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San José: La realidad de los maragatos con temporales climáticos y económicos

  • Foto del escritor: La Juventud Diario
    La Juventud Diario
  • 20 ene 2019
  • 4 Min. de lectura

Por Darío Camilo Perdomo Responsable Político del 26M–UP en San José

Transcurre uno de los veranos más lluviosos de las últimas décadas, con precipitaciones intensas y persistentes que afectan el turismo costeño y también al sector productivo agropecuario. Obviamente que los principales damnificados siguen siendo aquellas familias generalmente numerosas de menores recursos económicos para quienes cubrir las necesidades básicas sigue siendo hoy una meta demasiado lejana. Parece una increíble pesadilla, pero lo real es que en la mitad del mes de enero se está hablando de alrededor de 4.000 personas desplazadas por las inundaciones; Salto, Paysandú, Artigas, Durazno y Río Negro, figuran dentro de los departamentos más afectados. En el sector agropecuario, si bien hacia fines del año pasado había optimismo por las buenas reservas de agua y forraje con las que se contaba, los excesos hídricos sobre suelos saturados terminaron de complicar el panorama. Las abundantes precipitaciones han provocado arrastre en algunos casos y pérdidas de cultivos afectando particularmente a la soja, que si bien a nivel nacional comienza a plantarse en octubre, por el sur en general se planta luego de la cosecha del trigo. La cosecha del año pasado de esta leguminosa fue la peor de los últimos años no acompañando ni el clima ni el precio final, razón por la que se especula muchos productores podrían si el tiempo les permite pasarse al cultivo de maíz. Sobre finales de año ya los productores frutilleros del departamento, afincados básicamente en zona de Colonia Wilson hasta las cercanías de Libertad, que venían de tener una muy buena zafra en octubre en cantidad y calidad, advertían sobre el daño ocasionado a las plantas. Es sabido que el exceso de lluvia es malo para este cultivo, igual que para las vides. A pesar de haber menos productores, San José sigue siendo a nivel nacional el principal productor de papa; se estima que casi el 80% de este cultivo se planta en el departamento josefino. Pero según datos oficiales de la DIEA la intención de siembra para la zafra primavera-verano no llegaba a 1.500 Hás. y para la zafra de otoño se estima en 2.538 Hás., lo que significa un descenso de un 12% del área cultivada en relación al año anterior. El cultivo de la papa tiene posibilidades de dos cosechas anuales, pero para la primera siembra se importa papa de semilla. Hoy los productores están vendiendo a $ 18 el kilo, llegando a $ 20 la papa de mejor calidad; y éstos son los mismos precios de venta desde hace siete años, cuando en realidad los costos de producción, papa de semilla, electricidad, combustible, aportes y personal han ido en suba. Al mismo tiempo se constata que en algunas cadenas de venta (supermercados) la papa al consumidor llega a costar tres veces más. Prácticamente una realidad paralela ocurre con el mercado quesero; antiguamente había en el departamento dos ferias queseras semanales en las localidades de Juan Soler los sábados y Ecilda Paullier los martes. Ha mermado el número de productores y hoy queda sólo Ecilda como mercado en donde tampoco en los últimos años hubo mayor variación con referencia a los precios. Las variaciones en todo caso estuvieron dadas por el consumo mayor o menor de la población según la época del año. En la última feria del martes pasado el queso fresco tipo Colonia de primera calidad cotizó a $ 130 - $ 135 el kilo, para los de segunda calidad $ 90 - $ 110; queso Dambo y Quartirolo $ 120 - $ 140; queso Sardo $ 130- $ 150, queso fundición $ 80 - $ 90; queso para rallar $ 110 - $ 120 el kilo. Los comentarios destacan que un comprador grande de Maldonado en plena temporada turística sigue manteniendo el mismo caudal de compra que tenía en el invierno, y eso nos puede dar por un lado una pauta de la temporada turística en aquella región, pero también es un síntoma del poder de compra de la ciudadanía y de cómo se encuentra realmente el mercado interno. En grave riesgo sigue estando la lechería en general, sin soluciones de fondo. Los apicultores en particular y lo que va quedando de los distintos rubros que componen la granja, básicamente por culpa de la aplicación de un modelo que de la mano de la expansión del agronegocio y que ha concentrado y extranjerizado la tierra a niveles inéditos, la expansión de este modelo que sustenta el monocultivo que provoca contaminación y depreda los recursos naturales está destruyendo la pequeña y mediana producción agrícola. Nos está pasando que cada vez sembramos menos alimentos y por lo tanto estamos perdiendo soberanía alimentaria. Este modelo nefasto prioriza el lucro por sobre todas las cosas, antes que la salud y la preservación del medio ambiente. No repara en el daño que le produce a la tierra, nuestro principal recurso que debería considerarse como un bien social, comprometiendo seriamente el futuro de nuevas generaciones. Hay que favorecer en modo urgente con medidas alternativas a pequeños y medianos productores familiares, para que aplicando métodos que reduzcan el impacto sobre el medio ambiente, con políticas de Estado, con infraestructura necesaria, con determinados apoyos, con formación y asesoramiento adecuados, podamos priorizar la producción de alimentos saludables y de calidad que tienda a consolidar una total independencia y soberanía alimentaria. En eso está la Unidad Popular y también el Movimiento 26 de Marzo, que a nivel local ya está preparando para ordenar temas políticos y organizativos un Plenario Departamental que se desarrollará el próximo 8 de febrero en la ciudad de Libertad.


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