Columna de la Unidad Popular para la campaña electoral, a cargo del Maestro Gonzalo Abella: Un pilar
- La Juventud Diario
- 11 abr 2019
- 7 Min. de lectura

“Vamos a examinar de las medidas concretas que propone la Unidad Popular; y vamos a examinar cada una de las medidas que está en el Programa y en la Plataforma Electoral en la lógica avasallante de su nexo con las grandes tareas que requiere el país, y con los recursos y las formas de sustentarlas. Sin embargo, la Plataforma Electoral empieza por una pequeña introducción que habla de sus fines y objetivos, y nos parecía que dedicar dos o tres programas iniciales a estos fines y objetivos es una razón de honestidad intelectual. Porque hablar de los fines y objetivos queja claro el rumbo, deja claro hacia dónde vamos, y arroja luz sobre la serie escalonada y coordinada de actividades que estamos planteando, las metas que nos proponemos lograr y las alianzas que estamos proponiendo, que se plasman fundamentalmente en lo que significa hoy esa magnífica realidad que es la UP y que hace radical, antagónicamente diferente a la UP a todos los demás partidos con representación parlamentaria. En el programa inaugural hablamos del primer párrafo de la introducción, que se refiere a uno de nuestros pilares: el tema de la liberación nacional, de la soberanía, de la independencia del Estado uruguayo. Y es un tema crucial, por eso está ahí. Porque podríamos empezar a hablar del medio ambiente, pero ¿qué medio ambiente podremos cuidar si estamos de rodillas ante las transnacionales, si no somos soberanos? Podríamos hablar del trabajo, pero ¿qué trabajo estable podemos pensar con recursos propios, con una industrialización propia, si estamos al servicio de proyectos del Banco Mundial y de rodillas ante UPM? Podríamos hablar de la salud, pero ¿qué salud auténtica, popular podríamos tener mientras las corporaciones médicas gobiernen el país? Por lo tanto, el primer pilar que tiene que ver con el primer párrafo de la breve introducción de la Plataforma Electoral, tiene que ver con la soberanía, con recuperar la dignidad patria, con recuperar la libertad; pasando contra la deuda externa, contra todo lo que nos oprime y todo lo que necesitamos barrer: la extranjerización de la tierra, la dictadura de las transnacionales. No significa que no queramos ningún tipo de inversión extranjera, sino que hablamos de un proyecto soberano de país. Y el segundo pilar es el papel del Estado. El papel del Estado es absolutamente esencial -una vez que se recupere la soberanía- para conducir con un timón popular las medidas y la estrategia que necesitamos para avanzar hacia una sociedad socialmente solidaria, ambientalmente sustentable y rotas las cadenas de los que antes nos regían -los que todavía nos rigen-. Nosotros no queremos idealizar al Estado, ¡ojo con esto! El Estado en la época de Artigas era la Patria Grande, el Estado en la época de Artigas era la tierra para el que la trabaja, era fundamentalmente una democracia que no se basaba en partidos sino en organizaciones, en comunas de fogón en fogón; todo eso era el Estado en la época de Artigas. Un Estado que coordinaba pueblos, esperanzas, sueños diferentes, la diversidad en un proyecto único, el proteccionismo en el mercado mundial: graves, duros impuestos a los productos que competían con los de las provincias y cero impuestos a lo que viniera para educación y cultura. Eso era la propuesta de Estado para Artigas. Nada que ver con el Estado que nace en 1830; un Estado oligárquico, que empieza en el Salsipuedes una contrarrevolución agraria que consolida el latifundio. Pero aún ese Estado oligárquico en su seno, dialécticamente generó procesos sumamente interesantes de búsqueda de la soberanía por parte de personeros de los mismos partidos fundacionales. La inmensa dignidad de un Leandro Gómez, el proyecto estatista de José Batlle y Ordóñez; son referentes que nosotros tenemos que tener en cuenta cuando hablamos del Estado. Ya hay una experiencia anterior -hecha incluso por la burguesía nacional- que lo único que quería desarrollar el capitalismo nacional; pero esa experiencia de los Bancos del Estado, del comercio exterior controlado por el Estado, de toda una serie de servicios y de entes autónomos al servicio del bienestar de la gente, y sobre todo de un desarrollo industrial independiente. Todo eso tenemos que tenerlo en cuenta también. Porque después, desde 1959 el Estado pasa a ser un servidor del imperio y de las transnacionales; y eso no cambia con la Dictadura, y desgraciadamente tampoco cambia ni siquiera con el Contador Astori, porque se desvirtúa el proyecto del Frente Amplio. Nosotros necesitamos recuperar el Estado. ¿Cómo lo dice la introducción de la Plataforma Electoral? Es interesante, dice así -segundo párrafo de la Plataforma Electoral-: Para obtener respuestas inmediatas en la reactivación económica, el Estado desempeñará un rol esencial en el proceso económico. La planificación determinará cómo y dónde se invierte, así como darle la imprescindible unidad entre las políticas de precios, créditos, tributos y salarios. Detengámonos en esto: un Estado que desempeñe un rol esencial para reactivar el país, para recuperar la esperanza. Y vamos a hablar después de educación, vamos a hablar de salud, pero acá viene lo esencial: ¡imprescindible unidad entre las políticas de precios!, o sea los