En clave de Patria
- Gonzalo Abella*
- 1 feb 2018
- 9 Min. de lectura

Si en nuestra sociedad no hubiera conflictos antagónicos, irreconciliables, la clave del buen gobierno sería, simplemente, administrar mejor. Precisamente la única crítica que blancos, colorados, novikistas e “independientes” le hacen al Gobierno es la falta de eficiencia y la falta de transparencia de la administración. Porque toda esta oposición piensa, en el fondo, que el sometimiento a las trasnacionales y al Banco Mundial es el único modelo posible de Estado.
La UP - AP sostiene el punto de vista opuesto. Una cosa es la inversión extranjera, allí donde se necesite, recibida en condiciones de soberanía e igualdad; y otra cosa es la actitud servil ante el saqueo que nos mata el agua y la tierra, que todo lo privatiza y extranjeriza, que mata la esperanza de la gente en el campo y la ciudad. Son dos programas opuestos porque expresan intereses opuestos, irreconciliables. Entre las trasnacionales y sus gerentes gubernamentales por un lado, y el pueblo trabajador por otro, hay un conflicto antagónico ya inocultable.
Los conflictos previsibles saltan a luz de una forma siempre impredecible; sus propios protagonistas, a veces, no tienen una clara conciencia de las causas verdaderas que originan su problema, pero saben que hay que moverse por soluciones.
Los pequeños productores rurales, por ejemplo, asfixiados de deudas e impuestos, aprendieron que el actual Gobierno no va a atender sus reclamos; pero entre ellos, muchos todavía creen que la Asociación Rural sí los comprende y los apoya. Cuando empiezan a sospechar que no es así, se reúnen como “auto convocados”; pero de ahí a romper con la Asociación Rural hay un largo paso, que sólo se dará cuando se profundice la lucha y se aclaren mejor los campos. Por su parte, el Gobierno desea que desaparezcan todos antes de que esta conciencia se profundice.
A los “auto convocados” del campo se les sumó de todo. Por un lado el pequeño comercio urbano, igualmente afectado por impuestos y deudas usurarias, y por otro los peces gordos que esperan sacar su propio beneficio de los reclamos rurales y que ante todo quieren controlar que los pequeños no cobren vuelo autónomo. Por su parte los “auto convocados”, que carecen de recursos propios para seguir movilizándose y reunirse indefinidamente, abandonando su predio y su trabajo, piensan que la amplitud y el aporte de los platudos dan fuerza y visibilidad a sus reclamos. Manejan un delicado equilibrio detrás del cual ya hay posturas tácticas diferentes, que se irán diferenciando aún más.
Para la UP este sector de campesinos pequeños y medios y de economías familiares, sector que incluye a los colonos endeudados, es de vital importancia. Si nos planteamos realmente un proceso de liberación de la Patria de las cadenas trasnacionales, o si vamos al menos (al ritmo que se pueda) recuperando independencia, este sector es el que nos garantizará la soberanía alimentaria y nos enseñará a consolidarla. la única crítica que blancos, colorados, novikistas e “independientes” le hacen al Gobierno. El sector rural más combativo, el de los asalariados agrícolas, ha sido desprovisto de cultura productiva. Por ejemplo, los obreros de las forestales ya viven en centros urbanos y el transporte de la empresa los traslada cada día a la plantación; aún los que viven en campamentos de las trasnacionales no tiene arraigo rural.
Pero ¿dónde encontrarnos con los “autoconvocados”, dónde manifestarles nuestro apoyo y explicarles nuestro programa? ¿hay que ir donde están o esperar que se separen las aguas? De todos modos, múltiples hilos invisibles unen la UP a este sector; más aún, algunos de los “auto convocados” más activos son de la UP. Ellos nos dirán cómo apoyar; pero hay otros frentes que pueden convocarnos a un trabajo conjunto. Por ejemplo, si los “auto convocados” empiezan a comprender la amenaza que significa para su supervivencia la siniestra Ley de Riego, sobre la cual aún no se han pronunciado, hay un amplio campo de trabajo conjunto con la coordinación que se reúne en FOSE . Todo hace prever una dolorosa pero necesaria ruptura en sus posturas; apoyaremos respetuosamente a los que luchan. Por ellos y por todos nosotros, lo haremos pensando en clave de Patria.
* Escritor e historiador. Integrante del Coordinador Nacional de la UP
Columnas anteriores:
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Tiempo de convocar lobizones
La inmensa mayoría de la Humanidad tiene creencias sobrenaturales de algún tipo, vinculadas o no la las grandes religiones mundiales. Nuestro pueblo no es la excepción.
Caminar junto al pueblo, acompañar sus luchas y proponer caminos políticos para su realización, implica conocer su Imaginario Colectivo y reconocer sus raíces. Podemos adherir al Materialismo Dialéctico o a cualquier otra doctrina filosófica universal, y al mismo tiempo entender, e incluso disfrutar, de la sabiduría popular que se oculta tras el ropaje de la religiosidad del pueblo. Frente a la manipulación ideológica de las iglesias del Poder, la resistencia popular se vinculó muchas veces a creencias sobrenaturales.
