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Los compañeros en nuestra memoria

  • Foto del escritor: La Juventud Diario
    La Juventud Diario
  • 20 may 2019
  • 7 Min. de lectura

LOGARES, Claudio Ernesto; GRISPON de LOGARES, Mónica y LOGARES GRISPON, Paula. Argentinos, Detenidos-desaparecidos el 18/5/78 en Uruguay. En mayo de 1977 Claudio se trasladó a Uruguay con intención de radicarse y se empleó en un estudio contable, donde trabajó hasta su desaparición. Poco después que él vino también su esposa con su hijita Paula. El 18 de mayo de 1978 en que por ser feriado nacional no trabajaban, salieron de su casa con intenciones de ir al Parque Rodó, según lo que expresaron a amigos que compartían la vivienda. Posteriormente pudo saberse por testigos que fueron secuestrados en la Avda. Fernández Crespo, frente al Nº 1757 por un grupo de hombres fuertemente armados que se trasladaban en dos vehículos. Ellos ordenaron a los presentes que no miraran y trataban de ocultar sus rostros. Fueron testigos presenciales la Srta. Alba Favetti, el caramelero y la boletera del ex cine Miami y el encargado de un bar de la zona. Los vecinos del matrimonio Logares habían visto desde 4 días antes personas extrañas al barrio vigilando la casa, en vehículos que obedecen a la misma descripción que los usados en el secuestro. A una de esas personas se le vio con esposas colgadas a la cintura. Dejaron de merodear después de la fecha de desaparición de la familia. A raíz de una denuncia recibida por Clamor (organización humanitaria brasileña), Paula, que tenía 2 años al ser secuestrada, fue ubicada en Buenos Aires en poder del Sub comisario Lavallén. Luego de un proceso judicial trabajoso se efectuaron las pericias hematológicas que determinaron su identidad y fue restituída a su verdadera familia a la que se ha reintegrado exitosamente, contando con el asesoramiento de especialistas psicólogos, médicos y asistentes sociales de Abuelas de Plaza de Mayo. Adriana Chamorro de Corro, argentina que estuvo detenida en varias cárceles clandestinas en su país y que luego fue liberada, declaró ante la justicia que vio en reclusión a Mónica Grispon de Logares. Dice en su testimonio: "Estando en el sector B, en el calabozo 11 (se refiere al llamado pozo de Banfield, local de la Brigada de Investigaciones de la provincia de Bs. As., en la calle Larroque), llegó, a mediados de junio al sector A un matrimonio de argentinos que había sido trasladado clandestinamente desde Uruguay, lugar de su detención, a la Argentina, hacía alrededor de un mes, es decir, a mediados de mayo de 1978. El primer lugar por el que pasaron fue la Brigada de San Justo, para ser trasladados luego a la Brigada de Banfield. La misma noche de su llegada abrió la puerta de mi calabozo uno de los miembros del grupo de San Justo que había llevado allí al matrimonio y al que reconocí por un comentario que hizo con relación a mi detención. A los pocos días fui sacada para limpiar los calabozos vacíos y tuve ocasión de hablar con la mujer por la pared del fondo de su celda. Me relató su secuestro desde Uruguay, donde vivían y que habían sido llevados con su hijita de alrededor de 2 años, llamada Paula, sin que ella supiera dónde estaba en ese momento. Dijo también que estuvieron casi un mes en la Brigada de San Justo, que ya no quedaba nadie en la zona de los desaparecidos y que el lugar estaba siendo pintado. Esta pareja fue trasladada a Banfield a fines de junio, en el mismo traslado que se llevan a Ileana García Ramos de Dossetti, uruguaya desaparecida en Argentina".

