Editorial: La bancarrota del progresismo Otra vez, el animal se ha convertido en bestia
- La Juventud Diario
- 30 oct 2018
- 3 Min. de lectura
En estos días hemos tenido la confirmación sobre el triunfo de la ultraderecha en Brasil con su nuevo candidato el ex capitán del ejército y ex diputado Bolsonaro. Sin duda que es un largo proceso para algunos inexplicable pero que tiene profundas y duras razones políticas que es necesario buscarlas y encontrarlas en la que viene sucediendo en la región y a escala planetaria con el capitalismo en el planeta. Hace mucho que se sabe que el capital financiero tiene su expresión en lo más duro y reaccionario de las clases dominantes, desde el triunfo en Estados Unidos no hay más que observar un reforzamiento de la tendencia a la reacción en muchos países, en la política económica y social dominante en muchos países. En estos días se ha confirmado que el intento de cambios impulsado durante las décadas anteriores no han podido salirse de los estrechos marcos del capitalismo y la dependencia de nuestras economías de los centros imperiales para realizar alguna tímida reforma en la contradictoria sociedad de Brasil, que en un país con más de 200 millones de habitantes, ha tenido una masa de desocupados de 12 millones de personas, y una deuda externa que estrangula su economía, produciendo millones de pobres y una riqueza cada vez más concentrada. Lo que surge entonces es porque luego de un gobierno social liberal llevado adelante por el Partido de los Trabajadores, no pudieron superarse los problemas crónicos de la sociedad brasileña, que provocó además un enorme descontento sobre los dirigentes del gobierno por los impresionantes escándalos de corrupción. De poco sirvieron las reformas jurídicas constitucionales, cuando los problemas para las inmensas poblaciones de trabajadores y campesinos no se resuelven, y crece el descontento sobre los dirigentes y los partidos políticos. Al debilitarse la política de izquierda en forma abrupta y estrecharse la política para el progresismo estrictamente a dar pasos institucionales y parlamentarios, acorralados por la corrupción, el fascismo, el racismo y el anticomunismo crece, en forma irracional y violenta, en una sociedad que es uno de las muestras mayores de estos problemas hasta ahora insalvables en el mundo y en nuestra región. La mano dura, y el rostro represivo, ya lo conoce la región y nada ha resuelto desde el punto de vista económico y político. Sólo ha favorecido a las clases oligárquicas, al capital financiero y a los monopolios internacionales y va directo contra la clase obrera y sus organizaciones. Lo que ha fracasado es una política falsa, que ha escondido los peligros de una época, pero es indudable una vez más que el animal, se ha convertido en bestia. Es evidente que una nueva página se está abriendo para la historia de la región, en que la lucha de los pueblos deberá reafirmarse sobre nuevos ejes para evitar los padecimientos que provocan las reacciones oligárquicas, provocadas por la ausencia de políticas en que le proporcionen herramientas de luchas a los pueblos latinoamericanos. No alcanza sólo con provenir de las filas de los trabajadores , no alcanza con tener partidos poderosos, lo que se necesita es trascender con honestidad y valor las políticas de compra y venta de políticos en el mercado, para evitar toda clase de oportunismos en la lucha por el poder. seguimos creyendo en los trabajadores y en el pueblo brasileño, que sabrá enfrentar esta situación y encontrar nuevos caminos, para su liberación.
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