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Columna humanista Un espejismo peligroso

  • Foto del escritor: La Juventud Diario
    La Juventud Diario
  • 23 ago 2019
  • 2 Min. de lectura

¿Cuántos sedientos de orden y probidad administrativa pueden ser engañados por el espejismo electoral que representa Guido Manini Ríos? Un espejismo es una ilusión óptica por la que objetos lejanos aparecen reflejados como si se estuviera contemplando una superficie líquida que, en realidad, no existe. Se conocen casos de personas que siguiendo un espejismo, han muerto de sed en un desierto. La candidatura del ex comandante resulta atractiva para un sector de la ciudadanía uruguaya que reclama seguridad. Cabe imaginar que esos votantes sienten que hace falta “alguien que se haga cargo del país”, alguien que no dependa de las viejas estructuras partidarias tradicionales, que tenga las manos libres para hacer lo que políticos profesionales no se atreven. Con Manini se reaviva el caudillismo. Su formación militar verticalista le da chapa de hombre fuerte al que no le tiembla el pulso para castigar al que no cumple con su deber. Se le atribuye un alto sentido del honor, porque se supone que la lealtad y la honestidad son inherentes a su profesión. ¡Todo un enorme espejismo! Tal como cuando un extenuado caminante en el desierto comprueba que no había agua donde creía haber visto un oasis, puede que algunos uruguayos comprueben tardíamente que el caudillo en quien confiaron no era lo que creían. Es de esperar que la mayoría no tenga que experimentar esa desilusión, pero no hay que desestimar el riesgo. Cada vez que habla, Manini presenta espejismos. Hace pocas horas dijo que sin militares listos para repelerlos, los ambientalistas argentinos podrían “haber cruzado el río y volado BOTNIA”. Poco antes había dicho que “está cantado” que Uruguay va a sufrir un ataque terrorista en cualquier momento si no se toman medidas adecuadas. Su programa de gobierno propone crear una guardia de serenos formada por militares y policías retirados para patrullar las calles durante las noches. También simplificar los registros de armas para la legítima defensa de los ciudadanos. Su discurso gira en torno al miedo: ambientalistas incendiarios, terrorismo islámico, ladrones, rapiñeros y asesinos potenciales, para enfrentar lo cual ofrece más vigilancia y mejor represión. ¿Es esa la forma de resolver estos temas? ¡Evidentemente no! Más bien, es razonable pensar que las protestas ambientalistas no existirían si los gobiernos no permitieran la destrucción de los recursos naturales para enriquecimiento de unos pocos. ¿Y habría excusa para “atentados terroristas” si no hubiera terrorismo de estado por parte de las grandes potencias que saquean territorios a sangre y fuego? ¿Y podemos disimular con una guardia de militares y policías veteranos, la falta de trabajo, salarios decorosos, vivienda digna, educación y salud de calidad que son la raíz de la violencia social? ¿Y no muestran los hechos que cuanto más armas hay en poder de civiles, más episodios con muertos y heridos inocentes se registran? Está claro que quien no proponga atacar las causas de los problemas, solo ofrece un espejismo de solución. Y los espejismos pueden ser peligrosos.

Treinta y Tres, agosto 16 de 2019 Aníbal Terán Castromán Vocería del Partido Humanista, integrante de Unidad Popular 092 916 334, ateran@adinet.com.uy


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