Gobierno causa manifestaciones en la educación, y después pide “por favor”
- Prof. Andrés Freire
- 22 ago 2020
- 3 Min. de lectura

Llevamos 5 meses de Pandemia y de gobierno multicolor; ambos coinciden no sólo en el tiempo, sino en parte en la esencia. Aunque seamos claros, nosotros No adherimos al relato de quienes sostienen que pasamos del “paraíso perdido” al infierno en la tierra. A nuestro juicio los cambios negativos que estamos experimentando en algunas áreas (no todos lo son) son la continuación de las tendencias más regresivas del período anterior; si ahora hay rebaja salarial, es porque ayer hubo congelación.
El gobierno está en la fase final de elaboración presupuestal. Sacando nota de las lecciones de los anteriores, elige mantener la tragicomedia de la “negociación colectiva”, y de la misma forma en que sus predecesores enterraron la promesa de los 6%, estos entierran aún más rápido su promesa de mantener los salarios reales. Las protestas abundan.
En nuestra enseñanza, se anuncian grandes transformaciones de la mano de los herederos de Germán Rama y con la pluma intelectual de Eduy 21 por atrás; es decir con el apoyo de la coalición multicolor y buena parte del progresismo, incluyendo como dice vulgarmente “los que cortan el bacalao”. Recordemos que en el período anterior solo hubo dos partidos que condenaron esas iniciativas: la UP y el PT, el resto las avaló, además sin costo, ya que aun sabiendo esta realidad, numerosos dirigentes sindicales que posaron y posan de “clasistas” e “independientes” escribieron una lastimosa carta pública e impúdica de apoyo al otro candidato en disputa, con ideas similares, que además ya había manifestado que no se ataba a ningún programa y que el que iba a decidir era él.
Algunas de esas iniciativas podrán ser compartibles: ¿Quién se puede oponer a que los docentes efectivos elijan sus horas por más de un año, si se dan una serie de garantías como estabilidad en los grupos, planes y programas y posibilidad de reubicación? Otras son a discutir y ver los detalles, como por ejemplo el cambio planteado en los bachilleratos, ¿será en un subsistema o en los dos? ¿Desaparecen los bachilleratos tradicionales y se consolidan los tecnológicos? ¿Qué tipo de bachillerato se plantea? ¿Qué opinan las ATD, serán tenidas en cuenta o solo a los “expertos”?
Y otras son claramente de entrada inaceptables, como todas las que tiendan a cambiar el Estatuto del Funcionario Docente sin previa negociación colectiva. Y por negociación decimos negociación de verdad -no diálogo, no intercambio de monólogos, negociación donde cada una de las partes logra solo una parte de lo que quiere y se realizan concesiones mutuas; sino no es negociación, es otra cosa.
Porque el objetivo central de tanto planteo reformista no es educativo; es administrativo y laboral. Su intención final, lo han manifestado en cuanto documento hay, es que el docente pase a depender de la contratación directa por parte de un director, el director gerente. Lo mismo sucede con extender el tiempo de trabajo anual sin una compensación económica acorde, entre tantas otras iniciativas. Todas estas cuestiones conducen a un posible conflicto de una magnitud muy grande, si el camino es la receta ya conocida de cooptación por un lado e imposición por la otra.
Hay cuestiones que casi ningún docente va a aceptar. Por supuesto que el gobierno tiene todas las herramientas para imponer sus planes, pero solo atravesando por un camino que dejará consecuencias y heridas abiertas. Espero estar equivocado.
El escenario actual es entonces, rebaja del salario real en el presente inmediato e imposición de cambios de base en la educación pública. Y en ese escenario la actual autoridad máxima de nuestra educación escribe “Por favor” en la red social del pajarito, adjunto a un comunicado del MSP que pide guardar ciertos cuidados en las manifestaciones.
Ese “Por favor” en todo caso debería estar dirigido hacia las autoridades de la OPP, y su titular “Por favor”, “evitemos las manifestaciones garantizando el mantenimiento del salario real y los puestos de trabajo”, “por favor, que la gente no tenga que salir a protestar porque se recorta el gasto en salud y en educación”, y también debería llamar a una profunda reflexión interna, “¿que estoy haciendo yo, para evitar conflictos en vez de provocarlos?”.
Con mascarillas y sin mascarillas, la inmensa mayoría de los docentes estamos dispuestos a hablar, acordar y negociar; pero la actual pandemia no debe ser una excusa para imponer pasivamente una agenda que rechazamos en su esencia.
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