momentos concretos, pero partimos de otra lógica. La Humanidad vive su última posibilidad de sobrevivir, y eso significa que es necesario derrotar, hacer desaparecer, al Capitalismo a escala mundial. Y esta batalla tiene un plazo máximo: el siglo XXI. No habrá otra oportunidad.
Los pueblos ya luchan, y lo hacen heroicamente, contra los abusos del Sistema en el plano laboral, en el plano social, en el ambiental, en el de las reivindicaciones sectoriales, en defensa de los territorios saqueados y contra todo tipo de discriminación; pero aún los pueblos no construyen las herramientas políticas con fuerza para disputar el Poder Político al capitalismo imperialista. Un laberinto de oportunismos y falsas izquierdas dificulta y enlentece la organización popular en el plano político.
La ausencia de una fuerte herramienta política pasa a ser la carencia principal de los pueblos en vísperas de su combate final. A escala de nuestro país, tan sólo la UP, por ahora, es el embrión de ese instrumento necesario.
Lo más importante que ya tiene la UP es el Programa. Es fruto de una elaboración colectiva, y recoge además la experiencia acumulada en la lucha de los pueblos y en especial del nuestro. En efecto: nuestro pueblo acumuló experiencias en la resistencia a los embates reaccionarios, en las acciones ofensivas en una situación pre revolucionaria y en las batallas libradas cuando se vivió una etapa abiertamente revolucionaria, como fue en los tiempos de Artigas.
Nuestro Programa se actualiza y se profundiza, pero sus fundamentos no se revisan, porque son la razón de ser de la UP. El Programa define las tareas urgentes, primarias e imprescindibles, para romper la dependencia con las Trasnacionales y salir del sometimiento político y militar a los designios imperiales. Estas tareas urgentes son las que resuelven la Liberación Nacional, la cual a su vez prepara el paso revolucionario al Socialismo, entendido como un Modo de Producción antagónico con el actual.
Del análisis de la coyuntura, y de las tareas urgentes, surge precisamente la posibilidad de una política de alianzas, incluyendo la tarea de encontrar compañeros de ruta para la fase anti imperialista de nuestra revolución. Eso sí: en aras de una mayor alianza jamás renunciaremos a proclamar sin vacilaciones nuestros objetivos finales.
De todo lo anterior se desprende la definición de los métodos del trabajo político. Además, la actual Pandemia nos enseña que la coyuntura puede cambiar bruscamente y que debemos estar preparados para seguir funcionando aún en las situaciones más adversas. Siempre debemos fortalecer nuestra organización propia desde la base y afianzar los nexos de ida y vuelta con los movimientos sociales y ambientales. Asimismo debemos consolidar la capacidad de respuestas programáticas, organizativas y movilizadoras para cada desafío. Recibimos y valoramos el aporte de técnicos y científicos anti imperialistas para que asesoren nuestro rumbo, pero sin reemplazar jamás la decisión soberana, la toma de decisiones que corresponde sólo al pueblo organizado.
En este marco complejo enfrentamos las Elecciones Departamentales de septiembre. Hemos aprendido en carne propia la discriminación y la inequidad de estos eventos de la legalidad burguesa, pero aún en esta situación en que todavía somos débiles, no rechazaremos la participación electoral; usaremos con entusiasmo, con convicción, cada resquicio por el cual podamos expresarnos. Sin ilusiones, con firmeza, vamos caminando hacia el único futuro posible para la Humanidad.
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