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Sergio Turra (Lic. en Nutrición): “La población no accede a alimentos de calidad nutricional por un

  • Foto del escritor: La Juventud Diario
    La Juventud Diario
  • 20 oct 2018
  • 10 Min. de lectura

En nuestro país y en la inmensa mayoría del mundo, en cuanto al acceso a la alimentación (así como también a la salud, la vivienda, la educación, como derechos humanos fundamentales) la cuestión sigue siendo si sos rico o sos pobre.

En el marco del Día Internacional de la Alimentación, el Licenciado en Nutrición Sergio Turra, en contacto con CX36 advirtió “que la inseguridad alimentaria y el hambre crece a nivel del mundo, de la región latinoamericana y en nuestro país”, y que si bien en Uruguay “no tenemos situaciones extremas como a veces vemos en los medios de prensa a nivel mundial, pero sí tenemos problemas de nutrición, de hambre, de mal nutrición también por exceso, que eso afecta la salud tempranamente de las personas”. Turra explicó que se empezó “a medir la seguridad alimentaria”, se realiza “una escala a través del INE, de MIDES y del programa Uruguay Crece Contigo” y allí se concluye que “un 5% aproximadamente tiene problemas de inseguridad alimentaria”. El profesional agregó que “Si eso lo cruzamos con ingresos, los más pobres, esa cifra de inseguridad alimentaria severa que es la más compleja y dolorosa, la que nos tendría que mover a realizar acciones, anda arriba del 11% o del 13%, según los datos que uno mire”. En la entrevista que ofrecemos a continuación, se analiza además con detenimiento la alarmante realidad de los niños, donde Turra advierte que si bien las cifras no se han disparado, comienza a observarse una tendencia de crecimiento de la inseguridad alimentaria.

Hoy (16 de octubre) es el Día Mundial de la Alimentación, habrá ceremonias, actividades y de todo. Pero es un compromiso preguntarse, ¿en Uruguay en qué centrar el tema del Día de la Alimentación? ¿De qué tenemos que hablar? ¿Cómo lo traemos a tierra? Por ello planteamos al licenciado en nutrición Sergio Turra si hay diferencias entre hoy y el resto de los días. Cuando es el Día Mundial de la Alimentación ¿ustedes cambian el chip? ¿Cómo centran la cosa? No, es una preocupación permanente sobre todo en nuestro país y de nuestra profesión el poder lograr que las personas y a través de la políticas y de distintas medidas que se toman, puedan acceder a una alimentación adecuada. Y no, no cambiamos el chip, lo que a veces, estos días así que se fijan a nivel mundial lo que ayudan es a poner en agenda y a poder hacer una reflexión sobre esta cuestión. Pero todos los días como trabajadores que estamos vinculados a esta temática, nos preocupa mucho la alimentación de nuestra población. No son noticias o cosas para festejar; vemos que la inseguridad alimentaria crece y que muchas veces el hambre crece a nivel del mundo y a nivel de la región latinoamericana y en nuestro país. Si bien no tenemos situaciones extremas como a veces vemos en los medios de prensa a nivel mundial, pero sí tenemos situaciones de problemas de nutrición, problemas de hambre, problemas de mal nutrición también por exceso, que eso afecta la salud tempranamente de las personas.

Cuando decís inseguridad alimentaria, ¿de qué estás hablando? De situaciones donde las familias y las personas no acceden a la cantidad de alientos que deberían acceder para tener una alimentación de calidad. Las personas van tomando una serie de decisiones, eso se mide, se ha empezado a medir en el país la inseguridad alimentaria o la seguridad alimentaria; se le realizan una serie de preguntas a las personas donde narran su experiencia en relación al acceso a los alimentos. Y eso se hace una escala, y la persona expresa allí si ha tenido que restringir la compra de alimentos, si algún adulto se ha dejado de comer para que los niños comieran, y en el caso más extremo se pregunta sobre si algún niño se ha ido a comer o no ha hecho todos los tiempos de comidas o se ha ido a dormir con la sensación de hambre. Esa escala se empezó a aplicar en el país, tenemos problemas de inseguridad alimentaria, se aplica a través del INE y de MIDES y del programa Uruguay Crece Contigo, y tenemos problemas de inseguridad alimentaria. Parte de nuestra población, un 5% aproximadamente, tiene problemas de inseguridad alimentaria. Si eso lo cruzamos con ingresos, los más pobres, esa cifra de inseguridad alimentaria severa, a más compleja, la más dolorosa, la que nos tendría que mover a realizar acciones, anda arriba a veces del 13% según la última encuesta, 11 o 13 según los datos que uno mire. O sea que tenemos problemas de inseguridad alimentaria, personas que no acceden por distintos motivos, pero por sobre todo el motivo económico a una alimentación adecuada, eso es así.

