Guillermo Macció: Campaña electoral y los próximos 5 años: “Del Poder Ciudadano al Poder Corporativo
- La Juventud Diario
- 23 ene 2019
- 11 Min. de lectura

El demógrafo Guillermo Macció compartió la mañana de la 36 con María de los Ángeles Balparda y Hernán Salina donde se refirió a temas electorales, en lo que tituló: “Del Poder ciudadano al poder corporativo”. Indicó que el poder político ha estado en manos de ciudadanos y ahora hay una tendencia que el poder pase del ciudadano por delegación de este a otro poder, que está muy vinculado al poder económico y al manejo del Estado como si fuera una empresa y se le llama poder corporativo. Dijo que lleva varios años instalado en algunos países, pero esta es la primera vez que ocurre en Uruguay, donde tenemos una lista de candidatos del poder corporativo. Indicó que hay que estar atentos y mencionó como ejemplo lo que está pasando en la región con Piñera, Bolsonaro y Macri.
A continuación transcribimos esta nota del destacado profesional vinculado a la Unidad Popular.
Hoy vamos a empezar hablando de un tema que tiene que ver con lo electoral. Yo justamente titularía la audición de hoy, “del poder ciudadano al poder corporativo”, y explicarle a la audiencia qué significa eso, qué consecuencias trae y cuál es el horizonte para el Uruguay en esta campaña electoral y en los años que siguen. Nosotros hasta ahora hemos vivido en un régimen político republicano, democrático, que se llama, en manos del poder ciudadano, que viene con modificaciones claro está desde la Revolución Francesa para acá que promueve y consagra el poder del ciudadano que reside en el voto y en el derecho a elegir, a poner y destituir a sus gobernantes, ese es el gran triunfo de la Revolución Francesa, que acaba con un régimen feudal monárquico y crea el Estado. La Marsellesa, el himno de la Revolución Francesa, que todos conocemos es el primero que habla de ciudadanos, “a las armas ciudadanos” dice La Marsellesa, el poder político teóricamente, salvo las excepciones de las dictaduras y de otros regímenes autoritarios, ha estado en manos del ciudadano el poder. Ahora hay una tendencia a que el poder pase del ciudadano, por delegación de este, a otro poder que está muy vinculado con el poder económico y con el manejo del Estado como si fuera una empresa, y a ese poder se le llama, el poder corporativo. Ya lleva varios años instalado en algunos países en América Latina, pero ocurre que en el Uruguay, esta es la primera vez que ocurre que en la lista de candidatos, tenemos representantes del poder corporativo. Entonces me parecía interesante analizarlo, explicitarlo y exponerlo para entrar en discusión y poder discutir con ese poder que aparece de nuevo con una cantidad de virtudes, que parece que no tuviera defectos.
Además se pone como que es una visión de la política mucho más eficiente. Se habla de eficiencia, de una cantidad de atributos que parece ser que el poder civil carece de ello.
Y se parece mucho o va en paralelo con lo que se ha hecho también de que la educación debe dejarse de embromar con el humanismo y ponerse más para el trabajo, la eficiencia también. Yo estaba revisando la lista de postulantes que hay para estas próximas elecciones y tenemos el Partido Colorado, el Partido Nacional, el Frente Amplio, el Partido Independiente, y nuestra querida Unidad Popular. Pero aparecen nuevos, un Partido de la Gente, que es un nombre comercial, como una liquidación de saldo, un cliché para venderlo. Otro personaje que anda suelto diciendo que él puede ser candidato porque si puede manejar millones de dólares y manejar préstamos y créditos con el Banco República de millones, cómo no va a poder gobernar un país. Este señor que se anda ofreciendo y pavoneando su riqueza, que es el único atributo ni la honestidad, ni el talento ni lo que ha hecho en el pensamiento suyo, el mérito es que tiene mucha plata, por lo tanto puede gobernar. Y por último la aparición sorpresiva de un iluminado como es el Comandante en Jefe del Ejército (Guido) Manini Ríos, que tiene la osadía de apropiarse del pensamiento artiguista para hacer una proclama usando los símbolos de Artigas, que luego que deje la Comandancia en Jefe, en marzo próximo se va a proclamar candidato. Entonces tenemos que estar atentos a lo que pasa, porque ese es un paso importante a lo que ya se han dado en otros países, por ejemplo el caso de Chile, donde tenemos a Sebastián Piñera, un sucesor de Pinochet, pero nadie dice que es el magnate de la salud privada en Chile, porque es propietario de 3 ó 4 sanatorios de altísimo costo, y ese es un mérito para ser presidente de Chile. Y ahora (en Brasil, Jair) Bolsonaro con otros atributos, o (el argentino Mauricio) Macri.
