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Columna Lo malo se bota a matar

  • Foto del escritor: La Juventud Diario
    La Juventud Diario
  • 16 abr 2019
  • 3 Min. de lectura

Lo malo se bota, se bota, se bota, se bota. A matar. Se bota a matar. Lo malo se bota, se bota, se bota, se bota. A matar. Se bota a matar Así de firme Lo que ya si no sirve También merece un final Pa que decirte más Si tienes claridad: Lo malo se bota, se bota y ya. Mira que he tratado de arreglarlo He querido salvarlo Y todo ha sido al revés Solo me embulla otro poquito Y cuando lo necesito Más Me deja a pie. Lo malo se bota a matar”, Buena Fe. Grupo musical cubano.

Escribe: Prof. Andrés Freire

Sí, lo hemos dicho más de una vez; lo nuestro en política como en el amor es sin rendición. Sin embargo cuando hemos llegado a un punto donde la situación en la que estamos viviendo no hace feliz a nadie, lo mejor es terminarlo y apostar a lo nuevo; nada de quedarse en un limbo donde las cosas fluyan libremente sin llegar a ningún lado, o son o no son. O se está con los trabajadores o se está contra ellos, o se está con el 6% del PBI para la educación o se está contra él, o se está por un proyecto de desarrollo nacional independiente o se está con UPM, o se está por el Plan Nacional de Vivienda Popular y la solución a los problemas de la vivienda o se está por los alquileres por las nubes y los asentamientos. ¿Acaso 15 años no han sido suficientes para comprobar que por el camino emprendido no hay salida posible? Y ya no se trata de una disputa entre socialdemocracia y socialismo, es decir entre reforma y revolución, porque en estos 15 años no hemos tenido ni siquiera una experiencia tímidamente socialdemócrata, ni siquiera un intento de hacer un gobierno pos neoliberal; quien lo diga está incurriendo en una falacia, y eso en el mejor de los casos. Baste ver lo sucedido con la educación pública, un gobierno socialdemócrata no hubiera vacilado en otorgar el 6% del PBI para la educación; en el mismo sentido hubiera aprobado el Plan Nacional de Vivienda Popular. Ninguna de las dos son medidas revolucionarias, serían dos pasos sí muy importantes en la mejora de la calidad de vida de los uruguayos; pasos necesarios, imprescindibles para atender problemas estructurales, pero no afectarían la esencia del sistema capitalista, sí moverían el fiel de la balanza unos gramos a favor del pueblo y en contra de los intereses de los malos extranjeros y peores americanos, pero no más, tampoco menos. Lo que hemos tenido y padecido es un gobierno social liberal, que no está dispuesto a mover absolutamente nada de la estantería que ponga en riesgo los privilegios a los que ha accedido, y nada más; y de hecho los escándalos de los últimos días no hacen otra cosa que confirmarlo. Gobierno que ha demostrado su disposición a usar la fuerza coactiva del Estado contra cualquiera que se salga de los estrechos márgenes que ha establecido, sean los docentes en huelga en 2015, los ciegos ocupantes del Tiburcio Cachón, los ambientalistas opuestos al tren de UPM, o una brigada de propaganda de nuestra fuerza política pintando un muro ya pintado. Ahora volvamos al centro de la discusión: ¿Nos sirve a los uruguayos haber renunciado a un programa de cambios estructurales por un precio menor incluso que el miserable de la necesidad? ¿Valen la pena un puñado de leyes para minorías que reconocemos muy postergadas, tablets y computadoras para poder navegar en Internet jugar y chatear, y un montón de normas sin recursos y muchas veces sin cumplimiento real y efectivo, a cambio de no mover absolutamente nada a favor de las grandes mayorías nacionales? ¿Es bueno entregar nuestro medio ambiente, nuestro suelo, nuestra agua, nuestra soberanía a los finlandeses, a los chinos, a quien sea por tres monedas que nos vuelven a quitar? ¿Verdad que no? Y si usted contesta que sí, pase de largo porque no tenemos nada que conversar; es momento de cortar por lo sano, porque lo hemos dicho mil veces: es el propio destino de la Nación el que está en peligro, y observamos con alarma las primeras señales de un proceso de fascistización, y sino que le pregunten a nuestros compañeros impedidos de pintar un muro que ya estaba recontra pintado.

Que no se te quede en el limbo Remiendo, jeringo, Que ni páramo, ni tumba, De analítico y ecuánime Se pasa a pusilánime En lo que una mosca zumba. Sordo a la lengua que han cedido A lo malo conocido Por lo que hay por conocer, Serrucho en mano Corte por lo sano Antes que lamentar, es mejor precaver.

¡¡¡Somos Izquierda. Somos Patria!!!


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