¿Dentro de ese estudio se evalúa también el comer mal, me refiero a ingesta de alimentos pero que no son sanos, nutritivos, sobre todo pensando en los niños, que no son importantes para su desarrollo? Sí, la escala lo que mide es el acceso a los alimentos, se le agrega el tema de la calidad adecuada pero no lo cuestiona mucho. Pero donde podemos ver que también, aun habiendo acceso a los alimentos, hay problemas de acceso a la calidad alimentaria, es en el estado nutricional de los niños. Cada vez más tempranamente vemos niños que, por un acceso a alimentos de inadecuada calidad… porque acá se da algo muy paradójico: los alimentos de peor calidad nutricional son los que muchas veces son más accesibles a esta población porque son más baratos; y en cambio, alimentos que tienen calidad nutricional, muchas veces son los más caros, como pueden ser las frutas y verduras en la alimentación de un niño. Entonces, si vemos un estado nutricional, sobre todo de la población infantil (hay problemas en el adulto también, el exceso de peso cruza todas las edades, pero en los niños nos preocupa mucho) ahí vemos que hay porcentajes altísimos de sobrepeso, por ejemplo. Tempranamente se da el consumo de alimentos de escasa calidad nutricional, alimentos ultraprocesados, alimentos llamados chatarra, bebidas azucaradas que lo que aportan es energía y calorías pero no aportan nutrientes. Y bueno, tenemos un 12% de población infantil muy pequeña, en edades muy tempranas que tiene exceso de peso, con las consecuencias que eso tiene en la calidad de vida en el momento para ese niño y a futuro también. Entonces, ahí vemos que la población no accede, no está pudiendo acceder a alimentos de calidad nutricional por un tema económico básicamente, porque los alimentos muchas veces de baja calidad nutricional están más disponibles, son más rendidores, son más llenadores, tienen mucha publicidad, entonces el perjuicio es doble.

Usted hablaba de un promedio de 5% en inseguridad alimentaria, ¿se tienen datos de que eso ha crecido o ha descendido respecto a los últimos años o algún período no muy lejano? Como decía, el instrumento que se tiene son las encuestas de nutrición, salud y desarrollo que ejecuta MIDES con INE, y lo que se ha visto es que ha habido un leve crecimiento en esa inseguridad alimentaria, de un 4,3% se pasó a un 4,8% a nivel general y en los niveles de población con menores recursos pasó de un 10,5% a un 13% los grados de inseguridad alimentaria severa. Son los instrumentos que tenemos como para poder medir eso. Si bien -como se dice en los estudios- no es significativo, nos está mostrando una tendencia que debería preocuparnos, que debiera dar una señal de alerta. Son estudios que tienen una diferencia de 2 ó 3 años más o menos entre realizado cada uno y hay un leve crecimiento pero hay, no podemos decir que es significativo como dice en los trabajos, pero que sí que hay que poner una mirada. O sea, algo está ocurriendo que está haciendo que suba, subió mínimamente pero ha subido.

Me acuerdo que cuando ustedes nos hablaron de la anemia vinculada al tema de la alimentación. Exacto, sí, eso también tiene que ver con la calidad de los alimentos que la población está consumiendo. La anemia es un problema porque impacta en un montón de esferas, pero sobre todo en el desarrollo cognitivo. El hierro es un mineral sumamente importante y que impacta en el desarrollo cognitivo de los niños. Y nosotros lamentablemente tenemos altos porcentajes de prevalencia de anemias, no tenemos… esto hay que decirlo también, cifras actuales, el último estudio tiene sus años es la encuesta de lactancia anemia e incorporación de alimentos del año 2011 realizada por Unicef y una ONG, que marcaba que tenemos casi un 30% de niños menores de 2 años que tenían anemia. Eso en el 2011, no se ha realizado, por lo menos yo no conozco, no tengo cifras representativas como para poder comparar cómo se ha seguido comportando el tema de la anemia. Se habían pensado algunas estrategias para combatir la anemia, pero bueno, algunas de ellas como era la leche fortificada, han dejado de implementarse. Sabemos que los suplementos que muchas veces se utilizan en el Ministerio de Salud Pública no son los más adecuados porque tienen baja cantidad de hierro y a veces baja tolerancia digestiva por los niños, y entonces eso desestimula muchas veces a que la familia lo utilice. Pero si bien eran muy altas las cifras, no tenemos una cifra actual, por lo menos representativa de la población que poder comparar. Eso es un tema pendiente en lo que es Salud Pública y en la parte alimentaria. En un día como este uno trata de hablar del tema de la alimentación en el país concreto, en la época concreta que vivimos, y no sé, podría ser un ejercicio, tratar de saber en cuantos hogares uruguayos, y no me estoy refiriendo solamente a los más sumergidos, en cuántos hogares uruguayos la gente come churrasco, compra un pedazo de queso como para cortar y darle a un niño. Cuántas veces se come pescado que en general se tira para el lado de los hábitos, lo que pasa que los uruguayos somos así. Pareciera como que esas cosas en Uruguay no son alimentos comunes en la mesa ¿no? Sin duda. Hay un tema ahí y cruza todo, hay un tema de hábitos seguro pero también hay un tema de costos, son alimentos que para una familia común de trabajadores, de ingreso fijo, se hace muy difícil acceder a esos alimentos en cuanto al costo. Uno trata de consumir alimentos que rindan, que satisfagan, que llenen y muchas veces no son de la calidad nutricional más adecuada. Nosotros, junto con los sindicatos, con AFINDA, el sindicato del Instituto Nacional de Alimentación y UTMIDES, el sindicato del MIDES; por todos estos cambios que se han dado en el programa estamos trabajando en unas cuestiones de sensibilización de cuánto implica desde el punto de vista económico acceder a una alimentación adecuada, que tenga frutas, que tenga verduras, que tenga variedad de alimentos; estamos trabajando en eso. Es complejo digamos para un trabajador, ni hablar de la gente con un salario mínimo, pero ni hablar de un trabajador que sabemos que anda en los 20 mil pesos como dicen las encuestas y las estadísticas, los números de que ganan la mayoría de los trabajadores, la mitad, estábamos calculando eso con los compañeros, la mitad del ingreso de un trabajador que gane 20 mil pesos, se va en alimentos para un núcleo familiar de 3 personas, ni hablar si son más integrantes en el núcleo familiar. La alimentación queda muy limitada, muy limitada y eso repercute en el estado de salud. Repercute en el estado de salud, en cómo se van generando los hábitos también porque si uno no lo consume seguramente después es más difícil, uno no lo conoce, no lo tiene incorporado en su alimentación. Entonces, es complejo desde el punto de vista del acceso económico que es donde lo analizábamos con los compañeros del sindicato, de los sindicatos que estamos trabajando en conjunto, que es algo que no se expresa mucho. Hablamos de los hábitos y de la cuestión de que comemos así o asá pero cuando entramos a rascar vemos que en realidad están determinados por una cuestión económica también. De que no es que se quiera comer variado sino que muchas veces no se puede. No se puede por un tema de ingresos, por un tema económico. No sólo por eso, pero por ingreso es una variable fundamental en cómo define la compra la familia.