LIBEROFF PEISAJOVICH, Manuel. Detenido-desaparecido el 19/5/76 en Argentina. Nació el 31de marzo de 1922 en Entre Ríos, Argentina, pero por problemas políticos se refugió en Uruguay donde más tarde obtuvo la nacionalidad. En nuestro país continuó sus estudios de medicina hasta recibirse de médico. Más adelante se casó y de su matrimonio nacieron tres hijos: Liliana, Yenny y Benjamín. Mantuvo una activa y rica participación en la sociedad uruguaya ya sea atendiendo gratuitamente en una policlínica que instaló, como asistente de la Cátedra del Profesor García Otero en el Hospital de Clínicas; dirigió “Noticias”, participó en programas radiales educativos, fue dirigente de la Seccional Este del Partido Comunista donde militaba. En noviembre de 1973 las autoridades uruguayas le quitaron la ciudadanía y lo expulsaron del país, «por no adecuarse su conducta a las exigencias constitucionales y legales». Se radicó en Buenos Aires, Argentina, desde donde mantuvo su vínculo con la situación de Uruguay mediante el intercambio con decenas de uruguayos residentes allí. El 19/5/76, un día después del secuestro de Michelini y Gutiérrez Ruiz, fue secuestrado de su domicilio por alrededor de 25 individuos que maltrataron a sus hijas de 14 y 15 años en presencia de su esposa. La casa fue saqueada: rompieron la puerta de entrada y una vez adentro robaron todo lo que quisieron, destrozando lo que no les interesaba. La Comisión para la Paz consideró confirmada parcialmente la denuncia sobre desaparición forzada del ciudadano argentino nacionalizado uruguayo Manuel Liberoff Peijasovich (C.I. 606.284-2 porque ha recogido elementos de convicción relevantes que permiten concluir que:

1. Fue detenido el día 19 de mayo de 1976, en horas de la madrugada, en su domicilio de la calle San Martín 2619 de la ciudad de Buenos Aires, en presencia de su esposa e hijas, por fuerzas represivas que actuaron en el marco de un procedimiento no oficial o no reconocido como tal. 2. Existen indicios que permiten suponer que habría estado detenido en el centro clandestino de detención que funcionaba en la calle Bacacay, perteneciente al Grupo Operativo OT 18, en condiciones de salud muy precaria.

GUTIERREZ RUIZ, Héctor; MICHELINI, Zelmar; WHITELAW BLANCO, William Allen y BARREDO, Rosario. Muerte: 20/5/76. Asesinados en Argentina. Los cuatro -junto con los 3 niños Barredo- fueron secuestrados el 18 de mayo de 1976. Sus cadáveres, que presentaban signos evidentes de tortura, fueron hallados cuatro días después, dentro de un automóvil, en la intersección de las avenidas Perito Moreno y Dellepiane. Los niños fueron liberados recién a ocho días de estos sucesos y luego de una intensa campaña de prensa. Por la trayectoria y el carácter de legisladores de Michelini y Gutiérrez Ruiz, su asesinato se transformó en el caso más emblemático de la represión desatada por la dictadura uruguaya y el funcionamiento del Plan Cóndor, en el cual los militares de Uruguay y Argentina actuaban indistintamente en ambos países. En este marco, jugó un importante papel el canciller de la dictadura uruguaya Juan Carlos Blanco para el secuestro y posterior asesinato de los legisladores uruguayos. Michelini y Gutiérrez Ruiz se encontraban exiliados en Argentina. Zelmar Michelini trabajaba como cronista internacional en el diario "La Opinión" de Buenos Aires y como consecuencia de las amenazas que recibía constantemente, así como la negativa por parte de la cancillería uruguaya a otorgarle la renovación del Pasaporte que se le había vencido, con fecha 5/5/76 (13 días antes de su secuestro), escribe una carta a su compañero Roberto García, en la que le dice textualmente: "Amigo Roberto: En estos días he recibido amenazas telefónicas anunciándome un posible atentado y además un traslado por la fuerza y contra mi voluntad a Montevideo. Me llega asimismo la información de que el ministro uruguayo Juan Carlos Blanco plantearía ante las autoridades argentinas, la necesidad de que se me aleje de este país. No sé cuál puede ser el curso futuro de los acontecimientos, pero en previsión de que efectivamente un comando uruguayo me saque del país, le escribo estas líneas para que usted sepa que no tengo ni he tenido ninguna intención de abandonar Argentina y que si el gobierno uruguayo documenta mi presencia en algún lugar de territorio uruguayo, es porque he sido llevado allí en forma arbitraria, inconsulta y forzada. No sería la primera vez que se intenta hacer aparecer como voluntaria lo que es una actitud impuesta por la prepotencia y el salvajismo. Disculpe esta molestia y le agradezco desde ya el uso que usted haga si es necesario, de esta confidencia. Su amigo: Zelmar Michelini"

