No solo vivimos para trabajar, también nos morimos trabajando
- La Juventud Diario
- 4 ago 2018
- 3 Min. de lectura


La muerte del trabajador del supermercado Disco, ubicado en 8 de Octubre y Garibaldi, sucedida días atrás es un claro ejemplo de la desvalorización del ser humano en el mercado laboral bajo las premisas capitalistas. La víctima, un trabajador tercerizado, estaba supervisando tareas de reparación en la azotea del edificio; los clientes fueron encargados en bridar primeros auxilios mientras esperaban la ambulancia. La empresa por su parte, luego de marcar un perímetro en el lugar dónde cayó el trabajador, siguió facturando, es decir acumulando capital. Mientras los dueños de los medios de producción mediante la apropiación del plusvalor generado por trabajadores asalariados continúan acumulando, nosotros en cambio, los que tenemos sólo nuestra fuerza de trabajo nos vemos hundidos en condiciones laborales paupérrimas y miserables. Si tomamos en cuenta las condiciones laborales en las que se desempeñan los trabajadores en el mundo, tenemos ejemplos de sobra para establecer que se ha avanzado poco respecto a los obreros de las fábricas en la revolución industrial, desde niños explotados por multinacionales como Nike hasta mujeres esclavizadas por grandes empresas textiles, empresas que luego organizan desfiles de moda pero con “bellas mujeres” a la vista. En nuestra sociedad, enterarnos de este tipo de injusticias continúa teniendo un impacto importante; se da lugar a la reflexión y a la toma de conciencia sobre las cuestiones que debemos transformar. Si bien vemos que esto es fundamental, debemos tener en cuenta que este tipo de hechos son consecuencia de un problema mayor que se gesta en el momento en que los trabajadores aceptamos continuar trabajando en pésimas condiciones laborales y peor aún: cuando las organizaciones que deberían estar para defender y garantizar el trabajo digno, como los sindicatos, se alinean a los intereses de los patrones. A pesar de mantener derechos conquistados mediante lucha y sangre a través de la historia, a pesar de tener un marco jurídico y normativo que debería protegernos de abusos, estas injusticias continúan sucediendo y son consecuencia de las relaciones productivas que se establecen en este sistema capitalista; hasta que el capitalismo no se cambie por un sistema socialista, vamos a continuar padeciendo sus desgracias. A diferencia de lo que establecía el ex Presidente José Mujica, en un discurso en la Cámara de Comercio de Estados Unidos en septiembre de 2014, donde afirmaba que los uruguayos “no somos muy trabajadores, somos más o menos, no nos matamos mucho para el trabajo, por tradición, por cultura, por lo que fuera”, las estadísticas confirman que la cantidad de horas de trabajo promedio es de 38,5, quedando muy por encima de otros países; ni hablar de los que no trabajan porque directamente no consiguen trabajo. Un dato preocupante es que de cada 10 jóvenes 2 ni estudian ni trabajan, problema que se agudizará si no se genera empleo digno y condiciones para que podamos estudiar. Es parte de la realidad que los jóvenes hijos de trabajadores tenemos la necesidad de salir a trabajar y terminamos realizando actividades en distintos rubros por sueldos de miseria en condiciones lamentables, muchas veces para costear nuestros estudios, cuestión que responde entre tantas otras, al no acceso real a becas estudiantiles. En vez de generar programas de acceso a becas para jóvenes estudiantes, el gobierno del FA prefiere garantizarle mano de obra barata a McDonalds subsidiándole el 80% del sueldo; esta es la solución laboral que tenemos los jóvenes que pretendemos culminar nuestros estudios. Con suerte encontraremos becas para estudiar las carreras que le sirvan a las multinacionales como UPM, al modelo sojero como operador de mosquitos totalmente expuesto a agrotóxicos, o que puedan colaborar en la implementación de la privatización del agua con la Ley de Riego; es decir mayor inversión para mercantilizar la educación y alejarnos de profesiones que aporten al cambio y a la transformación de la realidad. Cuando tenemos que tolerar que dirigentes sindicales como Favio Riverón, presidente de Fuecys (sindicato que nuclea a los trabajadores de Disco y Géant), justifique la explotación con sus dichos de que el empleado “no tenía que estar ahí porque no era su tarea” y “no tenía implementos de seguridad necesarios para estar a esa altura”, vemos que con cuestionar y reflexionar no alcanza; es necesario actuar en consecuencia para que este tipo de injusticias no se hagan moneda corriente. Por esto y mucho más, ¡sumate a la juventud del 26! Contacto: jovenes26m@gmail.com Facebook: juventud del veintiséis de marzo
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