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Columna La brújula infalible

  • Foto del escritor: La Juventud Diario
    La Juventud Diario
  • 30 oct 2019
  • 2 Min. de lectura

Por Gonzalo Abella

El lunes por la noche salí del local de la UP con un sabor amargo. Es verdad que la derrota electoral tiene múltiples causas. Y enfrentar algunas de ellas estaba fuera de nuestro alcance. Pero eso no exime de responsabilidad a nadie, y mucho menos a mí, que tuve las mayores oportunidades de exponer ante el público nuestra propuesta. ¿Qué hice, qué hicimos mal? Me orientó un Comando de Campaña eficiente y unitario. Nunca faltó dinero para pasajes y gracias a ello salí a recorrer un país cuyo dolor mostraba la urgencia de nuestras propuestas. En las rutas y avenidas aparecían las gigantografías de los candidatos ricos, pero los muros de los barrios fueron mayoritariamente nuestros, por el despliegue de un formidable trabajo militante. En cada lugar me esperó una agenda muy bien organizada de entrevistas, visitas a hogares y organizaciones sociales y reuniones políticas. Nunca me faltó una cama para una siesta reparadora. Pero la comunicación falló en nuestra potencial “periferia” electoral, esa ciudadanía pensante que oscila entre nosotros y muchos otros. Tenemos un “núcleo duro” de 15.000 que ya es irreversiblemente UP, pero la “periferia” marca la diferencia. Si el 10% del núcleo firme de votantes se hiciera ahora militante activo, eso sería la revolución social y pasaría por un salto electoral formidable en el futuro inmediato. Pero pensemos más modestamente en los que pudieron votarnos y no lo hicieron: si el 10% de esa periferia oscilante, que nos mira con respeto, hubiera hecho finalmente la opción por nosotros, hubiéramos crecido electoralmente en lugar de decrecer. Que cada uno aporte ahora su opinión acerca de en qué fallé, en qué fallamos, porque necesitamos ya un relevo que “ponga su pie en mi última huella” y avance más y mejor. Nadie dejará su puesto de lucha, pero el relevo como vocero principal es urgente. Veamos ahora las trabas objetivas que se nos presentaron esta vez. Si cinco años atrás tomamos por sorpresa al Partido de Gobierno, ahora éste tomó todas las medidas para corregir su descuido. El “cambio dentro del cambio” fue una versión del “constancismo” con la misma demagogia pero mucho más eficiente. Al mismo tiempo, la oferta múltiple de partidos pequeños creaba un laberinto confuso de opciones y aparentemente todas ellas eran opositoras. El Partido de Gobierno necesitaba destruirnos o al menos debilitarnos. Si obtenía un cuarto gobierno, nosotros seríamos la denuncia constante de sus claudicaciones. Si pasaba a la oposición, nuestra presencia dificultaba su disfraz nuevamente izquierdista y su estrategia para volver cinco años después. Bien. Seguimos siendo imprescindibles para un futuro de Patria. Ya empezamos a estudiar las formas de un trabajo de base para que el mensaje de la UP siga llegando al pueblo trabajador, a la ciudadanía toda, para seguir siendo trinchera de las causas populares y propuesta coherente de cambio. En forma extraparlamentaria por cinco años transitaremos las redes solidarias que el pueblo va forjando. El lunes salí, como les decía, con un gusto amargo. Caminante perpetuo, pasé por la puerta de un bar donde siempre me saludan con afecto y un parroquiano me dijo: “Ustedes no aflojan, ¿eh? No descansan. Seguro ya están preparando la vuelta para dentro de cinco años”. Es así, hermano, le contesté. Y recuperé la sonrisa.


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