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Columna Evaluación personal

  • Foto del escritor: La Juventud Diario
    La Juventud Diario
  • 3 nov 2019
  • 3 Min. de lectura

Por Gonzalo Abella

En el marco de un análisis colectivo aún no finalizado, mi primera preocupación fue saber si mi discurso personal había incidido en el retroceso electoral de la UP. En estos cuatro días dormí poco, participo muchas horas en el escrutinio definitivo en curso, pero sobre todo me dediqué a preguntar sobre este tema a más de cien conocidos (no militantes) y a más de veinte periodistas con los que hemos logrado cierto nivel de vínculo personal. A nivel del Coordinador Nacional de la UP muchos aprobaron mi estilo de comunicación, pero algunos pensaban que mi discurso era demasiado amplio, que no era tan incisivo como debía serlo. Siempre agradecí esas opiniones y procuré tenerlas en cuenta, pero me importaba complementarlas con una visión crítica “de afuera”, y lo más diversa posible. La visión “desde afuera” fue diferente. Entre muchas respuestas amables, que agradezco, aparecieron sólo dos objeciones muy repetidas. Una u otra, o ambas, surgían en una frecuencia de una respuesta de cada veinte. Ellas fueron: 1) en mis intervenciones no condené a Venezuela y 2) critiqué más al FA que a los partidos fundacionales. Todo es opinable, menos nuestra actitud hacia Venezuela. Nunca defendí explícitamente a Maduro; simplemente me negué a definir a Venezuela como dictadura y la definí en cambio como un Estado brutalmente agredido. Lo demás de mi discurso, mis énfasis y mis omisiones, repito, es todo opinable y pido que sea parte de cada debate en la base, pues no lesiona el respeto a mi esfuerzo, que fue el mismo de muchísimos compañeros conocidos o anónimos de esta contienda. Sin rehuir este análisis sobre responsabilidades individuales, que recién empieza y es muy necesario, ahora creo que las causas principales del retroceso fueron objetivas y externas. El avance del fascismo transformó el inconformismo de muchos frentistas en alarma ante la amenaza de lo peor. En ese marco, el rastrillo de izquierda del “cambio dentro del cambio” desató su millonaria máquina demagógica. La oferta simultánea de las unipersonales disfrazadas de partidos opositores, sedujo también a ciudadanos pensantes que nos habían considerado entre sus opciones. No somos electoralistas. Si seguimos convencidos de la justicia de nuestra causa y de la necesidad histórica de nuestro exclusivo programa de liberación nacional hacia el Socialismo, las derrotas nos fortalecen, nos curten. Así debe ser. En las primeras reuniones de base de la UP ya asoma la decisión de fortalecer nuestra inserción en los movimientos sociales, de distribuir boletines locales que circulen regularmente, de recuperar los muros en los que la UP transmite y transmitirá su mensaje al pueblo. Vienen tiempos difíciles. En un plazo máximo de dos años nuestro pueblo estará arrepintiéndose de la opción que haga en este noviembre, sea ella cual fuera. Debemos estar preparados para este tiempo tormentoso que se avecina. Seguimos siendo por ahora la única herramienta política para canalizar la lucha popular por trabajo, salud, seguridad, Educación Pública, calidad de vida en un ambiente sano. No podemos bajar los brazos. Jamás hemos renunciado a un principio por demagogia electoral: he ahí nuestro carnet de identidad. Jamás hemos renunciado a una propuesta concreta que beneficie a las mayorías, aunque esa propuesta no provenga de nuestras filas: he ahí nuestro compromiso. Jamás hemos temido la intemperie y aún desde ella seguiremos construyendo proyectos en el seno del pueblo trabajador y luchando por ellos: he ahí nuestro destino.


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