¡Hay otro camino! Hay que terminar con el modelo del agronegocio
- La Juventud Diario
- 23 jun 2019
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Por Darío Camilo Perdomo Candidato a diputado por la Lista 326–UP en San José
Nuevamente asistimos tanto en nuestro departamento como en distintas zonas del país a episodios de copiosas lluvias que determinan inundaciones y desplazamientos de los pobladores más vulnerables. En esta temática que tiene varias aristas, una de ellas está dada por el cambio climático que se viene dando a nivel mundial y donde desde algunos organismos se advierte en definitiva que de no producirse cambios drásticos y urgentes en el futuro inmediato, las consecuencias que tendremos que afrontar serán devastadoras. En tal sentido recientemente la propia ONU al referirse al tema medioambiental presentó una investigación en la que se constata que cada año 9 millones de personas mueren por la contaminación del aire y el agua, en un panorama en que desde 1970 ha desaparecido el 40% de los humedales, la temperatura mundial aumentó entre 0,8 y 1,2 grados y en la última década se constataron 8 de los 10 años más cálidos de los últimos tiempos. Las tierras en peligro de degradación abarcan el 30% de las tierras mundiales, en un planeta en el que actualmente 2.300 millones de personas (uno de cada tres habitantes) no tienen acceso a servicio de saneamiento y donde cada año mueren 1,4 millones de personas por enfermedades prevenibles (como la diarrea), que están asociadas al agua contaminada. En este informe de la ONU donde se señala como la principal causa del cambio climático al aumento de la temperatura, que genera cambios drásticos en el ambiente que a su vez hace que se generen inundaciones, sequías y derretimiento de glaciares, se plantea como causa principal la emisión de gases de efecto invernadero dado por el aumento exponencial de la quema de combustibles fósiles. Sólo para tener una idea, la extracción de los recursos naturales desde el año 1970 se ha triplicado y el uso de combustibles fósiles ha aumentado en un 45%; este informe recuerda que el cambio climático tiene efectos directos y profundos en la economía y la sociedad, que pone en peligro los medios de subsistencia, que agudiza la pobreza, las migraciones y afecta en particular a las poblaciones más vulnerables; pero no se establece una crítica a las causas económicas que generan este desastre, se nombra en forma genérica a “la acción humana” pero se cuidan de no culpabilizar a los principales países contaminantes que son los principales integrantes del G20. Para nosotros también y en paralelo, ha tenido un impacto más que negativo el “modelo productivo” imperante conocido como “agronegocio”, basado en el uso de sustancias químicas que afectan el medio ambiente en general, la biodiversidad, el agua, la tierra, la salud humana y animal y los recursos naturales fundamentales para la vida y la soberanía, impactando negativamente además en aspectos sociales y laborales. El uso de semillas modificadas genéticamente y de plaguicidas cada vez más peligrosos en mayores cantidades y en diversas combinaciones, como también el exceso de fertilizantes en lo que hace a la proliferación de cianobacterias, afectan a la salud y al medio ambiente. El estado de nuestras aguas en la mayoría de los casos presenta mala calidad y OSE para potabilizarla debe realizar procedimientos cada vez más costosos y con mayores cantidades de cloro para neutralizar otros tipos de contaminantes. Hace poco tiempo en el litoral se encontraron muestras de agroquímicos en el agua de lluvia, este último verano la marea verde de cianobacterias fue visible en toda la costa uruguaya; tenemos todas las posibilidades para ser un país que produzca alimentos sanos y de calidad, sin embargo en un balance aportado por bromatología de la IMM en 2016 se da cuenta que ya por esa época, sobre 270 muestras de frutas y verduras y si lo comparamos con los límites que establece la UE en la actualidad un 88% de las mismas tenía por lo menos un plaguicida arriba. Los efectos de los plaguicidas y agrotóxicos en la salud son importantes ya que son considerados probables cancerígenos, pueden perjudicar el funcionamiento glandular, pueden producir alteraciones neurológicas, digestivas, celíacas, etc. ya se ha detectado glifosato en la leche materna y en la sangre y orina de personas que no están relacionadas directamente al trabajo con plaguicidas. Dentro del sector productivo, la apicultura nacional está siendo uno de los sectores más perjudicados también por este tema dada la alta mortandad que se registra. El estado de nuestro suelo, un recurso natural que puede ser potencialmente renovable o no por el sobreuso, contaminación o por propia destrucción física, está siendo observado por el propio INIA que si bien no ha condenado el “modelo” ha alertado al respecto y con ello demuestra a las claras los efectos nefastos del mismo, otra muestra evidente de la degradación ambiental a la que estamos asistiendo. Lo cierto es que de persistir este “modelo productivo” imperante, que es extractivista y que es conocido como “agronegocio”, una combinación de transgénicos y agrotóxicos, un modelo que es impulsado por grandes transnacionales donde se prioriza el lucro privado y empresarial por sobre la salud y el medio ambiente y no se repara en el deterioro que producen a la tierra, el suelo y el agua, además que contribuyen también a generar importantes procesos de acumulación y extranjerización de la tierra, provocando desplazamientos de pequeños productores, conjuntamente con la pérdida de seguridad y soberanía alimentarias. En este presente parece básica la necesidad de adoptar medidas urgentes y esenciales para revertir este estado de situación que afecta la salud humana y ambiental, donde habrá que reducir la degradación del suelo y la tierra, atender la pérdida de la biodiversidad y cuidar los niveles de contaminación del aire, la tierra y el agua. Pero será necesario e imprescindible plantear una alternativa distinta, diferente y opuesta al modelo imperante vigente ya que por otra parte los actuales niveles de consumo sobre todo en el mundo “desarrollado”, de producción y de desigualdad son insostenibles. En todo caso deberíamos preguntarnos si el problema de fondo es verdaderamente el cambio climático o el capitalismo salvaje. ¡Hay otro camino!
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