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Columna: Educación y niñez

  • Foto del escritor: La Juventud Diario
    La Juventud Diario
  • 3 oct 2018
  • 4 Min. de lectura

Por Gonzalo Abella *

La Educación es la transferencia de conocimientos, destrezas y valores de una generación a la siguiente. En las primeras etapas de la vida comprende la fase de entrenamientos, común a la de los cachorros de otras especies animales, y comprende la exploración del contexto mediante el juego espontáneo, común con los cachorros de otros mamíferos. Pero sólo el lenguaje articulado humano permite al niño aprender conceptos abstractos, poseer pensamiento conceptual. El lenguaje oral humano puede transferirse a símbolos escritos, o a lenguaje de señas, o al Sistema Braille, o a señales de humo, o bien a toques codificados de tambor; pero detrás de estos protocolos, en su historia, está el lenguaje articulado oral, portador de generalizaciones y abstracciones, transformador de los instintos colectivos y maternales en los animales, en sentimientos altruistas y conscientes. Y el lenguaje propiamente humano surgió en el trabajo colectivo de los pueblos originarios. Trabajar en Educación infantil nos demanda manejar con cuidado el mundo de los conceptos. Debemos conocer las limitaciones pero también las potencialidades excepcionales que sólo se poseen en la niñez. La evolución del dibujo infantil, por ejemplo, nos muestra cómo el lenguaje conceptual y el pensamiento abstracto van introduciéndose en su percepción del mundo. Inicialmente se familiariza con el lápiz y traza rayas predominantemente horizontales. “Esta es mamá”, explica. Pero en la siguiente fase, “mamá” ya es un círculo del cual salen brazos donde debieran estar las orejas y piernas de donde debería estar el cuello. Al dibujar, no mira el modelo: piensa y nos da la anatomía que recuerda. Luego ya dibuja un monigote de frente. Tiene cabeza, tronco y extremidades. El tronco puede tener falda o pantalón, pero las prendas se vuelven transparentes: una línea fina nos muestra que él sabe que por debajo de la prenda de vestir están las piernas. Y los pies tienen dedos, pues los recuerda mejor como atributo humano que al calzado. Conservo un dibujo infantil donde las cuatro patas de un caballo culminan en dedos, porque, sin mirar el modelo, el pensamiento conceptual hizo que el niño cometiera una falsa generalización. Conservo otro dibujo donde ya se busca un protocolo de comunicación: de la cabeza de una “mamá” (en la fase “monigote de frente”) salen largas líneas hacia arriba. El niño aclara: “Es el pelo, pero si hago las rayas para bajo son brazos”. Un niño de 12 años es más semejante a uno de 15 que a uno de 8, y que este último es mucho más semejante a un niño de 12 que a uno de 6. Para el de 6, que está apropiándose aún del lenguaje, la enseñanza de las matemáticas (concepto de conjunto y subconjunto, números naturales, progresiones, adición y sustracción) está íntimamente condicionada a la capacidad que posea para la construcción gramatical correcta de una oración. Y a veces olvidamos que el lenguaje también es formador de valores. Cuando hace algo incorrecto y le decimos que “eso es feo” sugerimos un nexo entre la fealdad y lo malo, y por oposición, entre lo bello y lo bueno. Eso puede hacerlo discriminar la fealdad, pensándola como culpable. Pero no seamos exquisitos. El mejor ámbito de educación infantil es el colectivo. La interacción entre ellos es el mejor complemento para el aprendizaje, y nos va haciendo ver en qué áreas nuestro inevitable verticalismo inicial ya puede dejar paso a un aprendizaje más activo y con espacios de libertad. El involucramiento de la Comunidad es siempre enriquecedor y es nuestra mejor evaluación. No se puede ser mal maestro de puertas abiertas. Al arte infantil, superior en audacia, debemos corresponderle con el arte adulto, convenientemente dosificado, tanto en la música culta como en la literatura o el teatro. No toda la “música y literatura para niños” tiene la calidad requerida. Hay veces que los libros infantiles son sobredosis de dibujos chillones (hasta con sonidos estridentes y monótonos) y algún dinosaurio como adorno cultural. Como el niño lo abre correctamente podemos creer que es el sumun de la cultura para sus tiernos años, y hasta nos alegramos si lo arroja al suelo y va a buscar su “tablet”, que en realidad aumenta su capacidad de operar y disminuye su capacidad de pensar y crear. Desde luego, hay una literatura infantil formidable, desde Lewis Caroll a María Elena Walsh o Rowling. Nuestra Ibarbourou tiene relatos para niños de auténtica ternura. Y debemos además “ruralizar” nuestra Educación infantil. Por suerte, muchas escuelas con huerta ya lo hacen. Ahora falta “ruralizar” nuestra formación docente. La manualidad de carpintero es tan imprescindible como la lectura directa y sistemática. ¿Por qué escribo sobre esto? Porque esta concepción es la antítesis a la propuesta tecnocrática de la Reforma Rama, de Eduy21, de toda esa formación de segunda, barata y sin alma sólo para los pobres, que quiere presentarse como “preparación para el trabajo que existe”. Para esta concepción neoliberal, es bueno que, por ejemplo, UPM II establezca el Programa de la UTU de Paso de los Toros. Pero nosotros no queremos formar para estos trabajos, sino para los que habrá, muchos más y más hermosos, cuando nuestra Patria sea liberada. Y ese es nuestro compromiso.

* Maestro y escritor, dirigente político y candidato por la UP a la Presidencia de la República para las elecciones de 2019.


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