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Columna Las ferias

  • Foto del escritor: La Juventud Diario
    La Juventud Diario
  • 27 ago 2019
  • 3 Min. de lectura

Por Gonzalo Abella Candidato a la presidencia de la República

Ahí están “los otros”: con jingles inentendibles y ruidosos. Agitan banderas inmensas, rodean e intentan hacer invisible nuestra mesa, y ofrecen gratuitamente stickers, banderines y hasta bolígrafos con los logos partidistas. La mayoría de la gente los rechaza, pero saben que esa es la ley de la feria: la gente está triste y escéptica, pensando tan sólo en votar lo menos malo. Ellos están para hacer ruido y fingir alegría triunfalista. Nosotros llegamos siempre más temprano e iniciamos el diálogo cuando todavía hay pocos vecinos. No hay rechazo entre los feriantes, pues intentamos no molestar a los que están momentáneamente ocupados en organizar su puesto. Los compradores tempraneros también tienen mejor disposición a oírnos que los que deambulan horas después, en el enjambre del mediodía. Siempre recorremos los puestos más pobres, la peri-feria, donde los excluidos tienden su manto con artículos de segunda mano, que a veces fueron sus efectos personales, y otras veces son partes de engranajes u objetos no reconocibles. Allí la desconfianza es mayor: “ustedes son igual que los otros”, nos dicen. Pero de pronto se dan cuenta que somos los únicos que vamos a ellos, y poco a poco abren sus corazones con testimonios desgarradores. Como casi siempre, ayer uno nos preguntó cuánto pagábamos por repartir listas, y su vecino le contestó antes que nosotros: “¿No te das cuenta que todo lo hacen ellos mismos, que no son como los otros?”. Porque los pobres saben observar. En otra feria un peri-feriante nos recordó que gracias al FA tenía tarjeta MIDES. “Bueno”, le dije; “entonces vamos a hablar de tu vida, de tu trabajo, de tu familia”. Ambos nos contamos cosas y otros formaron una rueda silenciosa en torno a nosotros. No fue mi intención, pero de pronto, mi interlocutor principal se sumió en una gran tristeza: descubrió que alguien o algo había matado sus sueños. Quedamos en seguir hablando, porque hay que recuperarlos. Pero muchos de los más pobres no votan, y algunos de entre ellos confiesan además que no saben leer. Hay que volver al corazón de la feria, porque estamos en campaña electoral. A falta de espacios igualitarios en las polémicas por TV, los muros y los volantes son nuestros mensajes al pueblo. Por un instante, “los otros” nos miran con sorpresa: sin duda tenemos menos rechazo que ellos, se nos respeta más, y nuestra actitud refleja una convicción militante que a ellos les falta, lo que todavía no significa que hayamos ganado los votos que necesitamos, los que la gente necesita aunque no lo sepa. Y ahí debemos crear el clima de diálogo respetuoso para repetir una y mil veces por qué el Gobierno se ha vuelto un instrumento del Banco Mundial y las trasnacionales, por qué hay desempleo y miseria, por qué no hay viviendas, por qué votar a la UP en octubre no altera la competencia presidencial de noviembre, por qué una bancada fuerte de la UP va a ser la aliada más fiel de los reclamos ciudadanos del 2020, cuando el Gobierno busque que la crisis la paguen tanto el pueblo trabajador, como los jubilados y los niños. Debemos explicar una y mil veces que, siendo ambientalistas consecuentes, no somos lo mismo que esos partidos opositores personalistas, nucleados verticalmente alrededor de un líder individualista, porque estos personajes, si llegan al sillón legislativo, son tragados por el sistema que los envuelve, los halaga, y los confunde. Ni siquiera tendrían tiempo de leer la letra chica de proyectos de ley que traen artículos no anunciados en su título. ¿Cómo explicar que el diputado de la UP pudo hacer todo lo que hizo porque somos un colectivo horizontal, moviéndose dentro de un colectivo mayor? Por el despacho de nuestro diputado circulan constantemente trabajadores con propuestas y denuncias, profesionales que no se venden, madres angustiadas y grupos discriminados. Tenemos la organización para ello, y de ella salen hilos invisibles a todos los puntos del país, y a cada causa se le da seguimiento por un equipo de relevo joven, relevo integrado por los diferentes partidos de la UP, que se complementan en el apoyo a la población y defienden sus propuestas. Las ferias te enseñan y te muestran todo el camino que aún queda por recorrer. No hay pausa. Vale la pena.


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