Columna: La clase de gente a la que se le puede y debe exigir poesía
- La Juventud Diario
- 6 feb 2019
- 2 Min. de lectura

Por Andrés Freire
En la memoria colectiva debería quedar para siempre impreso el momento donde nuestro ex primer magistrado largó aquella famosa frase: “A la gente no se le puede pedir tanta poesía”, justificando el enorme salariazo que se dio a sí mismo el elenco gubernamental en el 2010, comienzo de una fiesta, su fiesta, que seguimos pagando nosotros, a los que siempre se nos dice que no, que hoy no, que la estabilidad está en juego, que se puede perder lo logrado. Para ellos había y mucho, y para usted sólo alguna migaja. Pero hoy no voy a escribir sobre esa gente, ellos son así, ¿qué les podemos pedir?, defienden sus intereses de clase. Para ellos canastas gerenciales y para el resto canastas familiares pero del MIDES; los indicadores nunca son los mismos, porque no somos lo mismo. Hay otra clase de gente, que es la que nosotros buscamos y queremos, la clase de gente capaz de dedicar un domingo a hacer pasta casera y salir a venderla para recabar finanzas; es la que te acerca como le ha pasado a nuestro candidato a Presidente, esquelitas con poemas escritos en una servilleta, son los que salen de noche a pegar carteles, y no cobran.

De la misma forma que un docente de verdad, de esos que siempre están buscando una campera para ese alumno con frio, planificando, estudiando, pensando cómo hacer las cosas de otra forma, para llegar a todos. Es igual a la enfermera que trasciende su rol, y cura, simplemente escuchando. Es esa gente que cuenta monedita a monedita, que hace una colecta para compartir algo o ayudar a alguien, es la que lava la ropa a veces a mano con un pedacito de jabón en barra, a la que todos los días tratan pero no pueden de arrebatarle la dignidad. Esa es la única clase de gente a la que se puede y se le debe pedir poesía, porque de sus voces a veces roncas a veces agotadas, de tanta arena, de tanto frío, de tanta pala, puede surgir un canto coral de esos que hacen temblar, pero en serio, a las raíces de los arboles. Apostamos a ella, porque estamos seguros que cuando miremos a los costados y atrás la veremos, con sus dudas, sus vacilaciones, sus contradicciones como todos, pero firmes, veremos surgir los pequeños grandes poemas de ese enorme poema que tenemos en nuestros corazones, y los otros que sigan no más derechito al lugar que la Historia les tiene reservado. ¡¡¡Somos Izquierda, Somos Patria!!!
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