Comunismo y coronavirus | Columna
- Prof. Andrés Freire
- 29 abr 2020
- 3 Min. de lectura

Una Pandemia pone en cuestión viejas nuevas cuestiones: No, no estamos frente al fin del capitalismo, ningún virus hará lo que tenemos que hacer los seres humanos; tampoco se abre una época de fraternidad y amor universal, ni un caos sin nombre, sino más bien un reordenamiento de la cuestión, en perjuicio de los mismos de siempre, con unas cuantas lecciones aprendidas para todos.
El Estado reforzado por mecanismos de control y vigilancia saldrá fortalecido de esta emergencia. Este es un dato a tener en cuenta no menor, como una amenaza potencial mucho más grave para cualquier proyecto emancipatorio, también paradójicamente emergen lazos solidarios en el tejido social con diversas modalidades.
Reducida a la fuerza la espiral consumista, la sociedad se ve obligada a valorar que la salud, la educación y el acceso a una vivienda de calidad deben estar antes en el orden del día que los viajes, los autos, y el sinfín de roperos llenos de corbatas o carteras. Los problemas emergen con fuerza del pasado reciente y lejano no resuelto: ¿y las personas que viven en la calle? ¿Y la violencia de género? ¿Y los enfermos por adicción? ¿Y los enfermos psiquiátricos? ¿Y los ancianos en hogares y “hogares”?
El Uruguay real emerge con toda su fuerza y su violencia, con su dolor y su potencialidad liberadora, la agenda política y económica de la derecha gubernamental y el proyecto de las minorías del progresismo claudicante podrán ser puestos en cuestión cuando salgamos de esta situación: QUIENES SOMOS LA IZQUIERDA TENEMOS LA ENORME RESPONSABILIDAD DE PRESENTAR UN PROGRAMA DESTINADO POR Y PARA LAS MAYORÍAS NACIONALES, ENFRENTANDO A LA VEZ AL GOBIERNO NEOCONSERVADOR Y AL PROGRESISMO POSMODERNO COOPTADO POR LA IDEOLOGÍA QUEER Y SU ULTRALIBERALISMO. En el fondo lo que está en cuestión es precisamente el problema del comunismo.
Paradojas de la historia, la epidemia de Coronavirus causa estragos principalmente en el Primer Mundo, mientras en el Tercer Mundo su impacto contra todo lo esperable no es tan terrible. ¿Por qué?: Porque décadas después de su disolución la URSS sigue prestando su ayuda solidaria a nuestro mundo, es la BCG que nos está ayudando, y son los países que no la incorporaron a su esquema quienes un precio más alto están pagando.
Esta vacuna fue inventada por un médico y un veterinario francés a partir del estudio de las vacas lecheras, pero las primeras vacunas tuvieron poca fortuna: trajeron graves problemas de salud a niños que contrajeron la enfermedad, por ejemplo en una localidad alemana mató a 72 de 240 niños vacunados. Las primeras vacunas entonces no tenían buena fama y a su vez eran líquidas. Finalmente, en 1925 los creadores transfirieron los resultados de su investigación a un conjunto de científicos soviéticos, quienes procedieron a perfeccionar la vacuna. De ahí en más se impulsó la vacunación de toda la población y tres años la Sociedad de Naciones, antecedente frustrado de la actual ONU la validó. Hoy dentro de lo poco que sabemos es que dicha vacuna está contribuyendo a ayudar a los pueblos del Tercer Mundo por mecanismos biológicos desconocidos a hacer frente a esta Pandemia. Es por ahora el último de una larga lista de aportes de la Unión Soviética a la humanidad.
Un fantasma emerge desde el fondo de la historia para enfrentarnos a los nuevos viejos problemas de siempre, y guste o no, el comunismo sigue teniendo la respuesta a muchos sino todos de los problemas que nos angustian. En algún momento la Pandemia terminará y nuestra sociedad y el mundo no serán exactamente iguales, pero serán mucho más vigentes nuestras respuestas a las cuestiones planteadas.
Vamos por un programa de soluciones a la crisis nacional, a poner la Salud, la Educación, la Vivienda de las grandes mayorías nacionales PRIMERO, SEGUNDO Y TERCERO, en el orden del día.
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