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5 de abril de 1813: el concepto de democracia artiguista

  • Prof. Pablo Freire
  • 5 abr 2019
  • 4 Min. de lectura

Nuestra convulsionada América Latina muestra en forma cíclica diferentes movimientos populares que avanzan, y respectivos golpes reaccionarios de parte del imperialismo norteamericano y sus socios locales. En el campo de las ideas políticas y las formas constitucionales también se da el enfrentamiento. Es así que en esta época y en varios países, incluido el nuestro, variados personajes políticos están siempre dispuestos a definir qué gobernante, movimiento o líder es demócrata y quien no.

En el proceso artiguista, o más bien en su estudio, el pensamiento afín a la burguesía logró, si no imponer, dar gran influencia a su visión de presentar al jefe de los orientales como introductor del sistema republicano democrático de inspiración norteamericana y francesa. Para ello se difunde un reduccionismo en el estudio del pensamiento de Artigas. Llevándolo al recitado de frases fuera de contexto y del proceso histórico.

En nuestro enfoque pensamos que una lectura atenta del discurso inaugural del Congreso de Abril de 1813, el día cinco, completo, nos da sí una noción de democracia real, al alcance de los pueblos.

Guía para la lectura razonada del texto

(en cursiva el texto original)

Ciudadanos: El resultado de la campaña pasada me puso al frente de vosotros por el voto sagrado de vuestra voluntad general.

Los ciudadanos son los integrantes del congreso, provenientes de la campaña. Algunos son grandes hacendados, otros poseedores de tierra sin títulos de propiedad, otros integraban el universo social de la época y el lugar. Son a su vez los caudillos de regiones y del pago, en una suerte de pirámide de escala jerárquica que la gente en forma espontánea había creado y respetaba. El caudillo comienza aludiendo al origen de su autoridad, en las asambleas orientales que lo habían designado Jefe de los orientales.

Hemos recorrido 17 meses cubiertos de la gloria y la miseria, y tengo la honra de volver a hablaros en la segunda vez que hacéis uso de vuestro soberanía.

El lapso mencionado abarca básicamente el de la “redota” (el éxodo) y el regreso al sitio de Montevideo a la vez que se libraba el conflicto con el gobierno de Buenos Aires, anuncio de lo que después sería centralismo contra federalismo.

Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa por vuestra presencia soberana.

Aquí no habría dos opiniones. Sin embargo hay un par de observaciones para precisar la cuestión. Porque si el orador se hubiera retirado para que la asamblea resolviera, estaríamos ante una formalidad del régimen democrático que conocemos. Con el agregado de que todavía no se había comunicado a los presentes el orden del día.

Vosotros estáis en el pleno goce de vuestros derechos: ved ahí el fruto de mis ansias y desvelos y ved ahí también todo el premio de mi afán.

El asunto es simple, el caudillo le recuerda a su gente el funcionamiento de la democracia caudillista.

Ahora en vosotros está el conservarlo. Yo tengo la satisfacción honrosa de presentar de nuevo mis sacrificios y desvelos, si gustáis hacerlo estable.

Y de inmediato el caudillo se presenta para la reelección, diríamos hoy. Y por cierto lo da por hecho y sigue el discurso.

La Asamblea General, tantas veces anunciada, empezó ya sus funciones en Buenos Aires. Su reconocimiento nos ha sido ordenado.

Aparece un motivo para la convocatoria. Tampoco esperemos que el caudillo se retire para que los presentes resuelvan.

Resolver sobre ese particular ha dado motivo a esta congregación, porque yo ofendería altamente vuestro carácter y el mío (…) si pasase a resolver por mi una cuestión reservada sólo a vosotros.

Se reitera, la asamblea es soberana para resolver, y el discurso sigue.

Bajo ese concepto yo tengo la honra de proponeros los tres puntos que ahora deben hacer el objeto de vuestra expresión soberana:

Vemos que ya no es un solo tema sino que el asunto será más complicado que decir sí o no a la autoridad de Buenos Aires.

1- Si debemos proceder al reconocimiento de la Asamblea General (...)

Ya el enunciado deja ver que no se tratará de una ceremonia de juramento de fidelidad sin contenido.

2- Proveer de mayor número de diputados que sufraguen por este territorio en dicha Asamblea.

La frase “este territorio” abarcará a toda la Banda Oriental. La mención al número apunta contra una asignación mínima dispuesta por Buenos Aires.

3- Instalar aquí una autoridad que restablezca la economía del país.

Esta moción avanza todavía más en el reclamo de autonomía, anunciando el federalismo.

Es muy veleidosa la probidad de los hombres; sólo el freno de la Constitución puede afirmarla.(…)

Entiéndase por Constitución el acuerdo escrito a que se aspira entre los orientales y el gobierno convocante.

Yo opinaré siempre que sin allanar las pretensiones pendientes, no debe ostentarse el reconocimiento y jura que se exigen.

Por fin aparece claramente la moción básica que el caudillo venía fundamentando.

(...)examinad si debéis reconocer la Asamblea por obedecimiento o por pacto. No hay un solo motivo de conveniencia para el primer caso que no sea contrastable con el segundo (…)

Se reafirma la moción por si no había quedado claro.

Esto, ni por asomo se acerca a una separación nacional: garantir las consecuencias del reconocimiento no es negar el reconocimiento (…)

Muy claro el concepto. Sin embargo, no logró impedir una cierta confusión que denomina a Artigas como héroe nacional. Y esto a pesar de que él mismo, en su aislamiento en Paraguay, después de la derrota militar, debió rechazar la invitación a volver al suelo oriental, donde había un estado cuya creación no figuraba en su ideario.

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