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Columna Literatura, Socialismo y siglo XXI

  • Foto del escritor: La Juventud Diario
    La Juventud Diario
  • 25 ago 2018
  • 3 Min. de lectura

Por Gonzalo Abella *

Cada corriente literaria nos enseña algo sobre la época que la vio nacer. Generalmente trascienden más los testimonios de los opresores y vencedores que de los oprimidos o derrotados; pero aún entre los escritores mimados por el Poder, cuando su Arte es auténtico, su obra trasciende las intenciones del que lo hace. El creador auténtico es esclavo de su inspiración, y refleja su época y su Sociedad mucho más de lo que cree. Sólo si se reprime a sí mismo, si es sólo un asalariado del Poder, traiciona al Arte y produce sólo un panfleto. Los escritores que han abrazado la causa de la Revolución Social han creado hermosas páginas literarias, como anunciadores de la revolución o como participantes de la misma. Baste recordar el “realismo socialista” de Shólojov, describiendo con amor, humor y autocrítica positiva el proceso de colectivización agraria en la URSS de los años 30. Viviendo en Cuba, a comienzos de los 80, descubrí y disfruté las novelas policiales del uru-cubano Daniel Chavarría. Sin duda asesorado técnicamente por oficiales cubanos, Chavarría describía casos (¿ficticios?) que explican el accionar de los agentes de la CIA y sus colaboradores infiltrados en Cuba, y las tareas vigilantes del “G2” y del pueblo organizado. Ahora, tantos años después, manos compañeras me acercaron una de las novelas póstumas de Chavarría: “Una Pica en Flandes” (Santillana - Alfaguara, 2006, Montevideo). Si bien el autor anuncia que este voluminoso trabajo es el comienzo de una serie que tendrá los mismos personajes, saga que aparentemente no pudo completar, hay algo viejo y algo nuevo que se puede advertir en el mensaje de Chavarría. Entre los atributos que se mantienen en su literatura están: la erudición, el trabajo exquisito sobre el perfil de cada personaje, y la convicción en la justicia de la causa de los pueblos. El autor sigue denunciando al Capitalismo en su fase imperialista como base de los males de la sociedad contemporánea. Lo nuevo, notorio, es el desencanto con la lucha revolucionaria, el dolor por la dura supervivencia de los Estados que resisten la agresión imperialista, y la falta de confianza en una Revolución próxima. Su propuesta principal consiste ahora en acciones solidarias grupales, que puedan mitigar el dolor de los pueblos oprimidos. La verdad es que, más allá de sus logros culturales y sociales, más allá del heroísmo de sus pueblos, la URSS y la inmensa China socialista terminaron desviándose del curso revolucionario. Pero ¿fracasó el Socialismo? Sin perder de vista las duras condiciones que enfrenta aún el pueblo cubano, sin dejar de ver el éxodo angustiado de tantos venezolanos, echemos una mirada a aquellos dos grandes laboratorios socialistas del siglo XX, que si hubieran sobrevivido, otra sería hoy la situación de los pueblos del mundo. La construcción del Socialismo en la URSS y China, durante décadas, permitió un cambio extraordinario en el nivel de vida de sus pueblos. Después, la Guerra diezmó el mejor relevo que hubiera continuado y superado el proyecto de la URSS; y la burocracia interna y el oportunismo destruyeron los mejores rasgos de la Revolución China. Ambas potencias volvieron al Modo de Producción capitalista con Economía de mercado. ¿Dije “potencias”? Rusia era un imperio muy atrasado en relación a Occidente cuando triunfó la revolución en 1917; China era un inmenso país desmembrado, ocupado y saqueado hasta 1945. Tal parece que algo cambió con las revoluciones, aunque ambas fueran traicionadas después. Hoy son potencias que influyen, para bien o para mal, en el Planeta. Pero ¿cuál de las economías de estos dos gigantes creció más? ¿La que fue rematada al mejor postor por Gorbáchov y Yeltsin, o la que mantuvo (reprimiendo a los verdaderos revolucionarios) ciertos mecanismos centrales de planificación? ¿Qué fue mejor: la planificación central, aún en tiempos de restauración capitalista, o el libre juego del mercado? La literatura del desencanto pero que mantiene valores solidarios, como la de Chavarría, no debe confundirse con la perversa literatura del Relativismo Histórico de la nueva derecha encaramada en el FA. Esta última sugiere que hoy no puede haber héroes, porque nunca los hubo: sólo hubo un relato heroico, sobre pueblos y conductores que también tuvieron sus contradicciones en todos los campos. Sostiene que en cada época se hace lo que se puede, que nunca es mucho; y que los “extremismos” nunca han terminado bien. Chavarría en cambio apuesta al desprendimiento, al jugarse heroicamente por la verdad. Su camino es apenas un alto momentáneo del curso revolucionario, que sigue siendo el único posible para la redención y salvación de la Humanidad. Lo importante es que los personajes creados por Chavarría, a su imagen y semejanza, nos siguen diciendo que jugarse por los pueblos vale la pena. Lo que se vivió en Cuba no pasó en vano. * Maestro y escritor, dirigente político y candidato por la UP a la Presidencia de la República para las elecciones de 2019.


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