La democracia, la Suiza de América y el miedo
- La Juventud Diario
- 1 dic 2019
- 3 Min. de lectura

Todos los dioses fueron invocados durante la campaña electoral desde el Frente Amplio a los efectos de retener el gobierno; pero no fueron suficientes, pues finalmente luego de varios días de incertidumbre sucedió lo que no se había producido el domingo pasado, y es el reconocimiento del Ing. Martínez de su derrota en la segunda vuelta. También en estos días nuevamente el narcicismo democrático del pensamiento dominante del Estado uruguayo ha echado un manto ideológico sobre las virtudes de la ex “Suiza de América”, diciendo una vez más que hemos “marcado la diferencia” con la región y el mundo, haciendo gala desde los principales medios de difusión por intermedio de casi todos los dirigentes políticos. Claro está que muy pocas son las diferencias conceptuales en materia programática entre el partido que se va del gobierno y la alianza multipartidaria que asume el nuevo período de gobierno. En nuestro país los retrasos económicos y sociales son múltiples y por demás evidentes, pues los últimos gobiernos no supieron cómo establecer una política que cumpliera en forma satisfactoria con los intereses populares de todo el país. Si bien el gobierno del Frente Amplio garantizó el alternancia, también es cierto que garantizó con creces la continuidad de la política financiera, asentada en una amplia concertación social y política, con constantes privatizaciones que van hasta nuestros días, un creciente endeudamiento y un déficit fiscal que se aproxima al 5%, con desocupación al alza y pasividades que golpean fuertemente al ingreso de miles de jubilados. Lo mismo podríamos afirmar de fenómenos políticos que mellaron fuertemente la unidad del partido de gobierno, expresadas en una fuerte confrontación entre sus integrantes. La liquidación de PLUNA, el desastre de ANCAP que produjo la renuncia del ex Vicepresidente de la República, la dilapidación de dineros públicos con la Regasificadora y anteriormente Aratirí, fueron ejemplos rotundos del desplome de una política y la mediocridad de quienes no supieron administrar el respaldo del pueblo y de los trabajadores. Si algo faltaba por anotar son los enormes emprendimientos de celulosa y sus correspondientes tramos de trenes que están en marcha, y que para ello ha sido necesario un amplio consenso político y social, donde la perspectiva soberana de los trabajadores quedó por el camino pues el país fue sometido al interés del capital extranjero, al agronegocio y a un constante traspaso de la tierra a capitales y empresas extranjeras. Hace mucho tiempo, los intelectuales y buena parte de los dirigentes políticos han sostenido con algo de motivación histórica que nuestro país es diferente, que la democracia es un ejemplo, y que si nos comparamos con los peores “andamos bien”. Sin embargo el latifundio se mantiene, los bajos salarios también, la violencia social ha crecido, y la educación una vez más pretende cambiar para la modernización tecnológica del capitalismo desarrollado. La desocupación crece y el salario baja, también en el siglo XXI, y en la democracia de la “Suiza de América”. Lo que nos surge entonces es que ni la subestimación de la derecha y su papel de recomposición en estos tiempos puede ser un factor a tener en cuenta, pues cuando se promueven políticas irracionales, se alienta el miedo, se descarta la movilización como opción para construir una política antiimperialista y popular, irremediablemente todo vale; pues si algo les faltó es pensar donde se debía que no hay cheques en blanco para siempre. A las políticas de privatizaciones y achique del Estado hay que enfrentarlo con tácticas adecuadas y no solo con mayorías contundentes, que por otra parte existieron pero que no se ejercieron para los trabajadores y sus familias. Ayer murió un trabajador bajo las ruedas de un camión, trabajando casi ilegalmente en repartos de comida, luego de atravesar América rumbo a la “Suiza de América” y a nuestro ejemplo de democracia. Solo encontró en este trabajo la pérdida de su vida, pero aquí seguimos pensando en Maracaná y en la democracia ejemplar que tenemos y muchos padecen.
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