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Columna: La esencialidad ni se olvida ni se perdona

  • Foto del escritor: La Juventud Diario
    La Juventud Diario
  • 22 ago 2018
  • 2 Min. de lectura

Escribe: Prof. Andrés Freire

“Memoria” clama por las redes y en su propaganda una y mil veces la progresía, repiten a coro desesperados para ver si entendemos de una vez que son ellos o los otros, y no hay más nada, y que este país fue un páramo en ruinas donde todo lo que hubo antes, durante y después fue la crisis del 2002. Pero hoy no dedicaremos una línea a rebatir argumentos sumamente engañosos y estériles, como una de las tapas del matutino más frenteamplista de todos, que llevaba de portada un 5,2% destinado a ocultar que faltan 800 millones de dólares para cumplir la aspiración de campaña de destinar un 6% del PBI a la educación, al mismo tiempo en que sobra mucha plata para seguir financiando las carreras de caballos, la cerveza y sostener en el tiempo la inflación gerencial. Fue el 24 de agosto del 2015, cuando el gobierno de TODO el Frente Amplio, tomó la decisión de decretar la esencialidad en la educación pública. Ese día demostró en la práctica lo falaz de todo ese dispositivo de control al que llaman “negociación colectiva”, se tomó la decisión de limitar el derecho de huelga de los trabajadores de la educación, y de esa forma a su vez transformar un conflicto en lucha por el 6% en un conflicto en defensa del derecho de huelga. Luego vino el “convenio” a prepo, transformado en un artículo del presupuesto bianual, con voto a favor de TODA la bancada del Frente Amplio, y después bueno, ya no hubo más convenios salariales en el área que precisamente agrupa a la mayor parte de los empleados públicos, y el 6% se fue alejando cada vez más. Ese día fue el momento en que el progresismo demostró su verdadero rostro, y junto a este su brazo sindical, el PITCNT, que debió haber decretado paro general inmediato de 36 horas, como lo facultaba su estatuto. Recuerdo las madres reunidas junto a los docentes y estudiantes preguntando: “no entendemos cómo los otros sindicatos no llaman a la huelga”. Las crónicas de la época filtraron información abundante de quiénes fueron los que impulsaron esta medida con mayor firmeza en el Consejo de Ministros; más de una vez hemos escrito sobre el tema, pero no tiene sentido. En el fondo fue una resolución tomada por todo el gobierno y convalidada por toda la fuerza política a la hora de la verdad en la discusión presupuestaria. Fue una bofetada terrible a toda la comunidad educativa, una medida digna del Pachecato que nunca podría haber sido tomada por un gobierno siquiera tímidamente reformista, que recibió una ejemplar respuesta desde el primer momento, cuando las maestras colgaron las túnicas en el exterior de las escuelas. En el fondo, el profundo desprecio y la soberbia que algunos manifiestan no les permitió ver y comprender que aún hay reservas, muchas más de las que creen de dignidad y capacidad de lucha en nuestro pueblo. “Memoria, memoria”, por supuesto, y seguimos recordando que el 24 de agosto del 2015, ni se olvida, ni se perdona.


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