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Editorial: El ladrón no reconoce su condición Más recaudación, menos empleo

  • Foto del escritor: La Juventud Diario
    La Juventud Diario
  • 10 ene 2019
  • 2 Min. de lectura

Todavía en la política dominante hay quienes piensan que es posible, siguiendo los pasos que sugieren los de los grandes gestores de la política nacional e internacional, que la estabilidad institucional y la democracia fluirán como el agua cristalina de una vertiente, sin embargo el desarrollo de la vida social y productiva muestran otra cosa. Nuestro país limita a diario sus posibilidades de desarrollo pues una enorme concentración de la riqueza se sigue produciendo en pocas manos, y los trabajadores, siguen padeciendo una situación en que el despojo de sus condiciones de vida, son parte de la existencia diaria. Claro que en los últimos tiempos se nota en forma cada vez más explícita que la recaudación ocupa un papel muy importante en la economía mientras el proceso productivo está cada vez más afectado, en toda las áreas importantes, ya que por un lado la despiadada competencia que subvenciona a los capitales más grandes y se produce para ellos provoca un desplazamiento incesante, de pequeños productores endeudados y que marchan directo a la ruina siendo presas de los bancos y de los procesos especulativos que no permiten el desarrollo. Las políticas de gobierno han acentuado este proceso, pues ha crecido la deuda externa y en general el endeudamiento interno, que no permite el tan mentado despegue económico. No es una novedad que esta política requiere cada vez más un gran despliegue, de una nueva burocracia del estado, que la única idea que expresa, es que vamos bien, y que además es necesario reformar el estado para hacerlo funcional a nuevas políticas del capital y de la inversión extranjera, que llega a nuestro país atraída por las inmejorables regalías que están en oferta en nuestro país, en relación a la venta de la tierra, a las zonas francas, al ferrocarril, al turismo, que cada día es más funcional al mercado exterior, que a la construcción de una verdadera industria turística. La descarga de enormes subas de precios al interior, en materia de tarifas públicas, lleva consigo una enorme contradicción para una política que se ha autodefinido como de izquierda, pero que sin embargo a cada paso muestra que ello no es así, pues las privatizaciones avanzan provocando un enorme costo social y golpeando principalmente al estado, que hace tiempo que va perdiendo valor su gestión porque se ha sumado en toda la línea a la política presupuestal de “achique” de toda la inversión social, y a la vez permitiendo que el capital extranjero se adueñe de la economía nacional. Claro que después el oficialismo sindical y político, se enoja porque su política pierde fuerza en su propia base social, que ha empezado reiteradamente a no reconocerlo. Todavía los dirigentes del gobierno no se dan cuenta que ello no es solo por la derecha tradicional o por la Unidad Popular, sino que los problemas a su propia política tienen que ubicarlos en su gestión, o en su propia casa. Aunque esto último hay que reconocerlo resulta muy difícil, pues aquello que el “ladrón reconozca su condición”, por ahora no hemos visto que ello trascienda el dicho, de parte de los responsables de su política.


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