Columna La belleza está en la Unidad Popular

Reivindico el espejismo de intentar ser uno mismo, ese viaje hacia la nada que consiste en la certeza de encontrar en tu mirada la belleza. Luis Eduardo Aute, “La belleza”.

Escribe: Prof. Andrés Freire

Somos gordos o flacos, petisos o altos, con arrugas, con estrías, con los ojos cansados y las manos agotadas; y sí fuéramos a hacer un aviso televisivo con los modelos sonrientes de cuerpos perfectos, dentadura pulida, y sensuales objetos consumo, dignos de miles de me gusta, deberíamos contratar modelos. Y sin embargo somos sin duda los más bellos, quizás los únicos bellos en el mundo de la política. Porque después de todo ¿qué es la belleza? Esta pregunta se la han hecho múltiples filósofos a lo largo del tiempo y es válido replanteársela hoy, donde conceptos como el amor, el compromiso, la fidelidad parecen estar en extinción, y por supuesto la belleza misma. Un conocido de nuestras columnas, el filosofo Byun-Chul Han en su libro “La salvación de lo bello” nos dice: “La fidelidad y lo vinculante se implican mutuamente. Lo vinculante exige fidelidad. La fidelidad presupone lo vinculante. La fidelidad es incondicional. En eso consiste su metafísica; es más, su trascendencia. La creciente estetización de la cotidianeidad es justamente lo que hace imposible la experiencia de lo bello como experiencia de lo vinculante. Lo único que engendra dicha estetización son objetos de un agrado pasajero. La creciente volatilidad no sólo afecta a los mercados financieros. Hoy abarca a toda la sociedad. Nada tiene consistencia ni duración. En vista de un contingente radical se suscita el anhelo de lo vinculante más allá de la cotideaneidad. Hoy nos hallamos en una crisis de lo bello en la medida en que a este se lo satina, convirtiéndolo en objeto de agrado, en objeto del “me gusta”, en algo arbitrario y placentero. La salvación de lo bello es la salvación de lo vinculante”. En este párrafo el pensador nos dice que la belleza es algo que trasciende la mera apariencia, la que siguiendo los preceptos dominantes, tiene que ser lo suficientemente pulida y lisa para agradar a todo el mundo; lo bello es lo vinculante, lo que está unido necesariamente a la obstinación y a la fidelidad, tal como lo toma de otro filosofo que ya hemos comentado. ¿Y qué más obstinado que nosotros mismos, que no nos resignamos a “lo posible”? ¿Qué más fiel que no vender principios por un carguito, un privilegio, un acomodo? ¿Qué más íntegro que en esta hora en que muchos hacen doble o triple discurso sobre los desaparecidos, escuchando políticos que no movieron un dedo ni por la Justicia ni por la Verdad, hablar de los asesinos al que alguno por ahí le reconoce incluso su “valentía”, sino el de nuestro compañero? ¿Acaso existe algo más bello que vincularse, que unirse, que ser fieles al programa histórico de nuestro pueblo, de la clase trabajadora, de los condenados de nuestra tierra? Si usted busca sensaciones pasajeras del momento, gozarse en el otro como un objeto de consumo, disfrutar un bello espectáculo que no cuestiona ni molesta a nadie, siga de largo no más: lo nuestro no le conviene, ni le sirve, ni gana un me gusta; pero si lo que usted quiere es experimentar la belleza de asumir el compromiso de hacer el mundo: otra vez bienvenido. Somos Izquierda. Somos Patria.