Columna En el Congreso de la Federación Rural
- La Juventud Diario
- 28 may 2019
- 8 Min. de lectura

Por Gonzalo Abella Precandidato a la presidencia de la República
“Hoy quería comentar sobre el 102° Congreso de la Federación Rural que tuvo lugar en Paso de los Toros el 25 de mayo, día señero para las Provincias Unidas. Vale la pena recordar para la gente que no conoce mucho del campo, que una cosa es la Asociación Rural (del Uruguay – ARU) creada en tiempos de Latorre con el alambrado de los campos, que la asociación de los grandes latifundistas del campo, y otra cosa distinta es la Federación Rural que nace en 1915, en un período más progresista que tuvo nuestro país y que es la federación precisamente de las asociaciones rurales de fomento. Eso se nota cuando uno llega a un ámbito de la Federación Rural; por más que la ideología dominante sea desgraciadamente el neoliberalismo, ahí uno ve las preocupaciones de abajo y ve la gente de trabajo. Yo pensaba que yo había estado exponiendo en la Expo Activa de Soriano, y ahí tú olías más oligarquía rural; esas señoras jóvenes que usan pilchas gauchas no se equivocan, no comenten el error de usar un sombrero cowboy con el ala arqueada sino el sombrero de ala lisa, que es el sombrero aludo tradicional de nuestros paisanos. Pero más allá de las pilchas, jeden a oligarquía la mayoría de ellas. Pero en el Congreso de la Federación Rural todo lo contrario; puede haber mujeres con ropa totalmente urbana, pero lo rural le brota por los poros en su campechanía, en su sonrisa, en la forma de hacer las artesanías, en la forma de saludarse y saludar. Son mujeres rurales de verdad. Y de eso estaba lleno el Congreso de la Federación Rural. De todos modos, desgraciadamente todavía pesa mucho un concepto terrible que lo ha impuesto la Asociación Rural, que lo ha impuesto la oligarquía, que es el concepto de familia rural: todos somos una familia, los pobres, los ricos y vivimos en el campo, trabajamos el campo; y la ciudad es totalmente hostil, lo que vale es la fraternidad entre ricos y pobres del campo porque todos estamos en la misma. Ese concepto terrible que generó una distancia entre los trabajadores urbanos e incluso los trabajadores asalariados rurales y el pequeño productor, hoy agobiado por las deudas, perseguido por el sistema, que ve con horror el envenenamiento de nuestra naturaleza, es el primero que lo percibe el pequeño productor rural. Esa división se basa en la falacia idea de la familia rural. La familia rural le sirve a la Asociación Rural de la misma manera que la familia militar le sirve a la alta oficialidad, que trata de mimetizarse detrás del humilde soldado de línea y su familia que viven en condiciones difíciles. Y uno ve que ante la familia rural, hay algunas ideas de la clase dominante que impregnan desgraciadamente el pensamiento honrado de la gente que dice que nos están agobiando a impuestos, todo por culpa de la ciudad, sin entender que la rentabilidad que a ellos los agobia ha enriquecido a sus vecinos del campo que son ricos, y por algo subió el precio de la tierra. Pero ahí hay que estar, ahí hay que explicar nuestras ideas. Ahí estuvimos, no acompañó Isabel y Fernando Vázquez. Fuimos el décimo de trece presidenciables que expusieron sus ideas, y sin duda -no se los tengo que contar- fuimos la mosca blanca en un coro monocorde en que se peleaban los distintos candidatos en ver quién sintonizaba mejor con el discurso neoliberal de bajar los costos del Estado, a una devaluación inmediata. Y lo aplaudían, miren que lo aplaudía gente que está endeudada y que realmente una devaluación shok le haría muchísimo mal; pero aplaudían porque era bajar los costos del Estado, porque no se puede… en fin, de una manera u otra todos alineaban, cada uno de los trece precandidatos que asistieron ahí y las distintas reacciones, la interacción con distintos sectores de la gente que estaba ahí convocada. Fue una experiencia interesante; volvimos con Fernando e Isabel analizando durante el viaje de vuelta todo lo que habíamos vivido. Es muy claro, la Asociación Rural y la unanimidad de los candidatos, excepto la Unidad Popular, están pensando más en la exportación que en el mercado interno, están pensando más en lo que es la necesidad de los ricos de generar precios propicios y oportunidades para sus exportaciones que pensar cómo está viviendo la gente acá. Eso lo usan simplemente como argumento de adorno, pero es muy claro que están pensando en el déficit fiscal, están pensando en las tecnologías de punta y no están pensando en la gente de trabajo para la cual las tecnologías de punta deberían ser un alivio, pero depende en manos de quién están y para qué se usan. Nosotros planteamos firmemente ahí la postura de la UP; que cuando hablamos de una devaluación nosotros hablamos de un cambio, un ajuste gradual pero con medidas correctivas para que no sufra el pueblo trabajador. Que el Estado tiene que controlar el comercio exterior e interior, y -como se hizo alguna vez pero mejorado- algún tipo de cambio para los artículos de primera necesidad, todo lo que apoye la industria nacional e incluso la industria privada por ahora, y fuertes impuestos a todo lo que sean artículos suntuarios -a nadie se le va a prohibir un auto de alta gama, pero que los impuestos sean mucho más, con un dólar más alto-. Una política de intervención del Estado, la pesificación de la economía interna con instrumentos correctivos a los efectos que no pierda poder adquisitivo el ahorro en pesos de una persona que lo ha logrado. Hablamos también del tema de la energía. Nosotros valoramos la diversificación de la matriz energética del Uruguay, los parques eólicos, pero denunciamos que la privatización por el fin de lucro que tiene la empresa privada, siempre nefasta en los grandes temas vitales para el país porque privatizar es entregar patria, y que