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Los compañeros en nuestra memoria

  • Foto del escritor: La Juventud Diario
    La Juventud Diario
  • 1 ago 2019
  • 5 Min. de lectura

CASTRO PÉREZ, Julio César. Detenido-desaparecido el 1/8/77 en Uruguay. Nacido el 13 de noviembre de 1908, tenía 68 años al momento de su detención, era casado y tenía 2 hijos. Castro era docente, escritor y periodista, desarrolló sus actividades en el país, (donde era redactor del semanario Marcha) y fuera de él, ya que trabajó en México y en Unesco. Su actuación como pedagogo, escritor y periodista era ampliamente reconocida, habiendo ganado varios premios por sus escritos. El 1º de agosto de 1977, temprano de la mañana, fue a visitar a un amigo con el que estuvo hasta las 10 aproximadamente. A partir de entonces no se supo más de él. Tampoco se encontró la camioneta marca Indio amarilla y negra en la que viajaba. Efraín Quesada, amigo personal relata que ese día Castro fue a llevarle la gorra que había dejado olvidada el viernes anterior. Recuerda que Castro le habló de ir al entierro del profesor de historia Eugenio Petit Muñoz, después de almorzar, pero nunca llegó a la casa. Cuenta que al no ver la camioneta enfrente de casa le preguntó “ché ¿y la camioneta?” a lo que Castro le dijo “la dejé acá a la vuelta” y salió caminando. La imagen que le quedó de él a su amigo es que "doblaba" para Rivera y Julio César Castro a partir de ese momento no fue vuelto a ver por nadie conocido. Las gestiones para ubicarlo fueron infructuosas. La esposa de Castro pide una entrevista al Gral. Gregorio Alvarez, que había sido su alumno en la escuela Sanguinetti, pero recibe una respuesta indirecta: el Jefe de Policía de Montevideo le comunica que se hará cargo personalmente de la búsqueda y al día siguiente los diarios publican un comunicado solicitando la colaboración de la población para ubicar el paradero de Julio Castro Pérez. Castro había tenido dos derrames cerebrales por lo que debía tomar precauciones respecto de sus actividades. La denuncia de su desaparición fue radicada de inmediato en la Jefatura de Policía la que responde casi 2 meses después con un comunicado recurriendo a la ayuda de la población y 7 días después un nuevo comunicado en el que afirma que abandonó el país el 22 de agosto de 1977 en el vuelo de PLUNA que salió de Carrasco con destino a Argentina. Sin embargo esto es falso pues su nombre no figuraba en lista de pasajeros salidos de Uruguay ni como ingresando a Argentina. En la sesión del 1º de diciembre de 1981 del Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas e Involuntarias de la ONU el representante diplomático del gobierno de Uruguay expresó que en una primera instancia el gobierno de Argentina había dicho que no existía constancia de ingreso al territorio argentino, pero que "hace una semana y media recibió un telegrama del Ministerio de Relaciones Exteriores argentino comunicando que había ingresado en la fecha indicada por Uruguay". Sin embargo, pudo comprobarse que el vuelo Nº 159 de PLUNA no llegó a Argentina sino que regresó a causa del mal tiempo. Todo ello demuestra la connivencia de los gobiernos argentino y uruguayo para ocultar el delito de desaparición perpetrado contra Julio Castro. Julio César Barboza, ex integrante del Servicio de Inteligencia de Defensa, declaró ante la Comisión investigadora de la Cámara de Diputados: "...una mañana Zabala, oficial principal de Policía, me llevó a un operativo. Iba también otro soldado. Paramos el coche en las inmediaciones de Rivera y Soca. De pronto salió un hombre de alrededor de 60 años, poco pelo, canoso, de lentes, bajo, creo que con un saco marrón... Bajamos y por orden de Zabala fue metido en el coche, atrás, a mi lado. El se quejaba de alguna dolencia cuando le hacían agacharse, no sé si sufría de los riñones. No se de donde salió...no llegó a subir a su camioneta... era una Indio amarillo y negra. Se le pararon al lado y lo agarraron del brazo, no fue un procedimiento espectacular, no ofreció resistencia, fue como una sorpresa. Lo llevaron a una cárcel clandestina en la calle Millán y Loreto Gomensoro. Quedó parado allí en el sótano, con un guardia al lado. Ahora esa casa ya no existe, se están construyendo viviendas. 