Los compañeros en nuestra memoria
- La Juventud Diario
- 8 jul 2019
- 3 Min. de lectura
PERE, Ramón Alberto. Muerte: 6/7/73- Asesinado. Casado, padre de dos hijos, -Nancy y Andrés-, estudiante de la Facultad de Veterinaria y profesor de la Enseñanza Media. Es militante comunista. Peré daba clases en Tarariras, a donde se desplazaba dos veces por semana; estudiaba en la Facultad y para poder solventar sus gastos y ayudar a su entorno familiar realizó las más diversas tareas; trabaja en la Imprenta Nacional; de albañil; y hasta había conseguido un quiosco en la playa para vender refrescos y refuerzos. Sin estar aún recibido, era invitado por el Consejo de la Facultad para integrar tribunales de exámenes. EL 6/7/73 cae asesinado por policías de particular que lo balean por la espalda en momentos de realizar tareas de resistencia a la dictadura (repartía volantes). El día 8 decenas de miles de personas en una columna que se extiende unas 15 cuadras, forman el cortejo que lleva en hombros el féretro de Ramón Roberto Peré hasta el cementerio del Buceo. La muchedumbre entona permanentemente las estrofas del Himno Nacional y repite con énfasis el estribillo «tiranos temblad». En el cementerio hablan el Decano de la Facultad de Medicina, Dr. Pablo Carlevaro; el bachiller Landinelli por la FEUU y el ingeniero José L. Massera por el Comité ejecutivo del Partido Comunista.
Extracto de declaraciones de Alicia, la esposa de Peré, publicadas en el Oriental de fecha 13/7/73
"El creía en la fuerza de las masas luchando. Decía que la propaganda era su tarea fundamental y por eso nunca creí lo que dijeron de que andaba armado, nos dice Alicia”. "Él veía que la lucha popular estaba abriendo un camino de cambio para el país. Un camino que pasaba por la mayor toma de conciencia y comprensión de la gente de qué es lo que realmente está pasando en el país. Decía que los policías y los soldados eran obreros como él, —pese a que había diferencias, decía—, y por eso decía que podía hablar con ellos si lo detenían y explicarles que él también era un obrero y que luchaba por ellos también". "Yo tenía miedo de que lo llevaran preso. Nunca pensé que esto podría ocurrir". "Recién ahora al pensar en los días con él, me doy cuenta de todo lo que era y todo lo que hacía y me pregunto de dónde sacaba el tiempo para hacerlo. Fíjese: los lunes y los jueves se iba a Tarariras a dar clase de Química al liceo. Cumplía veinte horas como ayudante en la Facultad de Veterinaria; estudiaba para rendir las últimas tres materias que le quedaban para recibirse y además de eso militaba. Y todo eso sin descuidar ni la casa ni sus hijos. Los domingos nos íbamos a la casa de mis suegros y a veces, cuando teníamos algo de plata, a un cine". “Yo ahora comprendo mucho más las cosas. Por mi parte, nunca fui muy militante y nunca tuve tampoco mucho tiempo. Primero, porque trabajando como maestra y atendiendo a los chiquilines el tiempo libre es muy poco. Por el otro, porque recién desde las elecciones empecé a entender mejor algunas cosas y a meterme más. Pero ahora sé que Roberto tenía razón en todo lo que decía y que, pese a todos los problemas y dificultades, tengo que ocupar su lugar. "No sé si el día de mañana los chiquilines siguen el camino del padre y el mío, no voy a tener miedo. Lo que sí espero, es que las cosas sean diferentes para cuando ellos sean mayores. Por eso es que incluso ahora, pese a todo lo que pasó, sigo pensando que Roberto tenía razón y que yo tengo que seguir su tarea. Porque Nancy y Andrés tienen que tener otro mundo y no éste".
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