Ante la desocupación y el hambre Resistencia unificada
- La Juventud Diario
- 18 jul 2020
- 2 Min. de lectura
En los últimos meses la crisis que golpea a nuestra sociedad, va dejando claro que son los trabajadores los más afectados por la recesión y la pandemia sanitaria.
Nunca como hoy la vivienda, la salud y educación necesitan de una nueva política que cambie los ejes productivos a favor del desarrollo nacional y de las clases populares. Nunca como hoy cobra una vigencia superior las propuestas emergentes de la Unidad Popular, en los temas referentes a la construcción de viviendas, el transporte, los alimentos y la educación.
Si se observa lo que viene sucediendo en estos días donde los niveles de desempleo y la reducción de los costos son progresivos por parte de las empresas, las salidas que se ofrecen como lo único posible por parte del capital es la rebaja del salario y la optimización de la ganancia. Todo ello, claro está, se expresa con un intento de un manto de unidad nacional “responsable” por parte de las cámaras empresariales, que han acordado en una memorable y trágica rebaja salarial, junto a la dirección oficial de los sindicatos mayoritarios que han aprobado dicha situación.
Lo cierto es que en el movimiento social la realidad es diferente, pues las nuevas condiciones que imponen las leyes represivas, los miles de orientales indigentes empujados a la miseria, componen un cuadro inocultable para la política dominante y su contenido privatizador, oligárquico y represivo.
La “nueva normalidad”en curso, a diario muestra un incremento de la violencia social y una caída histórica de la economía que afecta a importantes sectores. Mientras, los neoliberales duros y puros coexisten en todos los partidos para asegurar las ganancias a los capitalistas que entran en defensa de sus intereses defendiendo unánimemente el statu quo de sus ganancias y grandes propiedades por el momento intocables, que llevan invariablemente a nuevos y mayores problemas sociales en el país y en toda la afectada economía nacional.
El gobierno ha desplegado a las Fuerzas Armadas en toda la frontera terrestre ejerciendo un control sobre ella, el ministro del Interior con los funcionarios levanta nuevos indigentes de las calles, y cierran las fábricas e industrias que van quedando, pasando a producir nuevos desocupados en forma sistemática.
Sin duda que esta situación que afecta al conjunto de la sociedad, muestra las limitaciones históricas de una política y las limitaciones prácticas de las políticas de privatizaciones y de achiques del Estado, que se han implementado en forma continua durante estos años.
Lo cierto es que existen varios disparadores de la situación, que nuevamente la convierten en crónica, pues en los ya permanentes problemas de la sociedad uruguaya, que no han tenido solución por más que la mentalidad dominante intente machaconamente expresar nuestra “excepcionalidad” social y política relativa.
Desde aquí la única realidad que constatamos, es que con alternancias en la política nacional, los trabajadores y sus familias siempre quedan para atrás, y los ricos y reaccionarios están seguros y contentos, por lo menos por ahora.
El movimiento social y las organizaciones populares tienen un gran desafío: enfrentar esta política y también la mentira.
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