Columna: Bienvenido compañero Roberto Kreimerman
- La Juventud Diario
- 31 ago 2019
- 4 Min. de lectura

“… en aquellos períodos en que la lucha de clases está a punto de decidirse, es tan violento y tan claro el proceso de desintegración de la clase gobernante latente en el seno de la sociedad antigua, que una pequeña parte de esa clase se desprende de ella y abraza la causa revolucionaria, pasándose a la clase que tiene en sus manos el porvenir. Y así como antes una parte de la nobleza se pasaba a la burguesía, ahora una parte de la burguesía se pasa al campo del proletariado; en este tránsito rompen la marcha los intelectuales burgueses, que, analizando teóricamente el curso de la historia, han logrado ver claro en sus derroteros”. Karl Marx el Manifiesto Comunista.
Escribe: Prof. Andrés Freire
El jueves 29 de agosto del 2019, uno de los hechos políticos del día que acapara titulares de los medios de comunicación es la adhesión a Unidad Popular de una figura política de primer orden, el ingeniero Roberto Kreimerman, ahora candidato al Senado en la lista 565 de Compromiso Socialista. Que quien fuera un militante histórico del Partido Socialista y ministro en los gobiernos progresistas, de un paso de tal trascendencia no es un detalle menor; no lo es en primer lugar porque aquí no hablamos de una persona que “se enojó” porque no le dieron un carguito. Fácil sería conseguir un buen lugar bajo el sol en un hipotético cuarto gobierno del Frente Amplio, con un presidente también ingeniero y del mismo partido. Su pronunciamiento político ahora le cierra cualquier puerta a un cargo futuro, ¿por qué además quien vendría a una fuerza política que hoy figura en las encuestas con alrededor de 1% buscando uno? Nosotros sabemos que vamos a tener bastante más votos que los que se nos adjudican y de hecho una definición de este tipo nos lo confirma; pero somos conscientes de que obviamente no solo no vamos a ganar las elecciones, sino que además gane quien gane estaremos en la oposición, porque nos enfrentamos no a un bloque ni a otro, es decir no a la derecha tradicional o progresista, no a los desteñidos o a los rosados, sino a un mismo proyecto de país que en lo esencial, es decir el continuismo macroeconómico neoliberal, se mantiene desde la dictadura fascista. Sus declaraciones son claras y terminantes, y confirman lo que nosotros hemos ido diciendo todos estos años; la ausencia de un plan de desarrollo nacional, la destrucción del aparato industrial, la reprimarización de nuestra economía, la ignorancia de las elementales tesis de Presbich, que hoy en la normal y habitual fase baja del ciclo del precio de nuestros productos exportables se confirman una vez más. La apuesta a la inversión extranjera, a cualquiera y a cualquier costo, humano o ambiental, a la liberalización financiera y la tercerización, que ya están destruyendo miles y miles de puestos de trabajo, una opción contradictoria e irreal, basada en supuestos erróneos o directamente falsos, como cuando se nos presenta como gran aporte del tratado de libre comercio con la Unión Europea que se va a poder exportar miel -sí, leyó bien: miel-, mientras el uso indiscriminado de agrotóxicos provoca que las abejas mueran en masa, exista menos miel y a su vez partidas enteras sean rechazadas precisamente en ese mercado. En los cuarenta días finales del progresismo se cumple a su modo y a su forma la sentencia con la que comenzamos esta nota, no vivimos todavía una fase de auge de la lucha de clases, esta es más se manifiesta aún en formas inorgánicas; pero sí es claro que hay un proceso de desintegración del progresismo y su equipo gobernante, en el mismo, algunos de apuro buscan su lugar bajo el sol con los que ven como nuevo Comité de Administración de la Burguesía. Otros en su lugar, se aferran a una nave que se hunde sin remedio, no pueden pensar otra salida, les ganó Harvard, les dijo que era su imaginario portaaviones nuclear, en el que solo viajan como grumetes, o nada, así que ya no saben ni mover un remo, ni nadar, están derrotados en su mente y su corazón y se ahogarán en una piscina en el fondo de su casa, o en un vaso de whisky. Pero hay quienes dan el salto decisivo hacia el futuro, se comprometen nuevamente con la clase que tiene en sus manos el porvenir, “en este tránsito rompen la marcha los intelectuales burgueses, que, analizando teóricamente el curso de la historia, han logrado ver claro en sus derroteros”. Y este es precisamente el paso que se ha dado hoy, quien no lo comprenda, no está entendiendo ni lo más elemental de las leyes de la dialéctica y cómo estas operan en el terreno de la política. Hace un corto tiempo escribíamos sobre la adhesión de la querida compañera Ana Magnabosco al Partido Humanista, hoy escribimos sobre la adhesión del ingeniero Roberto Kreimerman a Compromiso Socialista; pero esos son solo nombres que sobresalen de entre otros muchos, algunos de los cuales los podemos decir y otros no, de maestros, de profesores, de doctores, de ingenieros, y de personas en los lugares más insólitos que nos podamos imaginar que están dando el mismo paso a nuestro encuentro. Hoy no solo somos más y más fuertes que ayer. ¡¡¡Somos Izquierda, Somos Patria!!!
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