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Páginas de mi diario: 13

  • Gonzalo Abella*
  • 14 sept 2017
  • 2 Min. de lectura

Entre turbulencias políticas y destacadas noticias deportivas, se avanza discretamente en un nuevo golpe, de terrible impacto, contra nuestro patrimonio natural. En efecto: avanzan los acuerdos para la pastera UPM II, sobre nuestro Río Negro. Será aún mayor que UPM I y sobre un río de mucho menor caudal. Al saqueador se lo recibe con ferrocarril, el mismo que se le quitó a la gente, el mismo por el que habrá que aumentar la deuda que pagaremos todos.

Vale la pena recordar el último informe oficial sobre UPM I, la de Fray Bentos: el titular de la noticia era que no contaminaba, y la letra chica decía que “no contamina sobre los niveles autorizados, excepto en cinco indicadores en los que la contaminación sí los sobrepasa”.

Ya el Gobierno no presenta a las pasteras como la vía hacia “un país de primera”. Están lejos los tiempos en que un ministro anunciaba que iría a beber las aguas incontaminadas que saldrían de UPM. Pero nadie escucha las voces de alarma de los pescadores aguas abajo del Río Uruguay, como nadie quiso oír las advertencias tempraneras de Delia Villalba y de los vecinos de Gualeguaychú, quienes terminaron acusados ante juzgados entrerrianos por defender lo nuestro..

Pero el Gobierno exhibirá disminución del desempleo y elevación de índices económicos en período preelectoral. La desolación posterior… que la asuma el que sigue. El campo sigue muriendo y las nuevas demandas de monocultivos forestales acelerarán su agonía.

Ya se avanza en los convenios laborales para UPM II. Jerarcas conocidos de la cúpula sindical aparecen sentados a la mesa con los saqueadores extranjeros y con los burócratas gubernamentales. Aparentemente están allí para garantizar derechos laborales, pero realmente están ahí para sellar el pacto de no agresión. Ni una palabra, ni allí ni afuera, sobre soberanía, tierra, Patria; ni una palabra, ni allí ni afuera, sobre un modelo alternativo que proteja la producción nacional, que cuestione al menos las zonas francas.

“El Río Negro ya está contaminado, y los niveles de fósforo aumentarán apenas un 2%”, nos dicen.

Los isabelinos se dividen. Muchos jóvenes piensan que por un tiempo habrá trabajo estable; afirman que la contaminación sólo es tema para los ecologistas que ya tienen empleo. Otros se alarman porque saben lo que llegará después. Fray Bentos no está tan lejos.

Los que conocemos y queremos el paisaje tenemos una herida adicional. Pero redoblamos los esfuerzos para recuperar la alegría, que ya no está lejos.

(*) Maestro, historiador y escritor. Fue candidato a la Presidencia por Unidad Popular e integra su Coordinador Nacional.

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