Además los chiquilines que se crían en un hogar donde no se pueden comprar esos buenos alimentos, esos van a ser los hábitos que va a tener, no se forman. Difícilmente después o les va a costar muchísimo más poder incorporar algunas cosas, eso como que está muy sabido y muy claro. Comemos determinados alimentos y se van forjando nuestra forma de la selección de los alimentos, eso está claro. Pero ya digo, es un tema de acceso económico de gran parte de la población que está muy limitada en ese sentido.

¿Hay algún estudio en cuanto a cambios de hábitos de la población en cuanto a la alimentación? Digo porque uno tiene recuerdos de la infancia de que era más habitual el pescado en la mesa, era más habitual la fruta y la verdura también. Sí, se realiza un monitoreo a través de lo que son las encuestas de gastos de ingreso en muestreos que hace el INE y se va viendo que por distintos motivos hay una disminución del consumo. Si bien hay una preocupación por la salud y hay campañas que lo fomentan y demás, en realidad lo que hay muchas veces es una disminución de alimentos de calidad nutricional como son los alimentos frescos, frutas, verduras, carnes en detrimento de alimentos procesados, prontos para el consumo, que en general son más baratos, más prácticos también, porque hay algo que tiene que ver con eso que es... El factor tiempo es un factor que incide también. Y la carga que tienen muchas veces las familias en lo laboral como para poder dedicarse a veces a la elaboración de alimentos. Entonces sustituyen muchos de esos alimentos por alimentos prontos que no tienen la misma calidad nutricional. O sea, hay un cambio en ese sentido también.

Incluso desde el cálculo económico también en los países -como en otros hábitos, pero centrándolo en la alimentación- habría que sacar la cuenta que los que se alimentan mal a la larga terminan siendo pacientes por el desarrollo de patologías que le van a generar al país gastos en revertir esas patologías. Exactamente. Sí, muchas veces lo que no invertimos en este caso alimentación, prevención, salud y demás, lo terminamos pagando en algún otro lugar como puede ser la atención de la salud, con cuestiones más complejas, intervenciones más caras, medicación, incapacidad, etc.

Si uno mira el lema que pone este año la FAO para el Día Mundial de la Alimentación, que se supone que siempre son conceptos inspiradores para el mundo entero; es “Día Mundial de la Alimentación. Hambre cero: nuestras acciones de hoy son nuestro futuro”. Para nosotros queda como un mandato casi. ¿Qué vamos a hacer frente a esto para definir nuestro futuro? Yo creo que tenemos muchísimas puntas de trabajo, algunas desde el lugar de trabajadores en esto de la conjunción de los sindicatos nos preocupan mucho varias cosas. Una, el acceso a los alimentos desde el punto de vista de lo económico, de las familias. Y otra parte ya más compleja pero que hay que trabajar y ponerle, moverse, discutir y conversar porque está en juego el país también, son los sistemas productivos de estos alimentos. Sistema productivo que ha apostado mucho al monocultivo y algún tipo de cultivo específico y que ha olvidado el alimento como esa cosa social, como un bien social. El alimento no como mercancía sino como algo necesario para la vida, así como el agua también. Cosas que posibilitan la vida y que si no cuidamos y peleamos en defender, estamos comprometiendo seriamente nuestro futuro.


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