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Columna: “Jornalero eventual”: Explotación laboral en servicios de acompañante

  • Foto del escritor: La Juventud Diario
    La Juventud Diario
  • 14 mar 2019
  • 6 Min. de lectura

Escribe: Prof. Andrés Freire

¿Se puede caer más bajo?: La respuesta sin duda es sí; en nuestro país no solamente hay desempleo en aumento, sino que además las formas de explotación laboral se perfeccionan, mientras un gobierno jugado cada día más a la macroeconomía neoliberal mira para el otro lado y deja actuar con total impunidad a las empresas. Eso sí, cantando a dúo con el PITCNT -su brazo sindical- loas a los Consejos Salarios, lugares donde lo que se hace en el caso de los empleados públicos es un diálogo donde el gobierno se limita a decir a todo que no y luego hay 30 monedas, arréglense; y en el de los privados “discutir” dentro de los escasos márgenes que dan las pautas oficiales, de achicar o disminuir la plusvalía ni hablar. Hemos recibido hace unos días un documento titulado “Contrato de Jornalero Eventual”, acompañado de un “Manual de Tareas del Acompañante”, de una conocida empresa del medio. Parece más un contrato feudal del tipo amo y siervo que de una relación contractual propia de un país capitalista; por lo que uno puede leer, tiene la impresión que la empresa, o el señor feudal, está alquilando no el tiempo de trabajo socialmente necesario sino comprando a un ser humano, sin ni siquiera garantizarle un salario mínimo mensual. De hecho, la ficción jurídica e ingeniosa del “jornalero eventual”, lo asimila mucho más a un campesino sujeto a la gleba que a un obrero contemporáneo. Esta situación además puede durar años. No es lamentablemente el único caso, vemos como en los supermercados se van eliminando puestos laborales gracias a los autómatas, y aquí no hablamos de un pequeño empresario sino de grandes superficies, y todo para incrementar las ganancias y por supuesto que nada de lo que las empresas ahorran en personal se traslada luego en beneficios a los empleados que van quedando. Del mismo modo, proliferan empresas de reparto en bicicleta que no se hacen cargo de ningún aporte a la seguridad social de sus empleados, porque parten las empresas de aplicaciones del hecho de que no son empleados sino una especie de micro empresarios independientes, toda una ficción a la que un gobierno con mayoría absoluta y supuestamente de izquierda hace la vista gorda también, permitiendo impunemente estas novedosas formas de explotación y sobre explotación laboral.

“Jornalero eventual”, siervo multiuso por 100 pesos la hora

En el mundo laboral existen múltiples relaciones posibles. Así una empresa puede tener desde sus empleados efectivos hasta sus empleados zafrales. También hay jornaleros, es decir la persona que es contratada para desarrollar tareas que no son permanentes y a la que se le paga en virtud de la jornada trabajada; y empleados eventuales que es la persona contratada para una necesidad de trabajo extraordinaria, excepcional e imprevisible. La cuestión es que las empresas de acompañantes, y más incluso las grandes empresas del sector, como ésta en particular que es en realidad un servicio tercerizado de una gran empresa médica, sí tienen un volumen de trabajo asegurado permanentemente, por lo que parece un sinsentido la figura de “jornalero eventual” para la gran mayoría de sus funcionarios. Aquí lo que correspondería es que la mayor parte de su personal fuera permanente, y existieran algunas personas contratadas en forma eventual para imprevistos picos de demanda, y en ninguno de esos casos por 100 pesos la hora. Hoy en día como no existe un marco jurídico normativo, cada empleado de dichas empresas está sujeto a la voluntad del empleador. Esto como ya hemos dicho, al PITCNT no le importa mucho; y lo remarcamos a días de haberse conmemorado el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, porque esta es una profesión -como todas las vinculadas al cuidado- ejercida en su mayoría por mujeres. Pero eso tampoco parece importarle a las autoridades del gobierno y sus legisladoras que desfilan cantando “muera el Patriarcado”, mientras no mueven un ápice contra la explotación laboral. Por el contrario, la Confederación Sindical y Gremial del Uruguay viene impulsando a nivel legislativo un proyecto de ley de acompañantes o cuidadores de la salud que puede, junto a la vigilancia de las autoridades competentes, poner punto final a estas cuestiones. El contrato laboral que tenemos frente a nosotros no tiene desperdicio: por un sueldo realmente pequeño, el obrero se compromete a cumplir con las tareas de acompañante, mientras que la empresa no tiene “obligación bajo ningún concepto” de convocar a la persona a trabajar. Esto es en el artículo segundo, y lo mismo se reafirma en el artículo sexto donde expresamente se dice: “El trabajador acepta y consiente que es contratado con mero carácter eventual, por lo cual sólo será contratado si la empleadora lo estima necesario”. Lo que vemos entonces es un contrato de sumisión más que un contrato laboral, coherente con el capitalismo más salvaje típico de la dictadura del capital. Este tipo de relación laboral puede durar años, en el caso de esta empresa en particular lo normal es estar por lo menos dos años para tener un número de jornales mínimos garantizados. El beneficio obtenido por estas empresas que llevan más de 20 años operando sin ningún marco jurídico específico normativo, es incalculable. En este sentido, el proyecto de ley que viene impulsando a nivel legislativo la Confederación Sindical y Gremial del Uruguay establece con claridad: “Los acompañantes o cuidadores luego de cumplido el período de prueba que no podrá extenderse por más de 90 días tendrán un régimen de 25 jornales garantizados”. La única obligación asumida por la empresa es pagar el salario y dos boletos de CUCTSA por servicio. A su vez todo tipo de obligaciones y limitaciones caen sobre el empleado; éste debe acompañar al paciente, conversar con él o permanecer en silencio si le gusta más, ver los programas de televisión o radio que a éste le guste, darle la comida, calentarla y hacer infusiones, ayudarlo a levantarse, caminar, reponer la bolsa de colostomía o vaciarla, colaborar con los ejercicios de fisioterapia, también en el cepillado de dientes, el baño de éste, secar el piso del mismo, cortarle las uñas y afeitarlo. Por supuesto que el acompañante puede comer, comida ligera, sin aromas o que lleve mucho tiempo, porque además a veces hay servicios de doce horas: un refuerzo de leonesa (mortadela tiene su olor particular, sería inadecuado). Hay en este contrato muy pocas limitaciones expresas de lo que no se puede hacer, mandados por ejemplo están prohibidos, por lo que a partir de ahí se generan otro tipo de situaciones que describiremos a continuación.