Y Donald Trump. Donald Trump es el paradigma del hombre más rico del mundo que viaja y hace lo que quiere al amparo de su fortuna, aunque su torpeza se demuestre cada vez que hace una aparición pública. Entonces tenemos que hablar con la ciudadanía, no solo como prédica de nuestras ideas de la Unidad Popular, sino defendiendo lo que hasta ahora ha sido la aspiración al poder político por parte de ciudadanos honorables y no el mérito de ser sólo ciudadanos ricos o muy ricos, porque parece que eso se presenta como una coraza contra la corrupción y un talento excepcional porque tienen la habilidad de juntar dinero, por lo tanto eso le confiere una aptitud para gobernar. Entonces en Uruguay que se está instalando esta situación por primera vez, tenemos que apuntar mucho la puntería al análisis de las candidaturas y de las opciones, porque tenemos un pueblo que viene de ser estafado durante 4 ó 5 períodos por una coalición tramposa, híbrida, como es el Frente Amplio, y en consecuencia es probable que busque soluciones otras que no sean las que ya conocemos.
Pareciera también que va en paralelo con todo una campaña que se ha venido haciendo por años, de una manera o de otra, desprestigiando a la política, identificando a la política con lo que es sucio, con lo que lleva a maniobras que cae en la corrupción, entonces por eso se hablaba muy favorablemente de los ‘outsiders’, de los que no tienen carrera política, los que empiezan hoy, sin pasado en la política. Pero es gravísimo e importantísimo porque nosotros si una de estas opciones fuera triunfadora, yo espero que no, estaríamos consagrando la pérdida del poder ciudadano que sería desplazada por el poder empresario. El voto apenas es un intermediario entre el ciudadano y el gerente, y el único mérito de estos candidatos que aparecen son, o salvadores de la patria o son grandes gestores de negocios como si el gobierno, el acto de gobernar un país, un acto esencialmente civil, en eso quiero insistir, la Revolución Francesa si algo tuvo de mérito es que terminó con un antiguo régimen monárquico y despótico, y creó la figura que para nosotros hay absolutamente normal que es el derecho del ciudadano a elegir a quien lo va a gobernar, y eso quedaría postergado, porque ya no se trata de gobernar un país con todas las complejidades que tiene, sino actuar como gerente de un país, como una multinacional, o como un consorcio empresarial, o como presidente de una cámara de un determinado rubro de negocios. Es muy importante, creo yo, establecer esta distinción para seguir dirimiendo el futuro del Uruguay en el escenario estrictamente político, y que los empresarios financien si quieren las campañas electorales de algunos que les sean simpáticos.
Estamos reflexionando a propósito de esta presencia de empresarios como precandidatos presidenciales, más allá de que ha habido empresarios políticos siempre, pero en este caso esa particularidad, ese fenómeno creciente que podíamos sumar, bueno el propio (Emanuel) Macron en Francia
Y (Silvio) Berlusconi en Italia. Viene de lejos la cuestión corporativa ¿verdad?
