Una larga espera…
- La Juventud Diario
- 24 nov 2019
- 4 Min. de lectura

Por Lorena Jesús
Cuando nos encontramos invadidos con publicidad que nos habla de las mejoras de la salud pública, creí importante compartir mi experiencia. Tengo 31 años toda una vida usuaria de salud pública, con lo cual puedo hablar con propiedad de lo que ha sido la salud pública en todos estos años, y en lo que se ha convertido lamentablemente. Partimos de la base que el acceso a la salud es un derecho consagrado en nuestra constitución, no es un logro del FA. Ya existían antes hospitales y policlínicas públicas a lo largo y ancho del Uruguay. Siendo oriunda de Paysandú, recuerdo a mi madre ir con mis hermanos y conmigo al hospital escuela del litoral, y a la policlínica del barrio residencial del este. Donde nos atendían, nos daban los medicamentos y vacunas que necesitábamos gratuitamente. Recuerdo las largas esperas en la emergencia del hospital escuela del litoral donde había gente como nosotros, trabajadores, que esperaban su turno para ser atendidos. Sería mentir a mí misma decir que nunca recibí atención médica siendo pobre; el tema del acceso a los especialistas era complicado por el éxodo de profesionales a la capital para buscar un futuro más prospero, se iban nuestros jóvenes a estudiar y no regresaban (aun hoy, no regresan), pero habían. Hoy en día nos vemos inundados por todos lados con los beneficios de ASSE y los grandes logros del FA, cuando en realidad omiten un pequeño detalle, desde que se creó el FONASA, a los trabajadores nos descuentan un porcentaje que va desde el 3% al 6% de nuestros salarios para acceder a la salud. Que mayoritariamente ese caudal enorme de dinero termina en manos de los privados, los grandes beneficiarios, especuladores y usureros de la salud, cuando la mayor parte de la población continúa atendiéndose en salud pública. Tenemos publicidad por todos lados que nos aseguran una mejor atención en las mutualistas, nos convidan a probar de la medicina de los “ricos” y sentirnos orgullosos de pisar el mismo suelo que ellos, pero sin tener el poder adquisitivo de pagarnos los tickets, estudios, internaciones, etc. Vemos levantarse edificios de mutualistas privadas como hongos en todo el interior, cuando en realidad una reforma verdaderamente de izquierda hubiera sido que ese dinero fuera para la salud pública y tener un acceso digno para todos. Lo que ocurre en la actualidad es que las policlínicas públicas poco a poco se las va desmantelando, obligan a los usuarios a acudir a los privados mediante convenios (aun sin necesitarlos). Hay esperas de hasta un año o más para los especialistas, y poco a poco el monstruo neoliberal se va comiendo lo poco que queda de lo público. Así se intento privatizar al Clínicas, e ha privatizado a través de las PPP la construcciones en el Maciel y el Pauster, así se tercerizan los servicios de limpieza de ASSE, así ocurrieron contrataciones irregulares en las cuales hubo conjunción del interés público con el privado. Digamos que el FONASA, fue el fertilizante para beneficiar a los mercaderes de la salud. Pero me pareció importante compartir una de tantas anécdotas: Hace dos años acudí a la policlínica Irma Gentiles, por molestia de tener chalazión en ambos ojos. Al notar que los orzuelos no se iban, me aconsejaron ir con especialistas pero me advirtieron que el oftalmólogo demoraba un año para tener fecha en salud pública. Y la opción que me daban era acudir a CAUTE ANTEL (es una Caja de Auxilio, una clínica privada que tiene convenio con ASSE) y por un ticket de $150 más la orden del médico general, te atendían en la semana. Acudí con el problema a este sitio, primero me atendió la dermatóloga y me dio un rosario de medicamentos para terminar con el problema. Que los podía comprar allí por $250 cada medicamento, y si no me hacían efecto, me recomendó acudir al oftalmólogo. El tiempo transcurrió, los medicamentos no hicieron efecto y acudí al oftalmólogo al mismo sitio (pagando nuevamente la orden); me dijo que se extraía mediante una pequeña cirugía que ella la practicaba en la emergencia del CASMU, y me recomendó ir la emergencia del Clínicas. (A lo cual conozco dos personas que con el mismo problema acudieron a la emergencia de Médica Uruguaya y le extrajeron sin ningún inconveniente en el día). Entre todo este tiempo ha trascurrido más de un año, a lo cual llego al Clínicas al mediodía con mi problema. Tenía presente que no era de gravedad y seguramente pase un largo rato en espera; lo que nunca imaginé fue que estaría 6 horas de espera. Siempre valoré el esfuerzo, la dedicación y el amor con que trabajan profesionales y estudiantes, pero lamentablemente no mejora el tiempo de espera para ser atendido. Es la primera vez que estoy en una emergencia tanto tiempo. Claramente mi caso no era de vida o muerte, pero en el transcurso de ese tiempo hablando con los pacientes de allí, una señora que había viajado con su marido el día anterior desde Parque del Plata con una apendicitis, también tuvo la misma cantidad de horas de espera, y así seguí la cola. Me contaba una trabajadora cómo las personas que no tienen donde dormir acudían allí sabiendo de las largas esperas y aprovechan a dormir en los asientos o en el baño, cosa que ahora tratan de evitar. Había muchas personas con problemas de salud mucho más importantes y dolorosos que el mío, y yo me preguntaba dónde está la mejora. Me terminan atendiendo en un conteiner, donde me dicen que no es una emergencia y me dan fecha para el oftalmólogo del Clínicas. Me preguntaban por qué había demorado tanto en ir, contesté que antes agoté todos los recursos dentro de ASSE para poder sacármelos, pero es fácil darse cuenta que el sistema funciona así de descarte, de agotar a los usuarios hasta que terminen por fin yendo a una mutualista. Lamentablemente como estas historias hay muchísimas; soy de las defensoras de la salud pública, pero hay realidades que nos rompen los ojos. Y que hoy nos muestren los grandes éxitos de ASSE, y no hagan una autocrítica sobre lo que de verdad está pasando me parece vergonzoso.
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