Nadie nos impide difundir nuestra ideología, y al mismo tiempo comprender que las tareas de liberación nacional exigen, como en 1813, “promover la libertad civil y religiosa en toda su extensión imaginable”. Este respeto no excluye, sino que se complementa, con el derecho de todos a una Educación Científica.
Es interesante mapear las creencias más extendidas y buscar nexos con la realidad y con la memoria.
Tomemos el caso de las casas embrujadas. En el campo les llaman “casas asombradas”, o sea, pobladas de “sombras” que se expresan en forma sonora o visual. Los relatos se concentran en viejos cascos de estancia en zonas donde hubo masacres; son típicos los relatos de casas asombradas en la zona del Salsipuedes y de otros parajes donde se extendió el genocidio contra los charrúas. En la estancia “del viejo Bonifacio” se refugiaron familias charrúas, y por las ventanas de su cocina de piedra fueron fusilados niños y mujeres; cien años después, el heredero mandó tapiar la cocina porque decía que por la noche sentía alaridos. En la casa que habitó el genocida Rivera, en Durazno, los serenos decían que por la noche en sus mazmorras se sentían gritos y arrastre de cuerpos encadenados. En una casa de Malvín, en pleno Montevideo, donde se torturaron presos políticos durante la última dictadura, los vecinos (¡en los años 90!) decían escuchar gritos de agonía. ¿Espíritus, o es que simplemente la memoria colectiva, reclamando una justicia que aún no llega, produce sueños y visiones?
Tomemos las leyendas sobre personajes populares. Al matrero Aquino se le atribuyen cualidades casi sobrenaturales. El pobrerío rural, derrotado en tiempos de Saravia, incomprendido por el proletariado urbano de la época, vio en “el último matrero” la encarnación de sus sueños derrotados y lo adornó de todas las virtudes y protecciones sobrenaturales que pudo imaginar.
Y ahí están los lobizones. La trágica historia de discriminación del pobre que es diferente, se compensa en la solidaridad paisana al atribuirle poderes que lo hacen temible.
La persecución a las sanadoras tradicionales, que proviene de la Edad Media, fue implacable en nuestro suelo. Supersticiones y saberes ancestrales fueron condenados y menospreciados juntos. No se estudiaron los aportes de los saberes tradicionales ni la poesía mágica de las creencias, expresiones ambas de un mestizaje cultural extraordinariamente creativo.
Los cultos afroamericanos fueron factor de resistencia contra la trata de esclavos. Después, en los conventillos urbanos expresaron la dignidad de los más explotados y la resistencia espiritual de los hasta hoy discriminados.
Bajo nuestras banderas de Liberación Nacional., que convocan al Socialismo Científico, al Cristianismo popular, al Humanismo en todas sus corrientes, al Batllismo social y al saravismo patriótico, deben marchar también los orixás guardianes de la Naturaleza y todos los lobizones que no teman al amanecer.
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Tiempo de renacer
Si exceptuamos algunos Estados que luchan dignamente por su soberanía, la mayoría de los países subdesarrollados como el nuestro son dependientes del Sistema Imperialista que los saquea y los oprime.
A veces la opresión es abierta, y se expresa como dictadura terrorista claramente subordinada al Capital Financiero. Otras veces, como en nuestro caso, la opresión se ejerce mediante un laberinto legal que consolida sutilmente y oculta por un tiempo la entrega y el saqueo ambiental. El más abyecto de los casos (y quizás el más eficiente) es la entrega de la Patria con disfraz de falsa independencia, “realismo” y “progresismo”.
Es más fácil luchar contra una opresión abierta que contra una opresión sutil que maquilla sus garras y las esconde mientras puede. Claro, la entrega del país al imperio y a las trasnacionales también es, por las dudas, entrega de datos sobre la población a los poderes centrales, no sea cosa que alguna vez la represión local necesite de su apoyo.
La primera señal de descomposición del disfraz es el olor a corrupción que lo va penetrando todo. El Poder entonces afila sus garras por si acaso.
En cada Estado sometido al neoliberalismo, en cada pueblo humillado por la opresión hay una memoria acumulada de resistencias populares. En nuestro caso, los tiempos de Artigas fueron una síntesis, una confluencia de rebeldías anteriores, reunidas en el territorio multiétnico del Mundo Gaucho. A comienzos del siglo XIX su Programa expresó la alianza consecuente de los desheredados y de los pequeños y medianos productores rurales. Su derrota dejó para nosotros la misión planteada en 1815: expropiar a “los malos europeos y peores americanos”,
Después, en el Estado-tapón, la lucha por la tierra fue una constante casi ignorada por las corrientes inmigrantes provenientes de Europa, cuyos hijos escribieron desde Montevideo, unilateralmente, nuestra Historia.