13 días después de su detención es torturado en la casa de la calle Millán 4269 y permanece allí hasta el 13 de agosto. El 2 de agosto traen a otra persona con voz cascada, de viejo, a quien llaman "el veterano". Un hombre que camina despacio, casi arrastrando los pies. Alguien a quien llaman "Julio César", el jefe de los que allí operan habla al veterano y le dice algo borroso y "Fidel Castro" y ante su negativa insiste "sos, claro que sos" por lo que Tabares cree comprender que la pregunta al veterano era ¡sos algo de Fidel Castro? Luego, el 3 de agosto vuelve a escuchar quejidos y ayes de dolor para más tarde escuchar que un soldado le dice a otro "el veterano empeoró" recibiendo como respuesta: "si, está jodido". Su hijo, relataba en la publicación “Asamblea” del 23/5/85: la espera hasta las seis, siete de la tarde y la posterior denuncia en la Seccional 4ª de Policía y luego toda la noche intentando averiguar en Sanatorios, Hospitales e incluso pidiendo se comunicara a la Policía de Tránsito porque Castro había salido en la camioneta. Después de hacer investigaciones a nivel del ejército, hablaron con Linares Brum, -Ministro del Interior-, para iniciar luego gestiones a nivel de organismos internacionales: la UNESCO, las Naciones Unidas, la OEA, el gobierno de México. Refiriéndose al sufrimiento que atraviesa la familia ante una situación como la que les tocó vivir, expresa: "es vivir una zozobra permanente... Un día fui a ver a la esposa de mi padre y de lejos vi a alguien que se parecía a él y salí corriendo... no era. El mirar para todos lados, bajarse de un ómnibus para ver si una camioneta era la suya... el estar buscando permanentemente señales de que estaba vivo en algún lado. Durante mucho tiempo la angustia de alguien que ve a un ser querido agonizar, morir, se repetía diariamente para nosotros. El estar esperando en cualquier momento una noticia, cada sonido del teléfono, cada golpe en la puerta, todo podía tener relación con su aparición o aclarar su desaparición. Eso nunca ocurrió. Tenemos derecho a saber lo que en verdad pasó y las investigaciones hechas son un camino que siempre termina en la puerta de una comisaría o en la puerta de un cuartel. Y mientras esas puertas no se abran seguiremos con la incertidumbre de lo que fue de nuestros familiares". Durante mucho tiempo vivíamos un velorio diario. La angustia de la persona que ve a un ser querido agonizar, morir, se repetía todos los días para nosotros. El estar esperando en cualquier momento una noticia, cada sonido de teléfono, cada golpe en la puerta, se suponía que podía tener relación con su aparición o con su total desaparición física.

La Comisión para la Paz "considera confirmada la denuncia sobre desaparición forzada del ciudadano uruguayo Julio Castro Pérez (C.I. Nº 167.829) porque ha recogido elementos de convicción coincidentes y relevantes que permiten concluir que: a) Fue detenido en la vía pública, en la intersección de la calle Francisco Llambí casi Avenida Rivera, el día 1º de agosto de 1977, alrededor de la hora 10:30. b) Se le trasladó a un centro clandestino de detención sito en la Avenida Millán Nº 4269, donde fue sometido a torturas a consecuencia de las cuales falleciera, en ese lugar, el 3 de agosto de 1977, sin recibir atención médica. 2. Sus restos -según la información recibida- habrían sido primero enterrados en el Batallón 14 de Toledo y después exhumados a fines del año 1984, incinerados y tirados al Río de la Plata".

El 1º de agosto de 2007 en la Inspección Departamental del Consejo de Educación Primaria sito en Juan C. Gómez 1305, fue colocada una placa recordatoria en homenaje a Julio Castro.


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