la privatización, los parques eólicos privados de gente de dudosos antecedentes que reciben préstamos hasta del 80% de su inversión inicial del BROU, al vender después la energía al Estado que se compromete a pagarla a precio de oro genera una parte de la deuda externa, de la deuda pública. Cuando nosotros decimos moratoria y auditoría de la deuda pública estamos hablando también de la deuda generada por los parques eólicos privados, y por la energía que a precio de usura nos venden también las papeleras y que el Estado se compromete a comprar por muchos años a ese precio. Hablamos por supuesto de la política de impuestos y también ahí fuimos los únicos; porque todo el mundo dice: el campo no puede más con los impuestos… la ciudad no existía, los oradores hablaban todos… solo les faltaba el poncho. El campo no puede más con los impuestos… ¿pero qué pasa, cómo abolir impuestos si no se ponen impuestos, si no se grava el privilegio? Así que ahí hablamos lo que ustedes conocen sobre las políticas de la Unidad Popular en relación a que los impuestos los pague el privilegio. Hablamos incluso que para un desarrollo nacional, hacia la liberación nacional, ahí sí estamos de acuerdo de usar reservas del Banco, no en la arquitectura del dólar. Y hablamos de los Consejos de Salarios -y fue el rango que más nos distinguió evidentemente- y ahí tuvimos que salir al cruce de una condena unánime de los demás precandidatos -y desgraciadamente de la Federación Rural- a la ocupación de los centros de trabajo. Nosotros dijimos varias cosas ahí; en primer lugar que las ocupaciones de los centros de trabajo usualmente son o por salarios adeudados o más comúnmente para salvar las máquinas que algún industrial gringo o con alma gringa -malos europeos y peores americanos- desmantelan a los efectos que la empresa se funda y ellos salen siempre bien parados. Y que los trabajadores cuando están ocupando un centro de trabajo lo están haciendo en defensa del trabajo, que es su vida, porque es muy difícil encontrar otro trabajo con los actuales niveles de desempleo. Y nunca hay destrozos, siempre se cuida como la niña de sus ojos la riqueza que hay ahí adentro. Dijimos eso. Y para reforzar nuestra posición, recodamos a la gente que estaba ahí -no a la gente con campo sino a la gente de campo que estaba ahí- le hice reflexionar primero sobre la famosa frase de Aparicio en 1897, 1904… dice Aparicio: La insurrección es el último recurso de los oprimidos. ¡Y acá no estamos hablando ni siquiera de una insurrección! Entonces, ¿cómo puede una persona que se dice Saravista condenar la acción desesperada de los trabajadores, firme, enérgica, valiente pero como última condición, de ocupar los centros de trabajo? Pero además encontramos una frase muy interesante de José Batlle y Ordoñez de 1896. Periodista, ideólogo de la oposición del Partido Colorado en ese momento, escribe en 1896: Simpatizamos con las huelgas y con los elementos de resistencia que ponen en jaque a los patrones. He aquí los débiles que se hacen fuertes y después de haber implorado justicia, ahora la exigen. O sea que cuando la Unidad Popular plantea la defensa de los puestos de trabajo, la necesidad de sobrevivir que tienen los trabajadores urbanos también cuando ocupan un establecimiento, en realidad lo que pretende es entender la hermandad que tiene que haber entre la causa de los pequeños productores oprimidos, endeudados, desalojados, el de los pequeños rurales oprimidos con los trabajadores rurales y los trabajadores urbanos. Que no hay tal familia en abstracto, la hermandad viene de oprimido a oprimido y no por la residencia rural, que dicho sea de paso es una residencia muy transitoria para los más ricos. Que el monocultivo forestal en sobredosis, tan aplaudido por la Asociación Rural y por gran parte de la Federación Rural, el monocultivo forestal en sobredosis igual que en envenenamiento de los agroquímicos de la soja transgénica, afectan directamente al productor rural. Tanto como la Ley de Riego, los mata. Pero al mismo tiempo afecta la calidad de vida del trabajador urbano que tiene que comprar comida importada porque nos están matando la producción del campo, y que además recibe peor agua potable porque la irresponsabilidad del gobierno, de la DINAMA e incluso de la DINARA, que tendrían que proteger nuestros recursos… incluso -hablando de todo un poco- de la Prefectura que tendría que cuidar nuestros recursos pesqueros y la calidad de nuestras aguas… toda esa irresponsabilidad colectiva afecta tanto al trabajador rural como al trabajador urbano, afecta también al pequeño productor rural como afecta el pequeño empresario urbano. El aplauso con el que se me despidió… porque se aplaudieron a todos -yo no aplaudí a ninguno, yo les dije después a los organizadores que con muchísimo respeto oigo a todos, pero que no puedo aplaudir ideas que se oponen… entiendo que sea parte de la diplomacia, pero no puedo aplaudir ideas que son opuestas a las mías-. Pero de todos modos, el aplauso cortés y discreto con el que se me despidió me lo compensó un hombre gordo, paisano, bien paisano que estaba ahí con atuendo rural -como muchos de ellos- que me dijo: mire amigo, yo soy colorado pero la verdad que usted fue muy coherente y muy valiente al decir lo que dijo. Y yo pensaba: ¿qué valentía?, la valentía nos da el colectivo que me respalda; que ahí había dos compañeros y hay una organización -que es la UP con todos sus grupos- cerrando filas en un concepto del cual yo tengo el honor de ser el vocero como candidato presidencial, pero tengo absoluta tranquilidad de que yo mientras hablo ahí lo que pasa en La Teja, lo que pasa en el Cerro, lo que pasa en Plaza Seregni tiene también gente corajuda que está planteando lo que todos debemos plantear, y que juntos estamos construyendo el futuro”.
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