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Reflexión: ¿Cómo veo el futuro de los jóvenes?

  • Foto del escritor: La Juventud Diario
    La Juventud Diario
  • 3 oct 2018
  • 2 Min. de lectura

Rodrigo Núñez *

Vivimos en una sociedad de riesgo en lo que todo se maneja en una continua incertidumbre y especulación; que vertiginosamente acelera nuestros ritmos de vida, ya sea, por la demanda laboral; el prepararse aún más en su formación; poder consumir lo que la sociedad consume, para estar a su nivel; las grandes presiones al estar desocupado; o incluso llegar a delinquir para obtener lo que no consigo de manera digna… Pues, todos estos factores hacen que nuestro sentimiento de inseguridad aumente con respecto al futuro. Un futuro incierto, desesperanzador con pocas posibilidades y oportunidades que se puedan ofrecer. Pensemos, en los tantos jóvenes que no encuentran en la educación sus objetivos y metas claras; porque no hallan el motor que los impulse o que existan referentes claros que ameriten a su formación a lo largo de la vida. ¡Cuántas decepciones! ¡Cuántas promesas incumplidas! ¡Qué visión tendrán estos jóvenes dentro de veinte años! En definitiva, el sentimiento de inferioridad se refleja en cada una de estas personas que no consiguen sus sueños y de aquellos que no tienen aspiraciones, porque viven sumergidos en un presente inmediato. Creyendo que no hay oportunidades y salidas para vencer los problemas de su entorno. Muchos son los que logran capacitarse para el mundo del trabajo, pero sus posibilidades son mínimas a la hora de trabajar en una empresa, una industria, o comercio; dado que sus referencias pesan mucho más que sus propias habilidades y destrezas. Sin embargo, estás nuevas generaciones (en su mayoría) están en el rango de “exclusión social” y algunos bajo la “marginalidad”. Transmitiendo con el tiempo esa desesperanza o fracaso a la familia que vayan formando. Lo cual, los roles se van desfigurando; los vínculos se van perdiendo; hasta que la identidad de ese núcleo familiar no tenga un horizonte o guía por el cual caminar con orgullo. Por consiguiente, ese núcleo familiar pierde el sentido cuando se encuentran dentro de sus limitaciones en la participación social y al no formar parte de una sociedad asalariada. Entonces, surge un debilitamiento de los lazos, llegando a su condición de pobreza, desigualdad y privaciones. Finalmente, siguiendo estas líneas, es importante poner énfasis en el “discurso hegemónico” ya que es la ideología dominante que ha imperado y gobernando en nuestras sociedades para que todos siguieran ciertas normas y reglas, sin ningún tipo de cuestionamiento; pero a la vez, los hechos han demostrado, como la causante de la ruptura de los lazos sociales de muchas familias, producto de un crecimiento económico que solo mira el capital (materializado) de unos pocos y eliminando a un sistema de bienestar y de mercados de trabajo para todos/as.

* Rodrigo Núñez es maestro de enseñanza primaria, y se desempeña en escuelas de contexto crítico.


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