Coincidentemente con los datos que manejara Michelini en la carta enviada a su amigo y compañero de trabajo, dos o tres días después llegó a Buenos Aires Juan Carlos Blanco, quien se entrevistó en forma privada con el Ministro de Relaciones Exteriores de Argentina. Posteriormente, Michelini recibe la orden de expulsión del territorio argentino, razón por la cual concurre junto con su abogado a la Dirección de Inmigraciones, circunstancias en que la máxima autoridad del lugar le transmite a su abogado que el expediente de Michelini venía muy cargado no sólo desde la SIDE (Servicio de Información del Ejército- Argentina) sino que también se incluía información enviada por el gobierno uruguayo en el sentido de que tanto Michelini como Gutiérrez Ruiz eran importantísimos dirigentes tupamaros. Por éstas y otro cúmulo de datos y evidencias que existen, es que más allá de las negativas que se producen a todo nivel en los militares y personeros de la dictadura desde entonces, el secuestro y posterior asesinato no puede despegarse en ningún momento de las órdenes impartidas desde las más altas esferas, que fueron tejiendo una telaraña de mentiras y persecuciones alrededor de ambas personalidades, acorralándolas de tal modo que finalmente concretaron el asesinato que aún hoy, sigue impune.

"«Yo soy un ejemplo de las condiciones subjetivas» sonreía en su exilio de Buenos Aires el diputado Héctor Gutiérrez Ruiz. Venía de una familia de hacendados, era del Partido Blanco, había hecho una meteórica carrera hasta ser presidente de la Cámara de Diputados. Todo eso, más las posibilidades que el sistema uruguayo ofrecía a un joven político tradicional, quedó trunco de pronto en la noche del golpe militar de 1973, Mas para Gutiérrez Ruiz, esa ruptura con sus orígenes quizás había empezado a esbozarse desde antes, cuando su clara inteligencia lo llevaba a analizar con sus amigos los defectos de las corrompidas estructuras del país, a denunciar las torturas de presos, a tantear dentro de su partido la verdad y la mentira de las tendencias que lo dividían. Las condiciones subjetivas que tomaba a broma en Buenos Aires este hombre que nunca fue marxista, pero que murió como un revolucionario, lo habían alcanzado mucho antes, y el destierro le impuso otras, que él aceptó con la misma jovialidad con que enfrentaba en la Cámara de Diputados a un generalote ministro de Defensa, o a los pequeños amanuenses parlamentarios de la dictadura. En Buenos Aires, Gutiérrez Ruiz quedó librado como otros uruguayos, a su capacidad para subsistir, pero sobre todo para no dejarse involucrar en el medio cínico y materialista de la gran ciudad. Con mayores posibilidades económicas, las compartió con los más desafortunados, fue uno de los exiliados que polarizaban en su torno, para la ayuda o el consejo, a los recién llegados o a los más débiles. Gutiérrez Ruiz, cuando volviera, ya no iba a ser el joven político tradicional electo en 1971. Las «condiciones objetivas» ya lo determinaban y empezaba a ver cual debía ser el Uruguay a rescatar de la dictadura. El régimen también sabía de esa transformación de Gutiérrez Ruiz, quien vivo era cada vez más peligroso, a medida que pasaba el tiempo."


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