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Editorial: La “hora de los hornos” o la deuda impagable

  • Foto del escritor: La Juventud Diario
    La Juventud Diario
  • 14 feb 2020
  • 3 Min. de lectura

En estos días un gran desaparecido de los últimos tiempos en los temas financieros y políticos ha sido el endeudamiento externo de nuestros países, que hoy cubre todo el espectro social y político de la República Argentina, claro que ello por la vía de los hechos afecta la economía regional y mundial, por más que desde nuestro país se escuchen voces que no somos lo mismo y que Uruguay es diferente. Ayer el ministro del vecino país, explicó largamente la situación económica argentina y expresó en forma fundamentada por qué su gobierno no puede pagar y hacer frente a las obligaciones de los bancos internacionales. Por más que se le dé vuelta al tema la ecuación es sencilla, si se paga se para el país y la ya muy delicada situación de empobrecimiento masivo que allí se vive, alcanzaría niveles explosivos. El actual PBI del país vecino no alcanza para enfrentar su endeudamiento pues está en una proximidad al 100% de sus obligaciones financieras. El ascenso de la deuda a unos 280 mil millones de dólares, expresa claramente su progresión geométrica, lo que se ha transformado en una situación incontrolable. Lo cierto es que si no se camina por la vía del ajuste, lo que iría directamente contra los trabajadores, el camino de la apuesta a un modelo productivo y de industrialización del país es uno de los que nuevamente se pone sobre la mesa como única opción al empobrecimiento colectivo. Nunca se vio en la región los altos niveles de imposibilidad de convivencia, de empobrecimiento colectivo impuesto a través de un mecanismo que no tiene antecedentes tan irracionales desde el punto de vista económico que provoca verdaderos desequilibrios ya crónicos en las economías regionales. Es evidente que la obra mayor que de alguna forma derramó el vaso fue el crédito otorgado a Macri de 50 mil millones de dólares que provocó un verdadero escándalo en el país, así como una crisis sin precedentes que produjo una inflación incontrolada que afectó la vida de los trabajadores y de sectores medios en forma extremadamente grave. Hoy la pulseada vuelve en una nueva vuelta de la espiral, que no ha tenido fin pero que se encuentra en una verdadera cruz de caminos que muestra cómo las recetas internacionales que en todos estos tiempos se han promovido también en nuestro país como agendas salvadoras y no han hecho más que enterrarnos. Aquí por más que los dirigentes políticos se golpeen el pecho diciendo que defienden a los trabajadores, nos han endeudado a niveles muy altos, siguiendo un camino propio pero que en los hechos no tiene mayores diferencias con lo hecho en la región. Es más, toda la logística que se va construyendo está en función de las necesidades de los gigantes vecinos, y a los gobernantes uruguayos hasta por un problema de escala, “cualquier monedita sirve”. Hace ya varias décadas, más precisamente en la de los 80 del siglo pasado, el movimiento internacional por el no pago de la deuda externa, se extendió por el continente a iniciativa de Fidel Castro; aviones de todos los partidos viajaban a dar adhesión a tales demandas continentales de los pueblos, al tiempo que hoy por lo menos en nuestro país salvo excepciones no existe ni una pancarta que lo demande. Lo cierto es que el “viejo topo” trabaja y pone las cosas en evidencia, aunque la política dominante intente taparlo.


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