Columna: El penúltimo combate de Tito “…y con la Patria liberada volverán”
- La Juventud Diario
- 24 abr 2019
- 3 Min. de lectura
Escribe: Prof. Andrés Freire
Ayer pisé una vez más el suelo sagrado de Las Piedras; es un lugar el Parque que si bien no es exactamente donde sucedió la batalla, es el rincón -y que me perdonen los habitantes de Soriano- donde nació nuestra Nación, transformado ahora en un Museo a cielo abierto. Si algo bueno debiéramos reconocerle a la IMC es que por lo menos rescató el Parque de su abandono finisecular; no habrá cordón cuneta, ni luz, ni saneamiento, pero aunque sea hay un pulmón verde en medianas condiciones. Tomé asiento en el Obelisco y me quedé mirando en ese lugar donde de niño me gustaba estar tantas veces, el altar de granito gris que contrasta con el granito rosa de la construcción, y pensé mucho en una frase que una compañera muy querida dijo en un lugar donde yo me encontraba presente físicamente, pero con mi mente en otro lado. Esta, -lo hemos dicho muchas veces- una tierra de prodigios y milagros, de luces malas, de aparecidos, de ángeles y de demonios que nos visitan, y como en una partida de ajedrez, una de esas voces que por detrás de las nuestras cantan, dijo presente, y a partir de ahí todo un tinglado siniestro se tambaleó; una historia de pactos, de impunidades, de privilegios, terrible y siniestra, en el peor momento para el progresismo salió a luz. La maniobra fue rápida: declarar a la democracia en peligro y convocarnos a todos detrás del sentir legítimo de los familiares, para marchar juntos detrás del Presidente; algunos fueron para denunciar la impunidad, otros para acompañar el sentir, y todo el progresismo para respaldar al Presidente. Gestos hubo muchos, destituciones que nunca sabremos si fueron las correctas o no; pero gestos reales, como por ejemplo mandar a los detenidos al Penal de Libertad teniendo en cuenta la gravedad de sus crímenes, o que el señor Fiscal De Corte dispusiera demandarlos civilmente a los efectos de recuperar los dineros que el Estado tuvo que pagar por indemnizaciones, no hubo ni los habrá. Y hablamos de medidas que no requieren una intervención legislativa, sino lo que nunca hubo ni habrá: voluntad política. En el fondo el problema es siempre el mismo, no hay voluntad real del progresismo de que exista Verdad y Justicia, porque no hay voluntad real de que exista un atisbo siquiera de un cambio estructural, y así de la misma forma en que en quince años sólo tuvimos avances muy pequeños en los Derechos Humanos, más declarativos que materiales, lo mismo ha sucedido en nuestra estructura económica y social. Y así hay una larga lista de criminales impunes o semi impunes, ¿pero y los que dieron las órdenes? Es decir, las fuerzas económicas y sociales que recurrieron a ese estado de excepción que es una dictadura fascista para imponer una redistribución regresiva de la renta. ¿Por qué 15 años de progresismo presentan como su gran éxito sumamente frágil nada más que retrotraernos a los indicadores de 1986? ¿Cuándo llegaremos a 1968? A este ritmo, el día de San Jamás. Me he tomado unos días para pensar en profundidad qué decir de un tema tan sensible. Hay una dimensión humana en este asunto muy profunda, pero también política; nacionalizar la banca y el comercio exterior, renacionalizar y destercerizar las empresas públicas, la reforma agraria, son mucho más que consignas vacías, son los pasos históricos necesarios no sólo para el nunca más sino para cortar de raíz el embrión de fascismo. Esa es además la otra parte de la Justicia y la Verdad que falta y mucho. Y como falta y mucho, este fue el penúltimo combate de un compañero...
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