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Columna La UP y el futuro

  • Foto del escritor: La Juventud Diario
    La Juventud Diario
  • 11 dic 2018
  • 3 Min. de lectura

Por Gonzalo Abella *

“Ustedes en la UP tienen razón en muchas cosas, pero no los voy a votar. Si el voto sirviera para algo, ya lo habrían prohibido”. Estuve a punto de contestarle: “Y si no sirviera para nada, nadie se molestaría en dar golpes de Estado”. Pero el tema es más complejo. Engels dijo cierta vez que lo que elegimos es quién nos explotará los próximos años. Hay dos escenarios en que esta afirmación es totalmente vigente, en que el voto es herramienta útil de los opresores. En un contexto de opresión consolidada, de control ideológico sobre los oprimidos, el voto obra como legitimación de la injusticia y a veces hasta como legalización de la extrema derecha. Es el caso actual de muchos países de Europa. Eso no significa, en condiciones adversas, renunciar a la trinchera electoral. En tanto se dé al movimiento popular políticamente organizado ciertas condiciones mínimas de legalidad, hay que trabajar también en la lucha electoral; allí se siembra pacientemente en minoría, aceptando las reglas de juego para cuestionarlas y denunciarlas en su inequidad. Ninguna tribuna es desechable. En un contexto diferente, de lucha social radicalizada pero sin herramienta política revolucionaria, el voto golpea, desmoraliza, los anhelos del movimiento espontáneo, porque la espontaneidad siempre pierde ante un Estado organizado. Ojalá no sea el caso de los chalecos amarillos, pero me parece que sí. Ahora bien: cuando la lucha social se radicaliza y además hay una herramienta política que la exprese, el Poder le teme al voto. No porque el voto sea la solución final de la confrontación entre opresores y oprimidos, sino porque permite conquistar trincheras y tribunas muy útiles para el avance ulterior de la lucha social y su materialización en política. En ese caso, como también dijo Engels en el siglo XIX, a los opresores “su propia legalidad los mata”, o mejor, los empieza a matar. La UP es consciente de sus limitaciones actuales pero también es consciente de la inmensa potencialidad de las luchas populares en las cuales navega, y que multiplican las potencialidades de la propia UP. Su unidad en la diversidad, cohesionada en torno a un programa artiguista y emancipador, ya se introdujo por una grieta del poder democrático burgués y su actuación parlamentaria demuestra por sí misma la fecundidad de esta tribuna. Y vamos por más. Desde la invisibilidad inicial, hemos logrado que se nos empiece a ver. Esto es esencial. A diferencia de cinco años atrás, tenemos una nueva trayectoria para mostrar: la práctica inteligente y de principios de nuestro diputado y su equipo, que es nuestro rostro más público, un rostro de lo colectivo que construimos en un discurso desde una trinchera aún pequeña. Esta tribuna en ese ámbito sería solitaria, si no fuera que está rodeada de gente organizada, de nuestros equipos técnicos y gremiales, y de movimientos sociales en lucha. Ahora nada podemos esperar sino de nosotros mismos. Estamos en campaña electoral pero no desatendemos la solidaridad con los que luchan, las finanzas, la organización, la formación, el monitoreo y difusión del Programa, y las instancias democráticas internas. El eslabón principal que necesitamos fortalecer, el eslabón más débil de nuestra cadena de trasmisión, es la organización de base. Las organizaciones políticas de la UP están haciendo un gran esfuerzo en ese sentido, desarrollando sus agrupaciones de base según el principio de organización territorial, social y productiva. La UP como tal está más atrasada que las organizaciones que la integran en cuanto a la consolidación de sus organizaciones de base. La formación de la agrupación de base Centro - Cordón, de la UP, con el aporte de varios compañeros independientes, es una señal alentadora; pero no alcanza. Es un tema clave. En el sistema electoral uruguayo, no sólo hay que obtener votos (en ese sentido seguimos creciendo) sino que hay que defenderlos en un complejo sistema de fiscalización partidaria de los escrutinios primarios y del escrutinio secundario. Digámoslo claramente: hoy no tenemos militantes para cubrir todos los circuitos del país. Por principios, no vamos a recurrir a gente contratada, como hacen los partidos ricos del oficialismo y la oposición de derecha. Porque nuestros sueños son inmensos, realizables y necesarios, vale la pena una cotidianidad de trabajo militante que a veces es luminoso, y otras veces gris y de apariencia monótona. Todo suma y ahora empieza a florecer. Para las flores necesarias no hay mejor riego que el sudor cotidiano. Honor eterno a nuestros compañeros del trabajo anónimo, de base, que –como dice una lejana placa enmohecida en otro punto del planeta: todos sus nombres quizás no se recuerden, pero su hazaña de entrega cotidiana será imperecedera. * Maestro y escritor, dirigente político y candidato por la UP a la Presidencia de la República para las elecciones de 2019.


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