A comienzos del siglo XX, esa misma inmigración nos trajo el pensamiento socialista, que generó un poderoso y combativo movimiento obrero, pero que sólo muy lentamente fue comprendiendo e incorporando a sus banderas las memorias locales de la rebeldía
Recién en las marchas cañeras de los ‘60 el reclamo de tierra para el quela trabaja se incorporó a la lucha de los asalariados.
La historia reciente es conocida. La herramienta política nacida de la resistencia, el FA, fue quedando en manos de los neoliberales. El mascarón de proa puede provenir de La Teja o de una familia de floricultores, pero la materia gris siempre piensa en modo Banco Mundial. Y a la base militante, que proviene de generaciones que lo dieron todo para el triunfo, le es difícil y doloroso aceptar la estafa; ni hacia adentro, cuando rastrillos de izquierda le prometen una renovación ya imposible, ni hacia afuera, cuando le afirman que Lula es un mártir de la transparencia.
Si pensáramos que sólo en la UP-AP está el análisis lúcido, seríamos suicidas. Por múltiples caminos otros han llegado o van llegando a las mismas conclusiones. La UP es sólo una herramienta, la mejor que tenemos, para un tiempo que se avecina, un tiempo del que ya no puede haber marcha atrás, porque si fracasamos sólo habrá muerte y desolación. Pero no hay posibilidades de fracaso en el asalto al tiempo definitivo. Es tiempo de renacer.
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Lucha de clases en el campo
En el Uruguay rural de hoy, la contradicción fundamental no es entre pequeños productores y latifundistas. Es el enfrentamiento entre un Modelo Neoliberal Gubernamental (apoyado por trasnacionales y latifundistas), contra el pueblo que resiste la Ley de Riego, el fracking, el saqueo ambiental, la entrega. En esta lucha ambos bandos disputan la cabeza y el corazón de los pequeños productores. Los latifundistas, tratan de disfrazarse como sus voceros, mientras un sector de pueblo ya organizado, apoya la movilización independiente de los de abajo, y busca sumarla a la lucha de los asalariados rurales y urbanos.
El Gobierno neoliberal prefiere entenderse con la Asociación Rural. Ésta introdujo sus voceros en el acto del 23, y dio sus señales; hay muchas cosas bien hechas, afirmó; el Ministro Aguerre fue un gran tipo, NIn Novoa también; pero hay que bajar los costos del estado y devaluar; con eso se arregla todo. El vocero político de la ARU, el Partido Nacional, dice apoyar las demandas “en tanto sean por métodos pacíficos” (o sea, bajo el control de los grandes) e insiste en una gran devaluación, TLCs y baja de los costos sociales del Estado.
El oficialismo político presenta esta propuesta reaccionaria como si fuera la voz de los auto convocados; por eso vale la pena acudir a la proclama que los auto convocados presentaron ese día. Por razones de espacio simplemente transcribiré fragmentos de la Proclama casi sin comentarios. Ahí van:
“…e) Eliminar campañas publicitaras del Estado que no apunten a temas sanitarios o de desarrollo. Basta de autobombo.
“i) Mantener las políticas sociales, la inversión en Salud y Educación, pero buscando su mayor eficiencia
“j) … desarrollar la cultura del trabajo(…) que el precio del gasoil sea a paridad de importación y que la ineficiencia la pague quien la tiene que pagar, no la Sociedad.(…) Todos sabemos que existe un margen importante para la baja del costo de la energía eléctrica(…)el precio actual recubre la necesidad de recaudar para rentas generales que no es la función de UTE y nunca debió serlo. Estamos cansados de pagar las deudas de otros; que cada uno se haga cargo de sus compromisos (…) reperfilamiento de la deuda con períodos de gracia evitando que sigan desapareciendo empresas donde las más chicas son las más comprometidas. (…) A los pequeños colonos con deudas ante Colonización, muchos de ellos con riesgo de ser expulsados, deben suspenderse las ejecuciones para abrir una mesa de diálogo para que no se vaya un productor más y todos puedan vivir de lo que producen. Este sector y los productores chicos necesitan además apoyos diferenciados que incluyen exoneraciones impositivas nacionales y departamentales así como BPS.
“Nuestra función es poner el tema del atraso cambiario arriba de la mesa (…) la herramienta para solucionarlo debe contemplara otros sectores de la Sociedad que tienen deudas en dólares e ingresos en pesos como puede ser un trabajador que ha comprado en cuotas.
“Desde aquí exigimos a los partidos que presenten propuestas claras y concretas del desarrollo del país. No queremos más slogans bonitos desarrollados en una empresa publicitaria”.
¿Hay aquí una denuncia contra la Ley de Riego, contra las trasnacionales saqueadoras, contra el cáncer del servicio de la deuda? Todavía no. Pero ya se plantean medidas concretas que apuntan contra el corazón de la estrategia neoliberal y latifundista. Y lo más importante: se diferencian del proyecto neoliberal.
No es una lucha ajena a nuestro destino común; al pueblo trabajador le afectará mucho hacia dónde vayan los pequeños productores en su angustia. No podemos permanecer neutrales o indiferentes.
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