(Fernando) Collor de Melo, antes. Pero también levantan como bandera el hecho de que el que va a mandar es él, como que no arrastran el peso de una estructura política de todos los mecanismos que se supone que un partido político conlleva de discusión, de funcionamiento, que se queda al poder y se muestra como una virtud simplificadora de la gestión de gobierno ese hecho, el del hombre empresario al frente de la toma de decisiones. Eso es lo más importante, porque él, en su calidad de gerente absorbe todas las otras funciones y se diluye de alguna manera la división de poderes del Estado. Y esto viene acompañado de un elemento que se trata muy poco, que es el crecimiento y el poder que aumenta cada vez del derecho internacional privado. El Uruguay, por ejemplo, está atado de pies y manos con las papeleras porque muchas negociaciones no son de derecho internacional público sino privado, que cuando hay un conflicto entre la papelera Montes del Plata o cualquier empresa grande y el Estado uruguayo, no recurren a organismos públicos de derecho internacional sino a organismos privados. En consecuencia la justicia internacional que está regida por organismos afiliados a las Naciones Unidas y organismos colaterales pasa a quedar en manos de tribunales privados internacionales que tuvo un gran desarrollo en el Uruguay en la maldita gestión del primer gobierno de Sanguinetti, que además de liquidar los ferrocarriles, aprobar la ley forestal, tuvo un ministro de Relaciones Exteriores, que no importa su nombre ahora, pero que fue el promotor en gran escala del Uruguay involucrarse con el derecho internacional privado. Es decir que hay un elemento colateral que lo público no sólo queda menguado en el acto electoral sino en las confrontaciones legales que pueda tener el Uruguay en algunos negocios con otros países. Entonces, va más lejos, es que todo lo público suena para esta gente a sucio, a corrupto, a ineficiente, y ellos proclaman ser los haces de la ejecutividad, y en consecuencia se simplifica y por supuesto se concentra el poder en una sola cúpula, como está ocurriendo en todos los países que queramos examinar. El caso de Bolsonaro que acaba de liquidar todo lo que fue la política en la selva amazónica, por un decreto él cambia todas las reglas de juego. Y por supuesto, los organismos del Estado, las empresas del Estado que tenemos en el Uruguay, pasarían a ser manejadas en un régimen empresario directo. Por eso es muy peligroso, porque rentabilidad, eficiencia productiva, simplificación de los trámites, aliviamiento del control de la acción, esas cosas se verían severamente afectadas. Y al ciudadano le quedaría como único elemento su ejercicio del voto, legitimar ese poder corporativo.
Yo no lo quiero eso para mi país.
En una cena se cobró un ticket de U$S 1.000 con el precandidato Daniel Martínez en Punta del Este. Sí, y otro de U$S 1.000 para (Luis) Lacalle Pou (del Partido Nacional).
Sí, pero decían que en el de Daniel Martínez se utilizan términos que se usan en el mundo empresarial en inglés, anglicismos, como el networking -trabajo en red- y ese tipo de cosas. Eso también penetra en los partidos, si hablamos del Frente Amplio que se supone que viene de una tradición, de una práctica política distinta ¿no? Justamente, el lenguaje empresario, la cultura empresaria, el vestir, la manera de recolectar fondos. Y la proclama, que es lo más insolente y agraviante, es que yo puedo ser presidente porque tengo mucha plata que la gané haciendo brillantes negocios. Y tenemos el ejemplo muy reciente del Uruguay del caso de abigeato en Rocha donde se robaron 300 cabezas de ganado unos productores a otros y no quedó en nada porque se pusieron de acuerdo por afuera de la Ley y nadie fue preso. Y si un pobre campesino roba un cordero lo tienen en las vueltas en la Comisaría meses y meses. Esa otra moral del empresario se va a meter en la gestión pública, de triunfar estas corrientes, y el asunto se arregla entre compadres en una mesa con una botella de whisky y una millonada de dólares. Entonces, cambia no solo el perfil de la modalidad de gobernar de los personajes que gobiernan, sino de la ética de gobierno. Lo que no quiere decir que nuestro régimen democrático sea perfecto, tiene que perfeccionarse mucho y depurarse mucho, pero esto que se propone es mucho peor, adiós con la democracia, decisiones gerenciales, oscuridad en el manejo de los fondos, oscuridad en el origen de los fondos y no transparencia en todo lo que tiene que ser la parte no material sino cultural, ética de la gestión de gobierno. Es muy, muy importante lo que puede cambiar. Cambia de la sociedad civil al Estado, por eso yo le llamo Estado corporativo, la corporación es la asociación de grandes empresas que manejan rubros de negocios, y un negocio que sería manejable como si fuera una empresa son las instituciones del Estado. Por eso hay que estar muy alerta a lo que se propone.
