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¡Hay otro camino! Cada vez más lejos de una reforma agraria y más cerca de un TLC con quien lo prop

  • Foto del escritor: La Juventud Diario
    La Juventud Diario
  • 21 jul 2019
  • 4 Min. de lectura

Por Darío Camilo Perdomo Candidato a diputado por la Lista 326–UP en San José

El hambre o el estado de inseguridad alimentaria y nutrición para llamarlo eufemísticamente sigue aumentando a nivel mundial, según lo que revela un informe elaborado y dado a conocer este lunes por distintas agencias de las Naciones Unidas. Alrededor del 17,2% de la población mundial ha experimentado niveles moderados de inseguridad alimentaria, lo que significa que no tienen acceso regular a alimentos nutritivos y suficientes. Pero si se combinan los niveles moderados y graves esta estimación asciende al 26,4% de la población mundial lo que expresado en cifras abarca a unos 2.000 millones de personas. Más allá de la variabilidad climática con distintos fenómenos que son cada vez más frecuentes, complejos e intensos, puede decirse que el actual modelo de producción conocido como “Agronegocio” impulsado por transnacionales que priorizan el lucro privado por sobre la salud y el medio ambiente y que en general no reparan en los deterioros que producen a la tierra, está comprometiendo el futuro. Este “modelo de producción” en su inicio fue presentado para terminar con el hambre a nivel mundial, pero en realidad estamos viendo que ha sucedido exactamente todo lo contrario. Es verdad que el hambre depende de la mala distribución de la riqueza, pero este “modelo” ha sido explosivo en cuanto a la contaminación de suelos, aguas, alimentos y salud humana y animal, debido a la carga de plaguicidas y agrotóxicos que conlleva. En nuestro país el avance de este modelo extractivista y en particular del monocultivo forestal y sojero transgénico ha impactado negativamente en rubros tradicionalmente productores de alimentos como la granja, la apicultura y la lechería entre otros. Con la pérdida acentuada de pequeños y medianos productores se da en paralelo el aumento, concentración y extranjerización de la tierra, uno de nuestros principales recursos, lo que termina afectando nuestra soberanía alimentaria y la soberanía nacional. Es verdaderamente una lástima, porque tenemos todas las posibilidades en material humano y en recursos necesarios para producir de manera abundante alimentos sanos y de calidad, que es lo que hoy el mundo necesita y reclama. La fuerza política actualmente en el gobierno alguna vez habló de un “Uruguay productivo y solidario”; uno pensó que llegaría a serlo con los pequeños y medianos productores y con las grandes capas populares, pero por la vía de los hechos definitivamente ha quedado comprobado que terminaron siendo demasiado considerados con grandes multinacionales como UPM, Montes del Plata o el propio sistema financiero. De hecho el opaco papel que han cumplido los sucesivos Ministerios de Ganadería Agricultura y Pesca, Plan Agropecuario, Instituto Nacional de Colonización, Inale, Inia, etc., etc., dan una pauta de la falta de políticas rectoras para instrumentar cambios estructurales profundos y es porque obedecen a la línea política de un Poder Ejecutivo que está cada vez más lejos de una reforma agraria artiguista y cada vez más cerca de un TLC con quien lo proponga. Ahora parece que será con la U.E. y entonces con la liberalización de los mercados, se acentuará la primarización de la economía como resultado final y como ya está ocurriendo. El titular del MGAP Sr. Enzo Benech, que alguna vez dio cátedra de la necesidad de generar “conciencia agropecuaria” en los salones de ADM, en recientes y lamentables declaraciones descartó de plano la posibilidad de alguna compensación económica a los productores apícolas que no pueden exportar su miel debido a la contaminación que tienen por el glifosato y otros agrotóxicos y dijo que el principal problema que tienen los apicultores son los mercados internacionales. En el mismo sentido este mismo ministro tampoco ha brindado soluciones de fondo para la problemática situación de la lechería nacional, haciendo oídos sordos a los distintos reclamos de los productores nacionales, lo que denota el sometimiento y la complicidad del ministro y del Ejecutivo con este nefasto modelo del Agronegocio. Siguen alejados de la posibilidad de instrumentar un frigorífico nacional o un ente testigo dedicado a la pesca que atienda a las necesidades y posibilidades básicas de la población de menores recursos, siguen alejados del cuidado de una producción nacional amigable con el medio ambiente y con la conservación de los recursos naturales, en definitiva siguen alejados de garantizar una alimentación segura, sana, nutritiva y de calidad para toda la población. Este es un concepto que tiene que ver con la soberanía alimentaria, estableciendo una producción que garantice además la calidad de vida de los pequeños y medianos productores para preservar un medio rural, social, ambiental y económicamente viable, de manera que quienes producen y consumen los alimentos deberían estar en centro de las políticas. En un país como el nuestro con tanta disponibilidad de recursos naturales aptos para la producción de alimentos, no deberíamos aceptar la posibilidad de que haya una persona que sufra hambre, mucho menos un niño, pero será imperioso cambiar este “modelo” y terminar con las políticas neoliberales impuestas por el Banco Mundial, el FMI y la OCDE que imponen sus acuerdos de “libre comercio”. ¡Hay otro camino!


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