Editorial: Unidad Popular y el legado artiguista
- La Juventud Diario
- 14 jul 2019
- 2 Min. de lectura
Grecia vive aún en una situación muy precaria, el panorama continúa siendo negro y poco optimista, aunque es cierto que la economía ha empezado a crecer lentamente (1,4% en 2017 y 1,9% en 2018); el abismo al que se enfrentó el país helénico ha empobrecido y desengañado a su sociedad. Ya ha pasado una década y parece que no han salido del todo de la pesadilla, la Iglesia ortodoxa griega da cada día de comer a 20.000 personas, a los jubilados les bajaron las pensiones en 23 ocasiones en los últimos ocho años, el número de “sin techo” se multiplicó por cuatro, los salarios se recortaron en un 40%, los impuestos subieron a niveles increíbles, la clase media se ha empobrecido de forma masiva y 300.000 empresas desaparecieron. La deuda subió al 185% del PIB, al comenzar la crisis era el 126%, la desocupación es del 18% y llega a casi el 40% entre los jóvenes, muchos sectores económicos estratégicos están ahora en manos de empresas extranjeras, los servicios sanitarios han sufrido grandes recortes, un tercio de los griegos no tiene cobertura médica, y el 35% vive por debajo del umbral de la pobreza... Al llegar al poder en 2015, Tsipras, en ese momento centro izquierda, quería acabar con las medidas de austeridad. Para ello convocó un referéndum en julio de aquel año, en el cual dos de cada tres de los griegos que acudieron a votar rechazaron las condiciones del tercer rescate. Sin embargo, presionado por los “hombres de negro”, los implacables tecnócratas profesionales del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de la Comisión Europea, al final aceptó lo que antes renegaba. La historia de estos años de Grecia, puede ser en esencia la de cualquier otro país donde los empresarios ganan grandes sumas fabulosas de dinero, los trabajadores pierden salarios y derechos laborales y los jubilados pierden poder adquisitivo. Gobiernos que llegan apoyados por los pueblos para mejorar la vida del pueblo, cambian su programa o le abren la puerta a la derecha para terminar lo que fueron haciendo de a poco quienes gobernaban antes. Mientras tanto el pueblo uruguayo sigue recibiendo a su medida las mismas noticias que el resto del mundo, para ello el Frente Amplio ha gobernado con mayorías parlamentarias, lo que antes firmaba silenciosamente u ocultaba, ya se anima a decir, que habrá ajuste fiscal, laboral y previsional. Eso sí serán los trabajadores, los jubilados, los pequeños industriales y cada vez quedará menos de las empresas públicas. No es esta una profecía de la derrota, es simplemente seguir el derrotero que ha impuesto el FMI y el Banco Mundial, con la anuencia de gobernantes y dirigentes sindicales cómplices, dóciles, mentirosos y en algunos casos corruptos. Las peleas en el oficialismo tras la confirmación de la fórmula presidencial, demuestra la inestabilidad y el malhumor reinante por encuestas que lo dan perdedor, las quejas del pueblo y la lucha por los cargos. Los ajustes que ya se mencionan en filas progresistas y de la derecha tradicional golpearán a trabajadores y sectores más desprotegidos y vulnerables. Acotará también la libertad democrática aún dentro del marco legal de la clase dominante. Ante esta realidad la Unidad Popular más fuerte y organizaciones sociales - barriales comprometidas con justicia social, revivirán y reanimarán las ideas antimperialistas - artiguistas.
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