precios no los libra el mercado, los precios de los artículos básicos, de las cosas esenciales los fija o los subsidia el Estado; primera cosa, política de precios. ¡Créditos!, a quién se le da crédito y a quién no, y si se prohíbe los créditos usurarios y no se le regala créditos a los que lo tienen todo, a los poderosos, la imprescindible unidad entre las políticas de precios, créditos. ¡Impuestos!, dónde cae la carga impositiva y donde se alivia la carga impositiva. ¡Y salarios!, el tema de la dignidad del trabajador a través del salario. Si el primer pilar en donde se plantea la propuesta de la UP que la distingue de los demás partidos, el primer pilar es la soberanía, soberanía que no tenemos y que nos han tratado de convencer que es imposible, de que es quimérica, y después se rasgan las vestiduras hablando de Artigas, pero dicen que no, que eso es imposible. Bueno, para nosotros la liberación nacional es una tarea no solo posible, sino imprescindible: la soberanía. Y lo segundo, el segundo pilar es un papel activo del Estado y que no todo quede en manos del mercado. Ese es el segundo, que donde dice: Darle la imprescindible unidad ¡unidad! a las políticas de precios, créditos, tributos y salarios. Ahora bien, nosotros tenemos clarísimo que el Estado ha tenido fases horrendas, fases que podríamos definir como dictadura abierta del capital y del imperio; hemos tenido terrorismo de Estado. Y esas heridas -lejos de estar sanadas- hay una complicidad de silencio que nos impide atacarlas a fondo. ¿Qué Estado querremos? En primer lugar un Estado con un rumbo hacia una sociedad solidaria, sustentablemente ambientable y libre de toda cadena; integrada a la patria grande todo lo posible. Ese es el Estado que nosotros queremos, un Estado popular, un Estado en avance a formas aún superiores de la fraternidad humana; y un aporte a la causa continental y a la causa de la humanidad, que es su propia supervivencia. Ese Estado. Y en segundo lugar -y esto es importante, porque también la vida nos enseñó que hasta el proceso más lindo se puede echar a perder-, no una fiscalización desde arriba a las actividades del Estado, sino control popular por abajo. Vamos a ver después en las medidas concretas vinculadas a los casos concretos, a los servicios pero también a la producción y también a la tierra, como un elemento fundamental del Programa de nuestra filosofía de vida, de lo que hace unánime el trabajo de la diversidad ideológica que tenemos en la UP, uno de los elementos que nos unifica: es precisamente la supervisión por parte de los trabajadores y del pueblo en general de las tareas, para que no haya nunca más corrupción; que no se puede frenar solo con la fiscalización desde arriba por más severa que parezca -porque hecha la ley, hecha la trampa- sino que sólo la garantiza el pueblo organizado, cogobernando y trabajando para el control inflexible. ¿Que no se puede? Claro que se puede: un solo diputado abriendo grietas en un poder del Estado -como fue nuestro Dip. Eduardo Rubio- ¡vaya si contraló, vaya si sacudió las estructuras corruptas! ¿Pero por qué? Porque había un respaldo de trabajadores que informaban, que se movilizaban y que hacían la coordinación necesaria para que esas denuncias también tuvieran eco. Es por un lado. Y por otro lado, ese control popular tiene que generarse a partir de mecanismos profundamente democráticos de gestión. Todo eso lo vamos a ver cuando analicemos medida por medida: cómo se cumple siempre el tema de la soberanía, cómo se cumple siempre el tema de un Estado que avanza hacia políticas populares, y cómo vamos implementando estos dos principios que cruzan transversalmente cada una de las propuestas. Yo quiero terminar esta reflexión de hoy desafiando a gente fraternamente, a gente que todavía está en el partido oficialista, que todavía cree en algunos discursos: primero que comparen lo que dicen hoy los líderes de los partidos fundacionales o del Frente Amplio, con lo que decían aquellos precursores de décadas atrás. Incluso aquella gente que entre blancos y colorados realmente hicieron obra, y tomaron medidas que hoy los actuales representantes ni se atreven a mencionar. Ellos evocan al nombre, evocan la memoria de una imagen, de una figura; pero silencian totalmente aquellas propuestas estatistas o de soberanía, de dignidad, de próceres que fueron de sus propios partidos. Ni que hablar -desgraciadamente- con la cúpula del partido de gobierno que agita banderas, agita sentimientos, pero no puede ni mencionar a aquellos principios de reforma agraria, de liberación nacional, de estatización de la banca, de no pago de la deuda; que fueron sus banderas. Esas banderas que hoy deslucidas tratan de agitar, borrando su propia memoria. En ese sentido, lo que tenemos que entender es que no hay frente al electorado una diversidad de ofertas: un partido que se diga de izquierda o que se diga ecologista pero que no empiece por la liberación nacional, no puede hacer nada; su silencio es demasiado preocupante. Solo la UP plantea en su programa aquellas banderas que recogen los mejores sueños de nuestro pueblo y de los pueblos del mundo y los plasma con profunda madurez, sentido común y responsabilidad como una nueva esperanza que renace de las cenizas y de los rescoldos de los que tanto soñaron y tanto lucharon”.
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