Es una corriente que uno sabe que estas cosas duran un tiempo, después caen, o sea, toman ahora como que fuera una novedad, después eso va a caer, pero el daño que hacen mientras tanto es y grande y además con consecuencias de futuro. Claro, nos toca a nosotros ahora por primera vez tenerlo con mayor evidencia, pero ya hubo empresarios que quisieron ser presidentes y derrocharon millonada de dólares. Hay que acordarse de (Domingo) Tortorelli allá en la década de los 50, que era un empresario que -porque tenía muchísimo dinero- la mujer quería ser presidente, fue una payasada de circo pero estaba dada la señal. Y por supuesto hay muchos antecedentes, lo que yo quiero señalar es que ahora llega al Uruguay cuando ya estamos rodeados de Estados corporativos en América Latina, como vamos a estar rodeados por Estados gobernados por corrientes religiosas muy singulares o muy folclóricas algunas, como acaba de pasar en Costa Rica que el candidato más votado en segundo lugar fue el presidente de una iglesia evangélica. Es decir, de lo que el ciudadano uruguayo, nuestra gente, nuestros compañeros, nuestros militantes, nosotros, tenemos que tomar consciencia, es de que aparecen unos competidores ávidos de poder que vienen de una vertiente ortodoxa y una vertiente empresaria; y una heterodoxa otra, la religiosa. Vimos a una militante del Partido Nacional haciendo la farsa en un templo evangélico trasmitido por la televisión, invocando a Dios como si fuera una mercadería. Bueno, si un candidato de un partido tradicional se apresta a esa farándula, la cosa está fea. La cosa está fea porque algunos que vienen del poder ciudadano van a hacer cualquier cosa para conquistar votos que legítimamente jamás los votarían. (…) Hay otro mensaje más en audio que manda Hugo: “Buen día compañeros, les habla Hugo Masi. Quiero felicitar al compañero Macció por esta brillante intervención pero además simplemente para una acotación a todo lo muy bueno que está planteando el compañero, es que vivimos en una sociedad capitalista, y donde el régimen central es la explotación, la explotación capitalista. Entonces, eso es lo que tratan, desde lo ideológico, sacar de la política, como que no existe explotación. Porque todos esos millonarios no viven de su salario, viven de la explotación de miles y miles de trabajadores. Entonces, esa es la cuestión. Y eso es lo más lamentable que ha hecho el gobierno del Frente Amplio que se decía de izquierda. Mientras no se clarifique eso de la explotación, claro, llevan todo el camino de la gestión, qué bueno, cuántos millones tiene Fulano o Mengano, pero los tiene a costa de la explotación de los trabajadores. Gracias compañeros”. El del último compañero que hizo el comentario, me parece esencial, yo no lo dije porque lo daba por sobreentendido, es una de las expresiones más perversas de un capitalismo desesperado que busca todo tipo de argumentos, no tiene escrúpulos, el capitalismo no tiene moral, no tiene principios éticos para sostenerse en el poder. Entonces, del político profesional pasamos al empresario inescrupuloso. El único mérito que tiene es que tiene plata, como lo dijo uno de los candidatos, ¿cómo no voy a poder ser presidente si yo manejo millones de dólares con créditos del Banco República? Esa persona, en una prueba de aritmética o de idioma español, perdería el examen por torpe, porque la argumentación es falsa. Entonces, tenemos que salir a hablar con la gente sobre la falsedad de los argumentos que se esgrimen. Y además, claro que una parte importante de este giro o del florecimiento de estas opciones abstrusas de la política vienen del fracaso rotundo del Frente Amplio. El Frente Amplio es uno de los fracasos más estrepitosos y rotundos en la historia política del Uruguay, porque aglutinó fuerzas ideológicas que no eran necesariamente compatibles, bajo la ilusión de que juntos harían un nuevo país. El nuevo país no existe y las pruebas de corrupción son contundentes y no ha habido ninguna regulación. Durante estos períodos del Frente (Amplio) el país, como lo demostraré en alguna próxima audición, ha hipotecado su soberanía trasnacional. Y los negociados más oscuros no los hicieron los empresarios, los hizo el propio Estado y el propio gobierno dejando pasar todo lo que ocurrió en Ancap, todo lo que ocurrió con la industria pesquera, todo lo que está ocurriendo con el glifosato, todo lo que ocurrió con la enajenación de tierras. Claro, el pueblo desesperado buscará otra solución, y estos empresarios que saben muy bien hacer negocios, están aprovechando la oportunidad que se presenta al abrirse una puerta de un mesías que venga a salvar la institucionalidad del Uruguay. Entonces, no sólo la culpa es del chancho sino de quien le da de comer. Y el Frente Amplio ha alimentado en el “vivero de los líderes políticos” a estos personajes que hoy aparecen como salvadores impolutos de la Patria a través de una gestión de gobierno eficiente que es la palabra básica de la mentalidad empresarial. Por eso tenemos que tener una militancia alerta, militante y contundente.
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