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Columna Che inagotable

  • Foto del escritor: La Juventud Diario
    La Juventud Diario
  • 7 oct 2018
  • 3 Min. de lectura

Por Gonzalo Abella *

Hay grandes personalidades cuya luz descubrimos tardíamente, cuando ya no están entre nosotros. Ocurre más frecuentemente con las mujeres, cuyo resplandor debe atravesar muchos mantos de opacidad y prejuicios. Hay otras personalidades que brillan, con luz propia, desde el mismo momento y en la misma coyuntura donde les tocó actuar. Es el caso del Che y de su breve y extraordinaria vida. Por sus propias palabras sabemos que, ante sus limitaciones físicas “pulió su voluntad con delectación de artista”. Salió a caminar y eligió moldearse en manos de los pueblos, entregarse a su sabio soplo, porque viajar a su entraña, estar en su seno, era su vocación. Pero su formación académica le facilitó la síntesis, el salto, lo que le hizo comprender la unión imprescindible entre la práctica y la teoría revolucionaria. Hizo, ejerció su profesión, se entregó plenamente, y al mismo tiempo estudió con rigor. Abrazó el marxismo, pero (como el propio Lenin había sugerido) no como dogma, sino como guía para la acción. Y decidió ponerse a la orden de cada revolución de los pueblos, sin pedir para él (como dijo en México a Fidel) en caso de caer, “en el verde caimán que tanto amas… nada más que un sudario de cubanas lágrimas…”. En Cuba, su impetuosa personalidad ganó el corazón de todos. Como dirían los nicas, fue “implacable en el combate” (aunque no tanto “generoso en la victoria” si el vencido formaba parte de los acérrimos enemigos del pueblo). Como parte del Gobierno Revolucionario, en su espíritu luchaban la pasión científica, la entrega personal al límite y la impaciencia, que siempre trae el riesgo de la subjetividad. Su retiro del Gobierno no se debió a los debates sobre “financiamiento presupuestario” sino, precisamente a la convicción contraria: de que ya el rumbo era irreversible, y sólo era cuestión de matices dentro de una Dirección probada que había pasado hasta por “los días luminosos y tristes de la crisis de los Misiles”. Quiso ser África, y por un tiempo lo fue. Quiso entender la realidad de los “países socialistas” y fue cirujano feroz diagnosticando tumores y sugiriendo extirpaciones urgentes que nadie realizó. Y entonces, esperando la vuelta a la acción, metió el bisturí en la teoría. Había que estudiar lo que pasaba realmente en la controvertida Yugoslavia, en Checoslovaquia, en la URSS. Surgía Argelia independiente, China impulsaba un desarrollo original, con comunas organizadas, cumpliendo tareas de liberación nacional que debían acelerar luego el paso al Socialismo. Pero en los años 60 los nuevos gobernantes soviéticos, deslizándose a un oportunismo conciliador, habían sepultado información vital sobre su propia historia. El Che reemplaza los datos que faltan con los supuestos más serios que encuentra, y -coherente hasta el fin- va hasta el origen: empieza a pensar si en el plano económico, el mismo Lenin había adoptado, en su breve tiempo de conducción, las mejores soluciones económicas. Y lo dice desde una posición invariablemente leninista, de admiración por el “jefe del proletariado mundial”. Che sabe que la línea de la tercera Internacional había sido la correcta: los frentes populares antifascistas, las etapas de la revolución. En esa Latinoamérica que conoce como nadie, sabe que la primera fase revolucionaria es de Liberación Nacional, agraria y anti imperialista. Muchas organizaciones revolucionarias del Continente, siguiendo su camino, se definen por entonces como “frentes de liberación nacional”, o “MLNs”. Su caída en Bolivia fue, para la juventud del momento, una clarinada y un impulso invencible. La clarinada viajó por Asia y África, levantó pueblos, y hasta incidió positivamente, por un momento, en el pensamiento pequeño burgués que sin embargo terminó desvirtuando el Mayo Francés de 1968. Y su eco se agiganta. Va con nosotros, y sólo le pedimos que no se adelante demasiado, que recuerde nuestra arcilla imperfecta, porque a veces nos cuesta encontrar su camino, el camino necesario.

* Maestro y escritor, dirigente político y candidato por la UP a la Presidencia de la República para las elecciones de 2019.


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