Esta boca es de todos Cuidando la salud y la utopía

Por Liggia Giordano Carbone

MULSIFEROL

A mediados del 2017, más de doscientos niños recibieron una dosis para adultos de vitamina D en el Hospital Saint Bois. De aquellos que recibieron el medicamento, no todos lo consumieron. De los que sí lo hicieron, 26 niños presentaban hipercalcemia, exceso de calcio en sangre, y cinco casos más graves de calcio en los riñones. Como consecuencia, algunos de ellos han tenido graves trastornos en su salud y comenzaron a mostrar secuelas irreversibles. Nuevas afecciones a la salud se han ido detectando con el correr de los meses. La sobredosis de vitamina D, provoca pérdida de masa muscular, desnutrición crónica y nefrocalcinosis (calcio en los riñones). Un grupo de familiares de niños afectados por el medicamento, compareció esta semana en la Comisión de Salud de la Cámara de Senadores. A más de un año de aquel hecho, los afectados siguen esperando respuestas del directorio de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE). El abogado de estas familias prepara una demanda civil por encontrar que en lo ocurrido existe responsabilidad del Estado. De acuerdo al artículo 24 de la Constitución, “el Estado, los gobiernos departamentales, los entes autónomos, los servicios descentralizados y, en general, todo órgano del Estado, serán civilmente responsables del daño causado a terceros, en la ejecución de los servicios públicos, confiados a su gestión o dirección”. También se señala que ASSE no cumplió su promesa de crear una policlínica especializada con un toxicólogo y un pediatra para seguir todos los casos de los niños. Los padres de los damnificados reclaman también el apartamiento de las autoridades ya que -según indicaron- “prometieron una cosa que no están cumpliendo y ya pasó un año y no tenemos respuesta”. En setiembre de 2017, la entonces presidenta de ASSE, Susana Muñiz, reconoció ante el juez José María Gómez que “fue un error” el suministro irregular de Mulsiferol. Pero lamentablemente el error ha dañado la salud de niños, en algunos casos, de forma definitiva.

AUTOAYUDA

Cada tanto en nuestro país aparecen diferentes expertos -pueden ser psicólogos, docentes, periodistas, etc.- que traen consigo diferentes teorías para ayudar a mejorar nuestras vidas. Recorren los medios de comunicación iluminando con su sabiduría y recetas para vivir mejor. Nos instan a ser “dueños” y “tomar las riendas de nuestras vidas”. Estos gurúes plantean que se precisan adultos que dejen de ser niños. Que sean fuertes, que sean adultos orgullosos de la vida que viven, amando la vida con lo que nos depara cada día. Se precisan adultos alegres, que transmitan a los demás las ganas de vivir, que inspiren con su propia vida, que inviten a crecer, no que asfixien con la queja cotidiana del “no se puede”, “siempre igual” o “me da lo mismo”. Adultos que enfrenten la difícil empresa de vivir, adultos que sean adultos, que no eviten vivir, que no prevengan vivir. No se puede prevenir todo. Que la confianza le gane al miedo, que el miedo le gane al riesgo, adultos que se animen a correr el riesgo de vivir. Se precisan adultos legítimos, tranquilos, con paz, con cariño. Con esperanza, adultos, en fin, adultos, por favor, adultos. En la mayoría de los casos, estos expertos desconocen la realidad material que nos rodea. Muchas veces nos alientan, pero sin conocer la dura vida que llevan los trabajadores, enfrentados a los obstáculos de la vida diaria. Plantean quimeras, aunque en este caso tal vez podríamos tomar en cuenta sus palabras. Porque quienes compartimos las ideas de izquierda, creemos en el futuro. Nos unimos, nos organizamos y trabajamos todos los días para construir juntos la utopía. Tomamos el futuro en nuestras manos, lo moldeamos, con la confianza y la certeza que nuestras fuerzas nos llevarán más temprano que tarde a una realidad más justa para todos.