Forestación, territorio y medio ambiente: La mal llamada “forestación”, una nefasta opción para el
- La Juventud Diario
- 4 ago 2019
- 6 Min. de lectura

La confirmación de que una empresa con sede en Finlandia construirá su segunda planta de producción de celulosa en Uruguay -la tercera en el país-, expuso nuevamente con claridad que el modelo productivo impulsado también por el Frente Amplio, está enfocado a beneficiar en forma priorizada al capital.
Desde la aprobación de la ley forestal en 1987 durante el gobierno del Dr. Julio María Sanguinetti, se implantó y se desarrolló de manera ininterrumpida hasta la actualidad un modelo forestal que se diseñó para la etapa que comenzara con la instalación de la primera planta de producción de celulosa en Fray Bentos, en la margen oriental del Río Uruguay. De las consecuencias de este modelo productivo, puede hablar el deterioro de la pequeña y mediana producción agrícola y lechera, la extranjerización de la tierra, la expulsión de la población del campo y el deterioro del agua, la tierra y el aire. El único partido político que en su programa destina una parte importante del mismo a transformar estos aspectos, es Unidad Popular.
Programa UP
En el capítulo 6 del mismo, dedicado a “Reforma Agraria”, se expresa que “…la Unidad Popular artiguista por definición, encuentra en las bases económicas de dichos programas y particularmente en lo relativo a la tierra y su fundamento, de ahí que la Reforma Agraria es una de las medidas esenciales de nuestro programa, como elemento de justicia social así como de soberanía alimentaria”. “La producción agrícola desarrollada en los últimos años en el marco del neoliberalismo ha evolucionado a instancias del mercado, lo cual agravó los problemas del suelo, tenencia y producción y expulsó a las familias del campo”. “Ante esto la situación del agro es muy compleja y revertirla supone un esfuerzo aún mayor al de otras etapas de la vida del país”. Más adelante en el programa de Unidad Popular se expresa que “la tenencia de la tierra es hoy una limitación que junto a otras, afecta el desarrollo de la economía nacional. Democratizar el acceso a la tierra, eliminando los grandes latifundios y revirtiendo su extranjerización, respetando la pequeña y mediana propiedad rural”. Se expresa que “no se permitirán monocultivos de ningún tipo por ser destructivos del suelo; eucaliptos, pinos, soja transgénica, etc.”. Con el subtítulo Forestación se señala que “no se permitirá la forestación con eucaliptus y pinos como abrigo en superficies mayores a 1 (una) ha. Promover la forestación para cortinas de abrigo o sombra con especies maderables o que produzcan frutos, limitando los eucaliptos o pinos. Hay que poner un límite drástico al avance de la plantación de eucaliptos. Para ello se hace necesario volver a recalificar tierras, prohibiendo toda forestación en las mismas, salvo una limitada fracción para sombra de los animales. Un paso intermedio es destinar una parte a sustituir esas especies por algunas que permitan destinar la madera para muebles, encofrados, etc.”.
Silvicultura en Uruguay y la región
En la investigación realizada por Pierre Gautreau recopilada en la obra Forestación, territorio y ambiente. 25 años de silvicultura transnacional en Uruguay, Brasil y Argentina (*), encontramos detallada información acerca de cómo la mal llamada “forestación” se impuso en detrimento de otros sectores productivos del sector agrícola, también como parte de un modelo definido en el exterior de nuestros países para satisfacer los intereses de las empresas transnacionales. En el 2013, el cultivo de arboles exóticos se asentó firmemente entre las actividades comunes de los campos de la región situada entre las últimas estribaciones de los bosques subtropicales de Brasil y las pampas de Buenos Aires y Santa Fe. En esta vasta región platina que abarca las Provincias de Corrientes y Entre Ríos en Argentina, Uruguay y la mitad sureña del estado brasileño de Río Grande do Sul, nada parece impedir que se profundice ese proceso de normalización. Al lado de la ganadería y de la agricultura, la silvicultura empresarial es ahora una de las tantas actividades agrarias que se extienden sobre los campos, y muchos son los que ya ni se preguntan cómo y por qué logró asentarse de aquella forma en tierras de gauchos de a caballo. El autor fundamenta su trabajo… para dar cuenta de los aproximadamente veinte años que llevaron esta región de pastizales a convertirse en un polo de la red mundial de producción de madera y de pasta de celulosa. Uruguay y los territorios vecinos conocieron desde los años noventa una verdadera revolución agraria: fueron incorporados con gran rapidez a los