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Editorial: La santa alianza del sur Misa del gobierno y comunión para legisladores

  • Foto del escritor: La Juventud Diario
    La Juventud Diario
  • 19 feb 2020
  • 2 Min. de lectura

La historia de nuestro país y del conjunto de países de la región está impregnada de relaciones que ha impuesto el desarrollo del capitalismo, provocando enormes desigualdades en la vida económica y social. En estos días que el nuevo gobierno está a punto de instalarse, nuestro país será el escenario de nuevas alineaciones regionales que confirma una vez más los movimientos universales de la política y por otra parte muestra los enormes retrocesos de la sociedad uruguaya en relación al pensamiento dominante, que se ha vivido en los últimos años. En los gobiernos que pasaron se confundió “inversión extranjera” con desarrollo económico y social. Sin embargo hoy se puede observar que este ha sido uno de los motivos mayores para que el Frente Amplio perdiera el gobierno, por los efectos que ello provocó en la vida social del país, que no solo no dio satisfacción a las demandas populares sino que además generó hechos de conciencia que se transformaron en un verdadero retroceso en la conciencia social y política. Siempre se ha dicho, pero a menudo se olvida que los problemas en cualquier parte del mundo terminan más temprano que tarde viviéndolos en la cercanía, por más que aparezcan lejanos. Hace bastante que la vida social es una sola y la gran burguesía para sostener el dominio el capital, ha provocado enormes saqueos y explotación social para amasar enormes riquezas en pocas manos, mientras los pueblos sufren los efectos de este proceso imperial. La mayoría de los procesos llamados progresistas, en los últimos años han fracasado, dando lugar a nuevas intentonas de restauración de las ultraderechas tradicionales y a veces provenientes de alianzas con elementos de las derechas encubiertos de progresistas o pseudo izquierdistas. Ecuador, Brasil, Paraguay, Bolivia, Chile, Colombia, Perú y ahora también nuestro país donde un gobierno de derechas tradicionales asumirá con nuevos desprendimientos de la acción cívico militar aliada al gobierno entrante. Todo ello mientras nuevos golpes contra el movimiento popular se avecinan en un contexto de creciente conflictividad social, pues los recortes siguen a la orden del día y las viejas recetas de endurecimiento represivo vienen a estar nuevamente sobre la mesa, como en otros tiempos, como forma principal de dar seguridad al ordenamiento económico que ha provocado un gran empobrecimiento en importantes capas de la sociedad. La alternancia del progresismo en el poder o en gran parte del Estado solo ha sido posible en los gobiernos pero no en las políticas de gobierno, en las políticas financieras y en lo que hace a los institutos de Defensa e Interior, donde todo se mantiene como ha estado siempre. No es cierto que nada ha cambiado, desde el punto de vista del poder; en la vieja cisplatina, se ha producido un pequeño enroque, se van los masones progres y vuelve gran parte la santa alianza creyente, aunque los dos han sostenido a su manera, lo continuidad inviolable de la misma clase en el poder, esta vez con la bendición de Trump y de Washington. Aunque por ahora todo el mundo “negocia” inclusive, buena parte de los sindicatos.


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