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Churi

  • Gonzalo Abella*
  • 18 oct 2017
  • 2 Min. de lectura

Preferí que pasaran más horas desde su fallecimiento para escribir sobre el periodista y militante Efraín Churi Iribarne. Cuando algo es muy grande, se necesita alguna distancia para apreciar su totalidad.

Nos unía el ser veteranos y haber estado vinculados al Partido Comunista en nuestra lejana juventud. Para ambos, el compromiso político no fue algo pasajero; lo sentimos como parte de nuestra identidad más esencial. Y cada uno por su lado, sin conocernos, entendimos perfectamente una enseñanza fundamental de Lenin: cuando una herramienta política se echa a perder, cuando hay que optar entre los grandes objetivos de la revolución o la permanencia en el casco protector de la herramienta mellada, hay que optar por lo primero. En su tiempo, Lenin rompió con el partido mundial de la clase obrera, el partido mundial fundado por Marx y Engels, porque al resurgir había caído en manos oportunistas. Y tuvo que recomenzar de cero. Churi se alejó del partido llamado comunista precisamente para seguir siéndolo. Y nos encontramos finalmente en la casa de otros compañeros entrañables, en la radio 36; él, como periodista excepcional de trayectoria consecuente; yo, como columnista invitado.

Fuera de micrófono bromeamos, compartimos adhesiones deportivas y preferencias musicales, y evocamos la gesta soviética con la absoluta convicción de que la bandera roja volverá a ondear en el Kremlin. Él seguía vinculado, por razones profesionales, a la actual Embajada de Rusia y a la agencia de prensa TASS, pero la verdadera razón de ese vínculo tenía razones afectivas. Planificaba un viaje a Moscú lo más temprano posible, antes del Mundial, ”mientras la salud acompañe”.

Más allá de que la 36 es una familia, me atrevo a decir que había una afinidad especial, generacional, entre los dos veteranos que la frecuentamos (Guillermo y yo) y este periodista jugado y excepcional. Churi era juvenilmente travieso e irónico, pero a veces bastaba una mirada en silencio, para mostrarnos su orgullo por los jóvenes, por la nueva generación de periodistas militantes de la 36. Ayudó a que este relevo creciera a su lado y al lado de los otros experimentados colegas que aún son jóvenes, o al menos más jóvenes que nosotros. Porque para Churi el periodismo era responsabilidad, información, colectivo, militancia y preparación de relevos.

Había otra área de intereses comunes: la devoción por Leandro Gómez, Magdalena Pons, Aparicio Saravia y ante todo por ese gigante latinoamericano que fue Felipe Varela.

Pienso lo difícil que se hace cada día, en cada “amanecer de la comunicación”, entrar a un estudio que se llama “Germán Araújo” y no preguntar a qué hora llega Churi. Está tan metido ahí que se lo irá extrañando de a poco, en retazos entrañables. Y cada evocación traerá la memoria de una anécdota de las que no deben perderse.

(*) Maestro, historiador, integrante del Coordinador Nacional de Unidad Popular

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