sistemas argentino y brasilero de producción de soja transgénica en sembrado directo y de arroz, se intensificó en pocos años la producción ganadera y se expandió una silvicultura inicialmente marginal. El retroceso de la actividad emblemática de la región -la ganadería extensiva- se lee en el paisaje al observar cómo el campo natural va cediendo espacio frente a las praderas plantadas, a los cultivos agrícolas, y por supuesto, a inmensas plantaciones de eucalipto, pino o acacia. En medio de esta revolución de las estructuras de producción agraria, la silvicultura no es más que una de las facetas de este cambio de uso del suelo. En otra parte de su investigación, P. Gautreau, señala: los tres países de la región apostaron masivamente al fomento del agronegocio, y la silvicultura es parte de este modelo. El tema de la propiedad de la tierra también está incluido en el trabajo de investigación. Al respecto se señala: Cuando la mayor parte de la expansión agrícola se dio por arrendamiento de las tierras, las empresas madereras las compraron masivamente, transformándose en cuestión de años en los mayores terratenientes de la región; cuando la expansión agrícola se realizó gracias a una fuerte financiación en la que incidieron muy poco los gobiernos, la silvicultura recibió ingentes aportes de los erarios públicos mediante políticas de fomento hacia esas empresas. Cuando los nombres de las mayores empresas agrícolas circulan poco en las conversaciones diarias de los rioplantenses, nadie desconoce los de la madereras o de sus filiales… Montes del Plata, UPM, Stora Enso, Fibria, Aracruz. El sector maderero tendió así a ser visto como emblemático de una revolución liderada por empresas transnacionales desembarcadas a orillas del Plata en los noventa, que diversifican la economía nacional -para unos- , o profundizan su dependencia del mercado mundial de los commodities – para otros. La presencia territorial del sector maderero, su impacto en la estructura rural de la propiedad rural, las dudas respecto a la pertinencia de financiarlo en medio de la crisis de comienzos del siglo XXI, le dieron una alta exposición social y mediática, reforzada por los conflictos que generó y entre los cuales el de las planta de celulosa de Fray Bentos fue solo más duradero y grave.
Silvicultura y no “forestación”: precisiones terminológicas
A pesar de los esfuerzos para limar las aristas más técnicas de este ensayo, uso varias palabras que precisan una definición para los lectores no familiarizados con el tema, señala el autor. Opté primero por hablar de “silvicultura” y no de “forestación”, como se estila hacerlo en las riberas del Plata, y aunque uso el primer término como absoluto equivalente del segundo: “silvicultura” describe precisamente lo que hacen los “forestales”: cultivan árboles, como agricultores que esperarían varios años para cosechar lo que plantaron, pero como agricultores al fin, que labran la tierra y usan agroquímicos. El término “forestación” es el producto de una narrativa construida hace años por las instituciones que promueven el cultivo de árboles, precisamente para invisibilizar el carácter agrícola de la actividad: usándolo se incentiva una confusión entre bosques nativos y plantaciones silvícolas, y se le atribuyen cualidades ambientalmente positivas a las plantaciones como si fueran ecosistemas nativos. Esta confusión es activamente promovida por instancias internacionales como la FAO, que publican regularmente estadísticas donde no se distinguen bosques de plantaciones. En Brasil, se habla de “florestamiento” -forestación- y “reflorestamento” -reforestación-, lo que permite al lobby maderero hacer creer que plantar en Río Grande de Sul equivale a “reforestar” campos que habrían sido antes bosques… cuando lo que se hace es cambiar un ecosistema nativo que se formó naturalmente hace más de 15.000 años y nunca estuvo cubierto con bosques desde entonces. Esta confusión no tiene por único objetivo participar del “lavado verde” del sector, sino que tiene concretas ventajas económicas para las empresas, que en ciertos países pueden participar del mercado de bonos de carbono gracias a sus actividades silvícolas, como si estuvieran gestionando bosques nativos y no plantaciones.
(*) 2014. Ediciones Trilce Pierre Gautreau nació en Cognac, Francia -1977-y vivió diez años en Uruguay. Es profesor de geografía en la Universidad Parín 1 Pantheón Sorbonne, París. Se doctoró en 2006 en la Université des Sciences en Technologies de Lille, con una tesis de ecología política sobre la historia del bosque nativo uruguayo. Es autor de varias publicaciones vinculadas a su especialidad.
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