Mano de obra extranjera sobre explotada y su articulación con las empresas

La imagen construida artificialmente y divulgada por todo el mundo en torno a nuestro país, tiene sus consecuencias. Nuestro gobierno no sólo ha tenido éxito en vender por treinta monedas el medio ambiente, la tierra y la soberanía al capital extranjero; sino que logró vender por el mundo la ficción de que somos una nación en pleno desarrollo con oportunidades y justicia social. Y así, somos cada día más punto de llegada de inmigrantes que vienen buscando o huir de graves situaciones políticas y económicas de inestabilidad y crisis como los venezolanos, o acceder al “cielo” del consumo como los cubanos. Vienen a Uruguay y tempranamente afrontan la realidad: empleos de baja calificación con bajos salarios -en el mejor de los casos- aguardan a la gran mayoría, o changas, o puestos informales; para terminar viviendo en una pensión en una pieza compartida con varios, muchas veces en condiciones también irregulares. Y uno de los nichos del mercado donde han logrado entrar es el de los servicios de acompañantes. En su desesperación por obtener alguna remuneración mejor o por lo menos asegurarse la mayor cantidad de jornales, en algunas empresas, al concurrir a los servicios a domicilio, éstas personas se ofrecen a hacer tareas que no encuadran dentro del perfil: lavan la ropa, la cuelgan, lavan los pisos, la loza. De esta forma, por ejemplo, cuando van a cubrir el turno libre de un compañero, obtienen que el usuario cancele el servicio de ese otro trabajador y solicite se quede quien estaba de suplente. A este triste papel se ven empujados y se prestan algunos inmigrantes, todo para asegurarse alguna propina y días continuos de servicio. Esto no es así en todas las empresas, algunas prohíben expresamente todo tipo de tarea que no sea la del perfil del acompañante; pero en particular en la que se nos proporcionó el contrato, sí. No nos vamos a prestar a desarrollar un discurso xenófobo antiinmigrante; aquí el gran responsable no es el que está desesperado en una pieza de pensión, sino quienes han vendido ilusiones por un lado, y quienes hacen la vista gorda frente a estas prácticas empresariales que se terminarían fácilmente con un marco normativo legal, y las correspondientes inspecciones a cargo del Ministerio de Trabajo. Remitiéndonos una vez más al proyecto presentado por la Confederación Sindical y Gremial del Uruguay, en el mismo se establece cuál es el perfil del acompañante y sus tareas: su única competencia será “ejecutar las actividades del proceso de atención relacionadas con las tareas de confort e higiene de los pacientes” y “colaborar con los equipos de enfermería en la ejecución de programas de educación y orientación de los pacientes y sus familias”. No dudo que existan legisladores de todos los partidos que con un mínimo de conciencia social estén dispuestos a votar una iniciativa legislativa como la que está planteada. Pero hay un tema de fondo a discutir: ¿Qué destino aguarda a nuestro pueblo si las autoridades hacen impasible la entrada de nuevas formas de explotación laboral sin tomar ninguna medida para obligarlas como un mínimo a adecuarse a la legislación general? Más de 20 años llevan las empresas de acompañantes, por ejemplo.


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