Columna: Encuestas y otros datos

Por Gonzalo Abella Candidato a la presidencia de la República

En el siglo XVIII se dudaba de que el método estadístico pudiera aplicarse a seres humanos. ¿Acaso el ser humano no tiene capacidad de actuar libremente y por ello es impredecible? Ya en el siglo XIX se comprobó por vía experimental la legitimidad de las encuestas. Si el número de encuestados (la muestra) es suficientemente grande y en su diversidad abarca las características diferentes que existen en todo el universo que se quiere investigar, la encuesta funciona. De ella surgirán porcentajes que nos dan información fidedigna de las opciones de los integrantes de todo el universo en un futuro inmediato. La decisión de un individuo concreto del universo estudiado, tiene una alta probabilidad de seguir las tendencias mayoritarias de la muestra. El propio instrumento aclara cuál es el margen de error posible: usualmente se establece en tres puntos por encima o por debajo del resultado de la muestra. El margen de error es menor para las corrientes mayoritarias y mayor para las corrientes minoritarias, pues la ley de probabilidades hace más inestable la presencia de individuos de estas minorías en la muestra seleccionada. Las encuestas actuales también pueden estar sesgadas por una relación contractual entre el que paga y el que ejecuta, y hasta pueden caer en gruesos errores por una inadecuada elección de la muestra. Las sorpresas en los resultados electorales en diversos países lo han demostrado. Aún así, las encuestas son un elemento a tener en cuenta cuando buscamos prever resultados. Tenemos señales muy clara del crecimiento de la UP, pero si las encuestas nos siguen dando entre un 1 y un 2%, sabemos que, sea cual sea nuestro crecimiento, hoy no llegamos al 5%. Ya a comienzos del siglo XX estas investigaciones cuantitativas empezaron a complementarse con estudios cualitativos tales como la técnica de la entrevista. Una forma de conocer el universo sobre el cual actúo, es entrevistar a algunos de sus integrantes. ¿A cuántos? No lo establezco de antemano; después de varias entrevistas llega un momento en el que entiendo que “la muestra está saturada” en aspectos donde las declaraciones de los entrevistados coinciden reiteradamente. Las entrevistas pueden abarcar objetivos de estudio complementarios. A muchos amigos aún frenteamplistas les pido que me den la razón principal para no votar la UP. Las respuestas más frecuentes me dan un insumo importante para la batalla de ideas en su recta final. Las señales provienen de diferentes fuentes, si sabemos leerlas. Podemos usar métodos sencillos. Mirar las fachadas de los edificios, por ejemplo, y ver el número de banderas partidarias desplegadas en los balcones y en las ventanas de las viviendas. En muchos barrios se mantiene el porcentaje entre unas y otras, pero disminuye el número de todas ellas. Comparar ese número con el fervor de embanderarse de quince años atrás, no nos habla de un cambio en la intención de voto, pero sí de su fragilidad, de la posibilidad mayor de incidir en los dudosos y en los poco entusiastas. A veces la entrevista es el producto espontáneo de una interacción humana. En pueblos pequeños y medianos se nos dice que hay miedo de declarar a un encuestador anónimo que se piensa votar UP. En unos casos la dependencia laboral, en otros el chantaje afectivo, pueden hacer también que no se vote la UP por miedo, en un ámbito en el que todos se conocen y el emisor de ese voto sea buscado con lupa. No sólo Manini usa métodos coactivos. Cuanto mejor conozcamos nuestro universo popular, cuanto más sistemático, multilateral y colectivo sea nuestro conocimiento del pueblo, mejor llevaremos el mensaje en estos últimos 15 días de la batalla histórica de Octubre.