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Columna Son lo mismo

  • Foto del escritor: La Juventud Diario
    La Juventud Diario
  • 30 ene 2019
  • 3 Min. de lectura

Por Gonzalo Abella * 60 años atrás, en el Uruguay, los partidos políticos de la derecha y del centro tenían proyectos de gobierno donde podíamos reconocer matices diferentes. Incluso en el seno del Partido Nacional podíamos distinguir claramente el proyecto “herrerista” del “blanco-independiente”, y en el Partido Colorado había diferencias entre el proyecto “riverista” y el “batllista”. La explicación de estos matices es que 60 años atrás, en tiempos del segundo batllismo, todavía existían sectores de la burguesía nacional industrializadora que apostaban a un desarrollo soberano. Estos intentos se hacían, desde luego, en los marcos del capitalismo; se planteaban sin enfrentar la expansión imperialista, negociando con ella. No tuvimos en el siglo XX ni un Zapata ni un Sandino, pero aquí hubo esfuerzos hacia una soberanía limitada, esfuerzos que chocaron con proyectos reaccionarios, latifundistas “puros” y con otros totalmente entreguistas y fondomonetaristas. Las propuestas para Salud y Educación, por ejemplo, tenían diferencias importantes porque obedecían a estos enfoques diferentes. ¿Qué pasa hoy con los herederos de aquellos partidos? Para examinar esto, dejemos de lado por un momento el declive neoliberal del partido de Gobierno y hablemos de la falsa oposición que se le enfrenta. La derecha y el centro opositores presentan hoy una oferta de nombres y consignas tan diversa como 60 años atrás; pero oyendo sus propuestas es muy difícil encontrar diferencias programáticas entre el Partido Nacional, el Partido Colorado, el De la gente, y aún en la coalición formada en torno al Partido Independiente. No es por falta de imaginación, porque pagan los mejores asesores; no es falta de recursos vertidos en propaganda. No han disminuido sus esfuerzos desesperados para buscar un perfil de imagen diferente y un lenguaje que prometa renovación. La uniformidad se debe a otra cosa: a que no hay programa de cambio posible sin tener en cuenta los temas de los que sólo habla la Unidad Popular. Fuera de nuestro Programa, el piloto automático seguirá puesto, y el nuevo Gobierno sólo podrá cambiar de marioneta pero sin romper sus hilos. Alguien podría decir que estoy exagerando: en ese espectro que va desde la extrema derecha hasta el centro “independiente”, unos prometen mayor represión, otros reclaman más justicia social; unos hablan bien de Bolsonaro y otros no. Pero en los temas de fondo, los que marcan la diferencia entre la soberanía y la sumisión, todos votaron lo mismo. Todas sus manos se alzaron contra la anulación de la Ley de Impunidad, todos votaron la Ley de Riego, todos se ponen de rodillas ante UPM, todos se resignan ante la extranjerización de la tierra, la contaminación del agua, el saqueo de una deuda externa ilegítima, la agresión brutal de los “Cuerpos de paz” contra Haití; todos guardan un silencio cómplice ante el martirio palestino o yemenita. Habrá temas que no querrá tocar ninguno de estos partidos. No mencionarán las movilizaciones contra el tren UPM, ni por el Proyecto de un Plan Nacional de Vivienda Popular. No recordarán que la energía eólica (40% de toda la energía generada en el país) está en manos privadas y que éstas generan más deuda pública y que terminarán marcando las tarifas; no recordarán que el aporte patronal al BPS disminuyó desde el 12% (en el 2002) a tan sólo el 5% (2018); que las grandes trasnacionales de la forestación poseen latifundios de cientos de miles de hectáreas (sólo UPM posee 115.000, y la mayor trasnacional, Arauco-Stora Enso, más de 300.000); tampoco explicarán que la inclusión bancaria y las redes de cobranza son vampiros exterminadores de la economía familiar. Todos estos partidos cómplices de la Ley de Riego omitirán preguntarse por qué el 96% de los peces capturados en San Javier, Nuevo Berlín o Mercedes tienen agrotóxicos afectando su masa muscular, mientras que eso no ocurre (todavía) en San Gregorio de Polanco. A veces las intenciones se revelan más que por lo que se dice, por lo que no se dice, por lo que no se toca. El ideario artiguista, por ejemplo, los quemará como el agua bendita al Diablo. Todos ellos irán por los temas fáciles: la corrupción en el seno del Partido de Gobierno y su ineficiencia en la gestión de una política financiera que ninguno de ellos cambiaría en lo sustancial. Y propondrán mejoras en trabajo, Educación, nivel de vida, seguridad, pero sin mencionar las causas de fondo que los afectan. Si no fuera trágico, podríamos reírnos de la solemnidad con que intentan diferenciarse unos de otros y hasta su teatralidad para agredirse mutuamente en el plano de la retórica. Pero su danza de millones no podrá disimular su triste ausencia de un sentimiento de Patria. * Maestro y escritor, dirigente político y candidato por la UP a la Presidencia de la República para las elecciones de 2019.


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