Columna: Frente Amplio sostiene discursos contradictorios a la vez
- La Juventud Diario
- 23 jul 2019
- 3 Min. de lectura

Escribe: Prof. Andrés Freire
Dos proposiciones opuestas sostenidas al mismo tiempo por el mismo protagonista no hacen más que revelar la estrategia de intentar captar votos por donde sea siendo el candidato a presidente de dicha fuerza política el encargado de pescar por el centro derecha y la candidata a vicepresidente por centro izquierda, discursos vacíos y meras poses que a su vez tienen la virtud de demostrarnos qué es lo que al final hay detrás, cosa que trataremos al final de estas líneas. Veamos respecto al progresismo: ¿La derecha tradicional es alguien con quien es posible negociar “políticas de Estado”? ¿O es una tenebrosa fuerza restauradora a la que hay que frenar como sea porque vienen por todo? Ambas cosas no son compatibles al mismo tiempo, si hay algo que negociar en torno a políticas de Estado como se afirma, entonces no es una fuerza que esté en las antípodas y perfectamente se puede cogobernar con ella, por lo que incluso tener o no la mayoría parlamentaria no es un diferencial. A su vez si es una fuerza reaccionaria, entonces se está en antagonismo con ella y no hay nada que negociar. Aclaramos, no es lo mismo diálogo que negociación, en política por regla general siempre se trata de dialogar con casi todos, y a veces se puede incluso alcanzar acuerdos puntuales con adversarios o rivales, pero cosa muy distinta es acordar “políticas de Estado” con quien se supone viene a destruir como un tsunami neoliberal todos los grandes avances existidos. Lo es además porque no existe algo neutral llamado “Estado” que sea ajeno a la lucha de clases, el Estado es un aparato de dominación que se mueve en función de unos u otros intereses, por lo que necesariamente un acuerdo en educación o seguridad social, beneficiará a determinados intereses y perjudicará a otros. En el anuncio del candidato Martínez vemos entonces cómo se está formulando el consenso macroeconómico neoliberal por un lado, y se señala que se va rumbo a acordar en torno a las propuestas de EDUY 21 y un cambio regresivo en las condiciones jubilatorias (más años de trabajo, más años de aportes, edad más tardía de jubilación). De esta forma se buscan los votos por el centro y centro derecha. A su vez como esto no es fácilmente digerible para toda la militancia progresista, mientras por un lado se anuncia y explicita la voluntad de acuerdo con la derecha tradicional, por otro se agita con un discurso de barricada que desempolva de apuro viejas consignas olvidadas hace décadas, y se dice que hay que parar a la derecha tradicional. En el mismo sentido el brazo sindical del gobierno se prepara a reeditar el vergonzoso paro de septiembre del 2014 a favor del gobierno, en nombre de frenar una avanzada neoliberal que en realidad nunca se fue. En definitiva es el discurso de “como te digo una cosa te digo la otra”, con el rastrillo derecho funcionando en su máxima expresión y un rastrillo izquierdo que como veremos en la próxima nota es, como dicen los gurises, trucho. Este tipo de discurso político tiene dos grandes virtudes si lo sabemos leer con detenimiento y atención, en primer lugar nos reafirma en nuestra convicción de que en lo sustancial, es decir en el consenso macroeconómico neoliberal no hay mayores diferencias, por lo que por ejemplo un acuerdo multipartidario y regresivo en Seguridad Social es posible. Recordemos que muchas leyes muy reaccionarias han sido votadas por todos los partidos menos Unidad Popular, como por ejemplo las leyes de riego, PPP y usurpación. Habiendo acuerdo en lo esencial, queda claro entonces que a la derecha tradicional el progresismo la va a parar en alguna mesa de negociación, que será a costa de los sacrificados de siempre, o que será el progresismo el que ya se está ofreciendo para desde la oposición acordar. Y queda claro a su vez que sí hay mucho en juego si se produjera un cambio de gobierno, pero: ¿si no son los números grandes, qué son? Son los números chicos, los que han permitido atender a ciertos colectivos muy postergados transformados en clientela electoral del progresismo, y a su vez los miles de cargos públicos en juego por un lado de todos los cargos tradicionalmente políticos, más todo un entramado de organizaciones, personas, y grupos que de una u otra forma dependen de recursos que salen del Estado. Es entonces en los números chicos donde está la desesperación, por eso el discurso se encrespa y se vuelve virulento, pero es nada más que una pose. Nosotros en cambio, guste o no, tenemos un solo discurso, ¿por qué?: ¡¡¡Porque Somos Izquierda, Somos Patria!!!
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